“¡Nefecto!”, un libro de Forges con 300 viñetas inéditas
Un nuevo volumen recoge dibujos no publicados del humorista gráfico desde 1990 hasta su fallecimiento en 2018
Vuelve Forges, si es que alguna vez puede irse su sentido del humor sin crueldad, su facilidad para hacer sonreír con las viñetas del matrimonio Concha-Mariano; para reflejar la ternura en unos trazos o desarmar a los malos con un bocadillo, que él llamaba fumetti. A poco menos de dos años de su desaparición, el 22 de febrero de 2018, se publica un libro con 300 viñetas inéditas ("¡Nefecto!", que dirían sus inolvidables pueblerinas Concha y Blasa), creadas por Antonio Fraguas de Pablo desde 1990 hasta casi el día de su fallecimiento por un cáncer de páncreas. Los últimos 23 años de su vida Forges publicó una viñeta diaria en EL PAÍS.
[Vea la fotogalería con las viñetas inéditas]
Berta Fraguas, hija del humorista y encargada de coordinar esta edición, explica que "en principio, son viñetas no publicadas, como mucho las habrá que salieron, pero con otro personaje o algo del texto cambiado". La única oportunidad de ver alguna de estas viñetas, hasta ahora, era a través de sus redes sociales, como Facebook y Twitter.
Este "formideibol" Forges inédito (Espasa) sale a la venta con un prólogo, firmado "La familia de Forges", que detalla el proceso creativo del humorista que, como le cantó Luis Eduardo Aute en un pasodoble, era "el amo de la viñeta" y "son filigranas tu muleta, tu pinsel y el rotulaor". Lo primero que cuentan sus allegados es que Forges, nacido en Madrid el 17 de enero de 1942, el segundo de una familia de nueve hermanos, era gracioso pero no de los que cuentan chistes a cada instante, sino de aquellos que con un gesto o un comentario podía provocar las carcajadas entre los que estaban a su alrededor. Él era el primero que se reía de sus chistes, no solo cuando los pensaba, también cuando los dibujaba, cuentan.
Berta Fraguas indica por qué hay tantos forges inéditos: "Era precavido para los momentos en que no pudiera publicar. Dibujaba más de lo que necesitaba". Su familia sabía que había una carpeta de inéditos, pero cuando falleció "aparecieron más, hasta unos 600 en papel", de los que ha salido este libro. Los motivos de esa nevera, como se dice en el argot periodístico, eran varios: que a última hora él no considerase adecuada la viñeta y la retirase o que la actualidad la dejase obsoleta. Ese abundante material generó en la familia el dilema de publicarlo o no: "Quizás él no lo hizo porque no quiso, no sabes en realidad por qué". La decisión fue "rotar los 600 chistes entre seis miembros de la familia para que escogiesen sus favoritos", añade.
Diecinueve años de funcionario en Televisión Española, creador de palabras como "muslamen" o "bocata" y de nombres propios con los que rebautizaba a futbolistas: Luis Miguel Arconada fue "Arcomanta" o Andoni Zubizarreta "Subimaleta", Forges definía el humor como "una nube mental común" de la que los humoristas tenían la habilidad para "bajar a la tierra" algunos aspectos. Así que se veía como un "canalizador" de esas sensaciones que están en la mente de casi todos. ¿Cómo se le encendía la bombilla de la idea que luego dibujaría? Cualquier situación era propicia: mientras conducía o veía la tele o escuchaba la radio o veía una película.
Disciplinado, a la hora de darle al magín prefería las tardes, porque madrugaba, y no se saltaba sus 20 minutos de siesta. "Tenía sus rutinas, como Nadal cuando saca, un proceso inductivo para la creación. Siempre con la radio, la apagaba cuando iba a empezar a dibujar", recuerda su hija. "Y si silbaba es que estaba dibujando, era la señal para no entrar a darle la tabarra". Ella le recuerda muy familiar, "pero a veces, cuando hablabas con él, se le iba la mirada y sabías que estaba tramando algo, se le había ocurrido un chiste". Podía hacer una viñeta al día o, en vísperas de vacaciones, se pegaba un atracón. De ese esfuerzo salían genialidades como la del individuo que proclama en el bar: "Es necesario cambiar todo para que nada cambie", a lo que el camarero le pregunta: "Entonces, a partir de ahora, ¿cómo tomará el café?". Y el interpelado responde: "Solo, muy muy solo".
De los entresijos del proceso forgiano destaca su hija que dibujaba al tamaño real de la publicación, por lo que confeccionaba plantillas a medida. El equipo básico estaba compuesto por plumas estilográficas, tinta china, papel secante y algún rotulador. Un material compatible con su pasión por las nuevas tecnologías. En seguida se apuntó al fax, al móvil, a escanear sus dibujos...
Cada seguidor de Forges tiene sus viñetas favoritas que puede soltar en cualquier conversación ("Si se divorcia, que se divorcie, pero yo pongo el ventilador", decía un asfixiado marido acostado junto a su mujer, bien tapadita y a gusto) porque los asuntos que trató eran variadísimos: la vida en pareja, la política, la historia, la educación... Bien mirados, hay dibujos en este volumen que no tienen ni pizca de gracia porque no era esa su función. Son pensamientos, críticas, observaciones... "Viñetas de concienciación, sobre la precariedad laboral, la igualdad de la mujer...", según Berta Fraguas. Como dice uno de sus blasillos: "Para vivir, antes bastaba solo con respirar, ahora, además, nos hace falta cobertura... grandes logros, proclamo".
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