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La vida por aquí
Columna
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Razón de amor por Chaves Nogales

Tuvo una vida dulce y luego tan difícil que su biografía de exiliado es la de un hombre buscando amparo

Juan Cruz
María Isabel Cintas, única editora literaria de Chaves Nogales, en Sevilla en la calle Feria.
María Isabel Cintas, única editora literaria de Chaves Nogales, en Sevilla en la calle Feria. PACO PUENTES

Llueve en Sevilla sobre el patio de Dueñas donde a lo mejor se encontraron, uno ya joven y el otro todavía un niño, Antonio Machado y su vecino Manuel Chaves Nogales. Allá adentro está el limonero. No queda rastro del Limbo de los pintores que fue la casa del periodista que dirigió Ahora y que hasta muy tarde en el siglo XX se nombraba en voz baja en España. Porque, en la guerra y después, se enfrentó a unos y a otros. Y unos y otros lo repudiaron, unos por rojo y otros por burgués.

Republicano burgués, como él decía, aquel hombre al que las dos Españas partieron el corazón, nació aquí, en una casa que ya no existe. Desde este número 11 de la calle Dueñas parte desde esta semana el Paseo Literario por la Sevilla de Chaves Nogales. Lo ha organizado Eva Díaz desde el Centro Andaluz de las Letras que dirige, y es Maribel Cintas, historiadora de Chaves Nogales, la que ha hecho el trazo de este viaje sevillano.

Este paseo parte de Dueñas, 11, pasa por Feria (donde Chaves y Juan Belmonte, el torero al que dedicó una célebre biografía, fueron niños comiendo mendrugos de pan), sigue por Alameda y Sierpes y acaba en San Jacinto. Antonio Muñoz Molina dice, en el prólogo de Los secretos de la defensa de Madrid, de Chaves Nogales (España en Armas. Espuela de Plata), que Maribel Cintas rescató esas entregas de periódico “en un ejercicio de filología que roza la investigación detectivesca y la búsqueda de secretos perdidos”.Ella tendría que ser parte del paseo, por el amor que profesa al periodista. “¡Parece un pariente!”, dice su hija Olalla.

Y aquí está ella este jueves lluvioso de Sevilla. Maribel se hizo maestra, pero quiso ser periodista. En 1987 el catedrático Rogelio Reyes Cano le nombró a Chaves, y le dijo que investigara. Empezó leyendo el libro sobre Juan Belmonte. Ahí empezó su razón de amor por Chaves Nogales. En 1998 terminó esa tesis, Cuatro reportajes de Manuel Chaves Nogales entre la literatura y el periodismo. Pero entre 1993 y ahora ya ha publicado la Obra narrativa completa de Chaves, la Obra periodística y La agonía de Francia y así hasta cinco tomos de sus obras, monografías, estudios… El retrato de Belmonte fue el punto de partida.

Aquel torero enclenque “que se hizo torero por miseria”, iba a ver a Chaves Nogales, a la casa que el periodista tenía sobre la redacción de Ahora. “¡Saca jamón, que viene Belmonte!”. Y ahí se fue escribiendo el libro que introdujo a Chaves en la leyenda literaria. Luego vino la guerra… Ahora sus libros, recopilación de sus diatribas sobre aquel periodo, han vencido al olvido con que en un tiempo aquí se silenciaron adrede su voz y hasta su nombre.Chaves Nogales tuvo hermanos, esposa e hijos, una vida dulce y luego tan difícil que su biografía de exiliado es la de un hombre triste buscando amparo en la niebla de Londres, donde murió y está enterrado sin nombre, junto a unas piedras pintadas con los colores republicanos.

Aquel vecino Machado, como él, está enterrado fuera de España. Como su amigo Azaña. “Chaves Nogales era masón y republicano, y esas tres piedras lo acompañan en la tumba y retratan su sentimiento”. Cintas se queda, bajo la lluvia, en la ruta de Chaves Nogales. El nombre del periodista ya se dice, pero sólo un barrio de la periferia lo exhibe en su callejero.

 

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