Trump retira las sanciones contra el juez Alexandre de Moraes, que llevó el caso contra Bolsonaro por golpismo

La Casa Blanca cierra otro capítulo en el historial de tensas relaciones con Brasil de los últimos meses. El Gobierno de Donald Trump anunció este viernes que retira las sanciones contra el juez del Tribunal Supremo Alexandre de Moraes, instructor del caso por golpismo que ha llevado a prisión al expresidente Jair Bolsonaro. En julio, Trump anunció que castigaría al magistrado por “la caza de brujas” contra Bolsonaro, pero cinco meses después el panorama ha cambiado radicalmente.

En un escueto comunicado, el Departamento del Tesoro anunció que salían de la lista de la ley Magnitsky el juez Moraes, su esposa, Viviane Moraes, y la empresa Lex, de la que ambos son socios. La nota no explica los motivos tras la decisión. Tampoco se cita a los otros jueces del Supremo ni a los ministros del Gobierno que fueron castigados también con sanciones.

El juez Moraes ha agradecido públicamente al presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, su empeño. Y se ha felicitado porque finalmente “han prevalecido la verdad y la justicia brasileña”. En el mismo acto, el mandatario ha revelado que habló con Trump de las sanciones en la conversación entre ambos la semana pasada: ‘¿Es bueno para ti?’, me preguntó. ‘No es bueno para mí’, le dije. ‘Es bueno para la democracia brasileña”.

El fin del castigo a Moraes, que la extrema derecha brasileña considera el enemigo público número uno, se suma al fracaso del otro puntal en la estrategia de presión desplegada por el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, desde Estados Unidos: los aranceles a la importación de productos brasileños. Trump impuso unas tarifas récord del 50%, pero en los últimos días, tras semanas de discretas negociaciones, sacó a la mayoría de productos de la lista, para alegría de los empresarios exportadores.

Para Moraes y el resto de los sancionados, la ley suponía sobre todo un cerco económico: el bloqueo de cuentas y bienes que tuvieran en EEUU y la imposibilidad de realizar transacciones con las principales tarjetas de crédito, que son estadounidenses. Las acciones de los bancos brasileños subieron en la Bolsa tras conocerse la decisión de este viernes, porque han pasado meses temiendo que cualquier movimiento sospechoso de contacto con el juez supusiera una sanción económica monumental.

En su momento, el magistrado calificó su inclusión en la lista Magnitsky como “ilegal y lamentable” y advirtió de que primaría la valentía institucional y la defensa de la soberanía nacional, porque los jueces brasileños no iban a aceptar coacciones u obstrucciones. Lo cierto es que las presiones de EEUU no funcionaron: el juicio a Bolsonaro y el resto de los acusados de integrar la cúpula golpista se celebró con normalidad y Bolsonaro acabó condenado a 27 años y tres meses de cárcel, que cumple en una comisaría de Brasilia.

Tras la decisión de Trump, uno de los hijos del expresidente, Eduardo, diputado, lanzó un lacónico comunicado en el que confesaba recibir “con pesar” la noticia, pero aun así agradeció al republicano la atención que dedicó “a la grave crisis de libertades que sufre Brasil”. Para el diputado es una derrota personal en toda regla. En marzo de este año se instaló en EE UU para presionar a la Casa Blanca para que impusiera sanciones a Brasil, cosa que logró, lo que no consiguió fue salvar a su padre.

Los simpatizantes de Bolsonaro llegaron a manifestarse en las calles de Brasil con banderas de EE UU pidiendo a Trump que apretara las más tuercas. No obstante, Eduardo Bolsonaro cree que la sociedad brasileña no supo aprovechar “la ventana de oportunidad que tenía en sus manos” y culpó a los suyos: “La falta de cohesión interna y el insuficiente apoyo a las iniciativas conducidas en el exterior contribuyeron al agravamiento de la situación actual”, aseguró.

Las decisiones de la Casa Blanca llegan tras varias conversaciones entre el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, y Trump, en las que han hecho gala de química y sintonía personal. El republicano ha elogiado al veterano izquierdista en varias ocasiones, pero cuando le preguntaron por el arresto de Bolsonaro, quien fuera su aliado incondicional, no mostró mucha indignación. “No sé nada, ¿ha pasado eso? Es una pena”, dijo rápidamente.

Por el momento, Brasil se ha ido anotando poco a poco todos los tantos en el tira y afloja con EE UU iniciado en julio, pero se espera que en algún momento lleguen las contrapartidas. Se sabe, por ejemplo, que el interés de EE UU por las abundantes tierras raras del país tropical ha estado en las mesas de negociación.