Muere a los 81 años el músico Spencer Davis, pionero del ‘rock and roll’ británico
El célebre guitarrista lideró The Spencer Davis Group, conocido por temas como ‘Keep On Running’ o ‘Gimme Some Lovin’
Spencer Davis no solo fue un pionero memorable del rhythm ‘n’ blues británico. Además fue un ejemplo insólito de generosidad al frente de la banda a la que daba nombre. Guitarrista excelente y vocalista más que potable, este galés de Swansea no tuvo inconveniente en colocar al frente de The Spencer Davis Group a Steve Winwood, un adolescente de apenas 16 años y dificultades evidentes para disimular el acné. Juntos, el muchacho de rostro angelical que cantaba con vozarrón de negro y su discreto mentor fueron capaces de triunfar a ambos lados del Atlántico con tres de los trallazos más electrizantes e imitados de la escena británica a mediados de los sesenta, Keep on Runnin', Gimme Some Lovin' y I’m a Man, luego también muy célebre en manos de los estadounidenses Chicago. Davis, que nació en Swansea en 1939, falleció ayer lunes en un hospital británico a los 81 años, víctima de una neumonía.
La banda de Spencer y Steve, que también incluía a su hermano mayor (Muff Winwood) al bajo y al batería Pete York, había echado a andar en Birmingham en 1963, con el firme propósito de trasladar las enseñanzas del blues de Muddy Waters o Leadbelly al territorio del gigantesco estallido que vivía la escena británica ya a rebufo de los Beatles y los Rolling Stones. A Spencer le sobraban pasión y olfato. Con apenas seis primaveras había aprendido a manejarse con la armónica y el acordeón y en sus primeros años mozos ya fundó una banda iniciática, The Saints, junto a otro muchacho llamado Bill Wyman, con el tiempo uno de los más finos y circunspectos integrantes de los propios Stones.
Davis acabó mudándose a Birmingham para estudiar filología germánica, pero sus intereses académicos duraron muy poco. La ciudad no era un hervidero como Londres o Liverpool, pero allí coincidió con los primigenios Moody Blues, los de Go now (1965). En noviembre de ese mismo año, bajo la tutela del productor Chris Blackwell, Spencer supo comprender el potencial de Keep on Runnin', un tema apenas divulgado del jamaicano Jackie Edwards, y llevarlo hasta el número 1. La garganta negroide del niño Winwood y su salvaje dominio del órgano Hammond obraron el milagro, mientras el teórico líder del grupo asumía con naturalidad un discreto segundo plano. De la pluma del mismo Edwards también provendría el segundo gran éxito del cuarteto, Somebody Help Me.
Inevitablemente, la alianza entre Steve y Spencer apenas se prolongó durante un par de temporadas más: el genio vigoroso del primero era descomunal, así que en 1967 fundaría Traffic, luego los efímeros Blind Faith (con Eric Clapton) y, a partir de 1977, una prolongada y en tiempos exitosa trayectoria con nombre propio. Sin su protegido, la estrella de Spencer Davis languideció y su banda apenas logró anotarse un par de éxitos menores, Time Seller y Mr. Second Class, antes de disolverse, en 1969.
Con los bolsillos tiritando
Davis se mudó a California en 1970, conoció y colaboró fugazmente con Christine Perfect (luego Christine McVie, pilar de Fleetwood Mac), fracasó con diversos proyectos menores y no tardó en verse con los bolsillos tiritando: la industria discográfica, no siempre escrupulosa, le estaba privando de las regalías de sus años de gloria. Irónicamente, Blackwell recuperaría a Spencer hacia 1975 para trabajar en el departamento artístico de su discográfica, Island, un puesto desde el que pudo apuntalar las carreras de Bob Marley, Robert Palmer o… Steve Winwood.
Adorado por todos los grandes, Spencer Davis nunca fue capaz de recuperar un lugar preponderante en la escena del rock clásico. Toda su carrera transcurrió como en los minutos de gloria junto a Winwood: lejos del foco. Recuperó su Group a mediados de los ochenta, para rentabilizar los viejos éxitos en largas giras, y en 1993 formó una superbanda con otros coetáneos, Classic Rock All Stars, ya más bien decadente. Su última grabación, So Far, se remonta a 2008 y apenas logró trascendencia, pese a que entre los colaboradores figuraba Dusty Springfield, otra más de sus ilustres admiradoras.
Babelia
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