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Muere el músico español Ernesto González, de The Pribata Idaho y Grupo Salvaje

La escena ‘indie’ española llora el fallecimiento del compositor

El País
El músico Ernesto González.
El músico Ernesto González.

Te corregía, siempre con educación, si pronunciabas la guitarra Rickenbacker como “Rickenbaiker”. “No, no, se pronuncia tan cual se escribe, Rickenbacker”. Él casi siempre tocó ese modelo, inspirado por uno de sus grupos fetiches, The Byrds. Ha muerto Ernesto González después de una larga enfermedad. Tenía 54 años, había nacido en Madrid y era un hombre muy querido dentro de la industria de la música.

Tuvo varias bandas, pero las más relevantes fueron The Pribata Idaho y Grupo Salvaje. Ambas se inclinaban por un rock americano de influencias The Byrds o R.E.M. La precariedad de la escena indie no le permitió vivir casi nunca de su propias canciones, así que González ejerció labores de promoción y prensa en diversas empresas musicales. Empezando por Munster Records y más tarde en el FIB o Intromúsica.

Desde que se conoció su fallecimiento el mundo indie se ha lanzado a recordarlo en redes sociales. La Habitación Roja, Rockdelux, Dorian, Sr. Chinarro, Jonston... Marc Gili, cantante de Dorian, le despidió así: “Hay personas que hacen más hermoso su entorno y, por extensión, el mundo en que vivimos. Ernesto González era una de ellas. Dedicó su vida a la música desde distintos frentes, haciendo siempre las cosas con amor y la máxima dedicación. Gracias por todo. Te echaremos de menos”. Antonio Luque, alias Sr. Chinarro, escribió: “Joder, no. Ha muerto Ernesto González, de Pribata Idaho y Grupo Salvaje, y del FIB. Descanse en paz. Un buen tío, se notaba que era buena persona enseguida. Qué lastima”.

González creció en una familia obrera en el sur de Madrid, en Móstoles. Su padre era chapista y su madre ama de casa. Tenía una hermana tres años mayor que él. Él siempre reivindicó su condición social. En una entrevista que ofreció al periodista Nando Cruz, González relataba las dificultades para encontrar discos en España a finales de los setenta que no sonasen en las grandes emisoras: “En Móstoles había una tienda de discos, pero tenían muy poca cosa. Durante meses estuve buscando el Misfits, de los Kinks. Iba con un colega, le catábamos A Rock and Roll Fantasy [canción que se incluye en ese disco de los Kinks de 1978] y el de la tienda nos decía: ‘O cantáis muy mal, o no tengo ni idea de qué es”. En los primeros ochenta y cuando empezó a montar las primeras bandas (además de tocar la guitarra solía cantar), González comienza a frecuentar el barrio madrileño de Malasaña, salas como Agapo. Allí entra en contacto con el ambiente garajero de la zona.

Nunca dejó de recomendar música siempre que alguien se cruzaba con él. Grupos que se salían del radar de lo que sonaba en las radios o aparecía en las revistas. Un melómano generoso.

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