‘Back In Black’, de AC/DC: cómo de una catarsis nació el disco de rock más vendido de todos los tiempos
Se cumplen 40 años de un álbum donde el grupo australiano consiguió transformar una tragedia en una gloriosa victoria
El disco de rock más vendido de todos los tiempos empezó a crearse en un funeral. El 29 de febrero de 1980, las cenizas de Bon Scott, cantante de AC/DC, se inhumaron en el cementerio de Fremantle Memorial Garden, cerca de Perth, Australia. Fue una ceremonia íntima. Los familiares más cercanos, sus compañeros de grupo y poco más. Al final del sepelio, el padre de Scott, Chick, se acercó a Malcolm Young, guitarrista del grupo, que estaba deprimido. Se puso frente a él, le colocó las manos en los hombros, le miró a los ojos y le dijo: “Tenéis que seguir. Bon así lo hubiera querido”. Ese fue el primer impulso para Back In Black, el álbum rockero más despachado: 50 millones en todo el mundo, solo superado en ventas por Thriller, de Michael Jackson, 66 millones. El tercero es The Dark Side Of The Moon, de Pink Floyd, 45.
Cuando Bon Scott murió, Brian Johnson trabajaba en un taller, estaba hipotecado, separado, con dos hijos, y vivía con sus padres porque no tenía dinero para independizarse. Contaba 32 años
Bon Scott falleció el 19 de febrero de 1980 a los 33 años dentro de un coche estacionado, ahogado en su vómito después de una borrachera. Esa es la versión oficial. Durante estos últimos 40 años se han desarrollado algunas teorías más. Seguramente el periodista que ha investigado más minuciosamente el fallecimiento es el australiano Jesse Fink, autor de Bon: the last highway. Según Fink, que ha reconstruido al detalle la última noche del vocalista, “no hay duda de que murió de una sobredosis de heroína”, señala a este periódico. Y lanza una teoría: “Bon Scott estaba sopesando la idea de abandonar AC/DC a finales de 1979. Se encontraba en su punto más alto respecto al abuso de alcohol y drogas y quería encontrar ayuda para rehabilitarse”.
Cuando Scott falleció, Brian Johnson se encontraba trabajando en Newcastle (noroeste de Inglaterra) en un taller de reparación de parabrisas y techos de coches. Los fines de semana actuaba con una reconstrucción de un grupo llamado Geordie, una banda que se formó en 1973, rozó el éxito y se despeñó. Johnson era un tipo de aspecto tosco, de clase obrera, que se hizo cantante porque no podía ser otra cosa: no tenía dinero ni para una guitarra ni para una batería. Abandonó Geordie en 1976, pero tocaba los fines de semana por una libras en los pubs como Geordie II. Estaba separado y con dos hijos. Tenía una hipoteca pendiente y, como el sueldo en el taller era exiguo, había vuelto a vivir con sus padres. Tenía 32 años y consideraba que su sueño de vivir de la música se había esfumado. Lo de ser una estrella del rock era pura utopía.
A 400 kilómetros de Newcastle, en Londres, Malcolm y Angus Young, animados por las palabras del padre de Bon Scott, buscaban un nuevo cantante para AC/DC, que venían de tener su mayor éxito con el disco Highway to Hell (1979). Estaban desanimados. Habían puesto los ojos en dos vocalistas ya consagrados (Steve Marriott, de Humble Pie, y Noddy Holder, de Slade), pero no había cuadrado, y las audiciones que realizaban a cantantes menos populares no les convencían. “Les dejábamos libertad para que eligieran una canción de prueba y la mayoría escogía Smoke On The Water [el clásico de Deep Purple]. Era desesperante”, dijo tiempo después Angus Young.
“Por medio de un seguidor del grupo les llegó un nombre, Brian Johnson. También fue recomendado por el productor de AC/DC, Mutt Lange. Fue cuando Angus recordó que Bon Scott había visto en una ocasión a Geordie y comentó a sus compañeros que el vocalista le encantó. Así que decidieron buscar a Johnson y hacerle una prueba”, relata en conversación telefónica Paul Elliott, periodista y escritor inglés, que ha entrevistado varias veces a los miembros del grupo y ha escrito libros como AC/DC. Desde los inicios hasta Rock Or Bust (editorial Blume).
Localizar a Johnson no fue fácil. Cuando lo hicieron, el cantante reconoció que no tenía dinero para viajar de Newcastle a Londres y hacer la prueba. Finalmente lo hizo porque consiguió una audición para un anuncio donde le aseguraban un fijo. Cuando llegó y los Young le preguntaron, con pereza, qué canción quería tocar, Johnson escogió Nutbush City Limits, un rock and roll de 1973, de Ike & Tina Turner. La elección sorprendió para bien a los hermanos. A continuación tocaron clásicos de Chuck Berry. El grupo estaba entusiasmado. La potente voz cascada y la actitud ruda de Johnson cuadraban con lo que buscaban: no un imitador de Scott, pero sí un voceador intimidante, con personalidad. Se le convocó a una segunda audición y a los pocos días Malcolm telefoneó a Johnson para comunicarle que estaba dentro. El 1 de abril, un mes y medio después de la muerte de Scott, se oficializó el fichaje.
“La resurrección de AC/DC con ‘Back In Black’ fue el mayor retorno de la historia del rock and roll. De su momento más oscuro surgió una victoria heroica”, señala el escritor Paul Elliott
AC/DC cumplían su primera fase en su lucha contra la adversidad, un viaje por reescribir un guion que les había marcado el final después de la muerte de su cantante. La próxima parada era la cálida isla tropical de Nassau, Bahamas, donde tendrían tranquilidad para grabar su disco y donde las condiciones fiscales eran más lasas que en Europa. Estuvieron grabando desde mediados de abril y todo mayo, unas seis semanas, con la producción del eficaz Mutt Lange. Malcolm Young se encargó de las estructuras de las canciones, su hermano Angus de sacarles chispas y Johnson se empleó a fondo con las letras. Aquí salta una de las controversias de este trabajo.
“Algunos de los textos del disco ya estaban escritos por Bon Scott. Uno de ellos, por ejemplo, es You Shook Me All Night Long. Pero nunca fueron acreditados a Scott”, afirma el especialista Jesse Fink. Angus Young reconoció años después que “un par” de temas estaban esbozados por Scott, pero sin entrar en detalles. Salieron de las Bahamas con 10 canciones que eran un cañón.
Para testar el material se organizaron una serie de conciertos antes del lanzamiento del disco. La primera actuación de Brian Johnson sería el 29 de junio en la ciudad de Namur, Bélgica. Johnson era un flan minutos antes de comenzar. ¿Cómo reaccionaría el público al sustituto de Scott?
Cuando salió a actuar, lleno de inseguridades, alcanzó a ver una pancarta entre el público: “R.I.P. Bon Scott. Suerte, Brian”. Aquello fue una inyección de moral para el vocalista. Días después ocurrió algo que Johnson ha comentado “como lo más emocionante” que le pasó como nuevo integrante de AC/DC. Después de un concierto en Holanda, un tipo se acercó y le mostró un tatuaje de su brazo con el nombre de Bon Scott. Luego, le dijo: “Bon era mi héroe, pero ahora se ha ido y te deseo toda la suerte del mundo”.
Back In Black se publica el 25 de julio de 1980, cinco meses después de la muerte del cantante. La portada (negra), el título y todo el disco son un homenaje a Scott. El álbum enseguida comenzó a escalar en las listas de los más vendidos, tanto en Europa como en Estados Unidos. En España fue número uno en ventas, algo inaudito teniendo en cuenta que es rock duro, un género que en 1980 no era masivo en nuestro país.
Paul Elliott analiza la clave del éxito: “El estilo y la imagen de Bon Scott eran muy salvajes, quizá demasiado para el público estadounidense, que es el que hace vender millones de discos. Sin embargo, la forma en la que canta Brian es más adecuada al público americano, más comercial, para todos los públicos. No es tan agresivo como la de Bon. Back In Black con Bon Scott hubiese sido también un gran álbum y se hubiese vendido bien, pero no creo que se hubiese convertido en el disco de rock más vendido de la historia”.
Preguntado por Elliott, el guitarrista de Guns N’Roses, Slash, dijo: “Back In Black salvó al rock and roll. AC/DC fue siempre una gran banda, auténtica, pero el milagro de verdad fue Back In Black. Todos echábamos de menos a Bon Scott, pero le dejamos marchar y, a la vez, le dimos la bienvenida a Brian”.
A pesar de venir de una zona oscura por la desgracia de Scott, Back In Black es una fiesta, un disco que solo contiene unos instantes lúgubres: las 15 campanadas del arranque del álbum, el inicio de Hells Bells. A partir de ahí, todo es diversión y rock and roll: What Do You Do for Money Honey, You Shook Me All Nigh Long, Have a Drink on Me, Shake a Leg… hasta el cierre con ese manifiesto que es Rock and Roll Ain’t Noise Pollution (El rock and roll no es una contaminación acústica).
Con la llegada de Johnson el grupo se profesionalizaba y se quitaba el lastre de un Bon Scott inestable: el cantante desaparecía durante días y siempre temían que no se presentase al concierto. Al final llegaba, pero a veces en unas condiciones incompatibles con un concierto de dos horas. “La resurrección de AC/DC con Back In Black fue el mayor retorno de la historia del rock and roll. De su momento más oscuro surgió una victoria heroica”, señala Elliot.
Con el disco número uno en una decena de países y la gira con las localidades agotadas, Brian Johnson ingresó su primer cheque por las ventas de ejemplares: 30.000 libras (unos 33.000 euros de hoy). Así contó a la cadena VH1 lo que hizo justo después: “El tipo del banco donde pedí la hipoteca era un perfecto imbécil y siempre estaba encima de mí. Lleve el dinero en metálico a la oficina para saldar toda la deuda. Entré en su despacho, lo dejé sobre la mesa y le dije: ‘No vuelvas a llamarme nunca más, pedazo de mierda”. Johnson no ha vuelto a tener problemas económicos.
Babelia
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