Miliki, el gran payaso de la tele
Emilio Aragón, fallecido en 2012, triunfó en la televisión de España y de América junto a sus hermanos Gaby y Fofó
Una gorra de cuadros, una nariz postiza, un vestido rojo y unos zapatones. Así era la indumentaria de Miliki, uno de los conocidos como ‘Payasos de la tele’ y que compartió durante mucho tiempo escenario y fama con sus hermanos Gaby y Fofó. Miliki, fallecido en 2012, era el que confundía las palabras –"me se lengua la traba"–, el que todo lo rompía, el que sacaba a relucir su famoso “nanianananananiana” ante un inminente desaguisado, pero también el que sacaba el acordeón y lideraba algunas de las canciones infantiles más tarareadas.
La parte tierna, dulce y humorista de Miliki como payaso es la que más ha trascendido y el inicio televisivo de todos los programas con ese grito de “¿Cómo están ustedeeeeeeeees?” forma parte del imaginario y de la historia de la televisión. Pero Miliki era un artista versátil y polifacético: cantante, compositor, músico, escritor, director de cine, presentador… y su fama traspasó fronteras antes incluso de triunfar en España.
Emilio Alberto Aragón Bermúdez, conocido por todos como Miliki, nació el 4 de noviembre de 1929, en la localidad sevillana de Carmona. Hijo y hermano de artistas de circo, desde muy pequeño vivió el ambiente del espectáculo entre acróbatas, payasos y domadores dentro de la saga de los Aragón, a la que luego también dio continuidad con sus hijos Emilio Aragón, Milikito, y Rita Irasema.
Miliki fue hijo de Emilio Aragón Foureaux y de la bailarina acróbata sobre caballo Rocío Bermúdez Contreras. Su padre, conocido como Emig formó el grupo de payasos llamado Pompoff, Thedy y Emig junto con sus hermanos José María y Teodoro. Miliki tuvo tres hermanos, con quienes se inició en el mundo del espectáculo: Gabriel (Gaby), Adolfo (Fofó), mayores que él, y Rocío Aragón, la menor, que fue bailarina de flamenco y que también participó con ellos en sus inicios en Barcelona a finales de los años 30.
Emilio Aragón padre siempre les puso una condición a sus hijos: aprender a tocar un instrumento, algo que después se convertiría en una parte fundamental de sus espectáculos y que a Miliki le sirvió para cursar estudios superiores de Armonía y Composición y ser solista de flauta en la Orquesta Filarmónica de La Habana (Cuba).
Una anécdota, entre la travesura, la inocencia y los sueños de triunfo, delata la creatividad de los hermanos Aragón siendo aún niños. Al parecer, hartos de estar tanto tiempo fuera de España, decidieron regresar desde Dinamarca por su cuenta, donde acompañaban a sus padres en un viaje de trabajo. No se les ocurrió otra cosa que coger una barca hasta que una patrulla marítima los encontró poco después a la deriva.
Sin embargo, siguiendo y cumpliendo la tradición familiar, en 1939 formaron un segundo grupo entre hermanos, esta vez sin su hermana Rocío, al que llamaron Gaby, Fofó y Emilín, porque Miliki tenía entonces 10 años, pero pronto se cambió el nombre por Miliki y empezaron a recorrer juntos la geografía española y a trabajar varias temporadas en el Circo Price de Madrid.
A finales de los años 40 los hermanos Aragón emigraron América, donde permanecieron más de un cuarto de siglo. Primero triunfaron en Cuba con un programa propio en la televisión. Después viajaron a México, Puerto Rico, Venezuela y Estados Unidos, donde conocieron a Buster Keaton y llegaron a actuar para el vicepresidente estadounidense. Tras la sucesión de éxitos al otro lado del Atlántico -el último en Argentina con otro programa de televisión en el que también participaba Fofito, uno de los hijos de Fofó-, los hermanos Aragón decidieron regresar a España contratados por una Televisión Española de dos canales en blanco y negro y que acababa de prescindir de Los Chiripitifláuticos.
El nuevo programa nació 19 de julio de 1973 con el nombre de Los payasos. El éxito fue inmediato y su estilo y tono calaron entre una infancia que no había visto nunca algo parecido en televisión. Al grito de “¿cómo están ustedes?”, Gaby, Fofó y Miliki empezaban siempre su espectáculo, que un año después tomaría su nombre definitivo: Los payasos de la tele. Entre número y número de humor, los hermanos Aragón cantaban y hacían famosa alguna de sus canciones, como ‘Hola, don Pepito’, ‘Mi barba tiene tres pelos’, ‘El auto feo’ ‘Susanita tiene un ratón’, ‘La gallina turuleca’, ‘Dale Ramón’, o ‘Feliz en tu día’, que también triunfó y desbancó a la versión inglesa para felicitar el cumpleaños.
La muerte de Fofó en 1976, como la Félix Rodríguez de la Fuente después y más tarde la de Chanquete en la ficción, fue un trauma infantil que, sin embargo, no quitó ni un ápice de éxito ni audiencia a los payasos. Se incorporó al cuarteto como sustituto Emilio Aragón hijo con el nombre de Milikito, sin hablar y comunicándose con un cencerro al estilo de Harpo Marx.
Tras la muerte de Fofó, primero Gaby, Miliki, Fofito y Milikito, y después Rody Aragón -también hijo de Fofó- en sustitución de Milikito, llegan hasta 1983, cuando TVE retiró el programa. Los payasos de la tele, como ya los llamaba todo el mundo, realizaron dos años de gira por España antes de regresar a la tele, pero Miliki ya no los acompañó en esa aventura. Comenzó a unir su futuro profesional a su hija mayor, Rita Irasema y juntos se empezaron a dedicar a la música con discos conjuntos como La vuelta al mundo en 30 minutos (1986), El flautista de Hamelín (1987), Vamos a marcarnos una canción (1991), ¡Superdiscoguay! (1992) y ¿Estás contento? ¡Sí señor! (1994). Además, en 1987, dirigió la película Yo quiero ser torero con el popular Dúo Sacapuntas y creó, también junto a Rita, el espectáculo El circo del arte, con el que se retiró de los escenarios en 1999.
La televisión le dio una nueva oportunidad al volver a llamar a su puerta a finales de la década de los 80 con el nacimiento de las televisiones privadas, y Miliki y su hija Rita se lanzaron a realizar programas infantiles tanto en Telecinco, Superguay, como en Antena 3, La merienda y La guardería.
En 1996 Miliki publicó sus memorias, tituladas Recuerdos, y siguió con la música, aunque la pasión por escribir empezó a ocupar la mayoría de su tiempo. Entre 2001 y 2009 publicó La máquina de los coches, Juan Olores, y Con alma de niño. Si bien su principal audiencia era el público infantil, en 2008 escribió La providencia con el seudónimo de Emilio A. Foureaux como homenaje a su padre; una novela para el público adulto sobre un militante de la guerrilla en la revolución cubana que huye de Fidel Castro. Cuatro años después, en mayo de 2012, se editó su segundo libro para adultos, Mientras duermen los murciélagos, otra novela en este caso de unos comediantes que huyen a través de la Europa nazi. El 20 de noviembre de 2014 se publicó su obra póstuma de cuentos para adultos titulada 30 cuentos y medio.
Pero Emilio Aragón nunca abandonó del todo la música y así, en 2008 y en 2009, respectivamente, grabó sendos discos destinados y dedicados a quienes fueron su público fiel, y por eso los tituló A mis niños de 40 años y A todos mis niños.
Miliki falleció en Madrid el 18 de noviembre de 2012, a los 83 años de edad, rodeado de su familia en el hospital en el que había sido ingresado a causa de una neumonía unos días antes.
El payaso de la tele más querido por los niños recibió cientos de reconocimientos en vida. Fue Hijo Predilecto y Medalla de Plata de su ciudad natal, Carmona; Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 1996; dos premios Grammy latinos al Mejor Álbum Infantil del Año en 2000 y 2001, y con los que logró también ser Disco de Oro, Platino y Multiplatino; obtuvo en 2006 el Premio El Chupete al personaje con una mejor influencia en los niños por su larga trayectoria profesional y Premio A Toda una Vida de la Academia de la Televisión en 2007, entre otros muchos.
Hasta para las nuevas generaciones de adolescentes, que no lo conocieron en directo, se hizo popular al salir a la venta en 2009 el juego ‘SingStar Miliki’ para Playstation.
"Emilio Aragón, Miliki dedicó toda su vida a sus dos grandes pasiones, su trabajo y su familia, y creo sinceramente que en las dos triunfó y pienso que su legado quedará por generaciones”, estas fueron las palabras con las que su hijo Emilio lo despidió.
Babelia
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