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Martirio y Chano Domínguez reviven el espíritu disociado de Bola de Nieve

La cantante y el pianista publican un disco-homenaje con las desgarradoras canciones que encumbraron al músico cubano

Martirio y Chano Dominguez, el martes pasado en el Hotel AC Recoletos.
Martirio y Chano Dominguez, el martes pasado en el Hotel AC Recoletos. KIKE PARA

El nuevo disco de Martirio y Chano Domíguez, el tercero conjunto y muy deseado por ambos tras 15 años sin publicar juntos, es fruto de la admiración que los dos músicos sienten por Bola de Nieve, el nombre artístico de Ignacio Villa Fernández (Guanabacoa, Cuba, 1911-Ciudad de México, 1971). A Bola de Nieve, así se titula el álbum, es el particular tributo de la cantante de Huelva y el pianista de Cádiz al, a su vez, cantante y pianista cubano que recorrió todo el mundo entre los años treinta y sesenta y tocó con los grandes de su época, de Lecuona a Concha Piquer. Un intérprete de estilo emocional que fue admirado a ambos lados del Atlántico por sus canciones desgarradas. “No sé si fue una persona atormentada”, explica Martirio, “pero su vida no fue fácil, por algo dicen que es el hombre triste que cantaba alegre”.

Martirio (nacida María Isabel Quiñones en Huelva, 65 años) profundiza en la figura de Bola —así lo llaman ambos músicos españoles—, y sus circunstancias: “Yo creo que era una persona sensible en una época que era difícil, una persona negra en una época con mucho racismo, una persona homosexual en un tiempo donde no estaba bien visto… y eso es un sufrimiento. Una persona sensible, un artista, también tiene facilidad para sentir mucho. Por eso Bola de Nieve era capaz de transmitir tanto”.

Martirio y Chano Domínguez (Cádiz, 59 años) se prestan a una entrevista en el AC Recoletos, donde el pianista ha tocado durante un par de noches junto a Javier Colina con motivo del festival jazzístico que el hotel madrileño organiza durante el mes de noviembre con el contrabajista de jazz y flamenco como protagonista. Y allí, junto a un piano, la cantante de las eternas gafas negras y peinetas imposibles y su pianista favorito exhiben un respeto mutuo y una complicidad que los lleva, como en las amistades maduradas con tiempo y cariño, a completarse las frases y a pisarse las respuestas.

Por ejemplo, cuando explican el resultado de la canción del disco que quizá más les llamó la atención cuando la trasladaron a su lenguaje. Empieza la cantante: “Nos sorprende muchísimo el resultado que ha tenido Se equivocó la paloma”. “Es una canción que conocíamos de siempre y nunca habríamos esperado que…” (Domínguez). “…saliera de esta manera” (Martirio). “…que pudiéramos darle…” (Domínguez). “…la vuelta… y ha cogido un sentido…” (Martirio). “…una lectura” (Domínguez). “…un sentido político, de que no se equivoque la paz otra vez en España, de que no se equivoque la paloma”, concluye Martirio.

Sin duda, están entusiasmados con el resultado. Sobre todo por haber sabido plasmar las virtudes de Bola de Nieve, que ellos resumen desde su propio instrumento, bien el piano o la voz, aunque también en este caso opinan en la parcela del otro. “Como pianista era impresionante”, explica Chano Domínguez, “porque tenía una grandísima técnica del piano clásico. Podía volar con la voz como lo hacía porque él se había estudiado tanto ese piano que lo tocaba durmiendo. La primera vez que escuché a Bola pensé que era un cantante y que le acompañaba un pianista. Me dejó perplejo porque hay una disociación entre piano y voz, parece que son dos personas. Es muy curioso ver cómo creaba toda esa música, todas esas capas, todos esos universos”. A lo que añade Martirio: “Aparte de esa formación clásica, capaz de ser sutil y finísimo, después tiene la música popular, la música afrocubana. La mano izquierda muchas veces simula los tambores [“cómo no”, corrobora Domínguez], es muy curioso porque es mucho más moderno que el género en su momento”.

En cuando a la forma de cantar de Bola de Nieve, Martirio no calla su admiración: “Se permite una exasperación que no es lo habitual en el bolero, el bolero es más dulce, más caramelo, pero él lo lleva a un extremo expresivo brutal. A mí es lo que me fascina como cantante, porque es llegar a una gran intensidad a través de la desnudez absoluta, sin adornos, pero con una profundidad desgarradora. Y con mucho pudor a la vez: no se corta las venas en el primer compás. Tiene muchísimo pudor pero te enseña absolutamente cómo es su emoción. Para mí es el cantor de la verdad”. Valoración a la que Domínguez añade: “Cada canción parecía la última, parecía que se iba a morir. Era como un summun. Nadie te va a cantar una canción de esa manera. Aquí te lo he dado todo, eso es Bola, eso es Bola”, repite entusiasmado, tras lo que la cantante añade: “Él decía que no le gustaba impresionar, que lo suyo era la expresión, que él era la canción que cantaba. Eso es hermosísimo”. Y el pianista suma: “Él se lo creía tanto que es verdad que te lo hacía creer. Era un actor musical”. Y añade Martirio: “Él era muy teatrero. El otro día escribí [en una Carta Blanca de El País Semanal] sobre él que ‘es teatro cantado pero con guion propio’, con el guion de tu vida”.

Músico y cantante se conocieron hace más de tres décadas, a principios de los ochenta, gracias a Kiko Veneno, con el que hicieron unos “conciertos inolvidables en la Plaça del Rei” de Barcelona. “Nos hicimos amigos del tirón”, explica Martirio, “yo de Huelva y el de Cádiz, ahí había una complicidad, un sentido del humor, unas costumbres…”. Y años después empezaron a colaborar. Primero con el disco Coplas de madrugá (1997), que grabaron tras pasar 15 días en el estudio de Domínguez en el Puerto de Santa María, “engofaos y muertos de frío”, en palabras de Martirio. Después, en 2004, quisieron juntarse de nuevo y llevar el género a una big band y a una orquesta, e hicieron Acoplados. "Y eso fue la puesta de largo de las coplas", asegura Martirio en referencia al disco Acoplados. Explican que la copla era un estilo musical denostado porque la gente lo asociaba con años muy grises. "Las dictaduras siempre se aprovechan de la música popular", resume la cantante, "se aprovecharon de esta música para hacer unos carteles de una España determinada donde pusieron de banda sonora la copla, pero no quiere decir que la copla perteneciera ni a esa época ni a esa ideología". y añade el músico: “La copla es anterior, la copla viene de antes, había copla con la república”.

Tras quitarle el polvo al género, venderlo como los grandes standars de la música en español sin nada que envidiar a los americanos y abrir un camino a muchos otros músicos, ahora reivindican a Bola de Nieve. "En una época de tanta mentira hace falta alguien que cante con tanta verdad", asegura Martirio, que con este disco ha aprendido, explica, a tener mucha más pausa. ¿Cómo? "Dándole la importancia al silencio, que es música también. Muchas veces al hacer una pausa lo que viene tiene más importancia”.

Y afrontando los temas con honestidad, según explica la cantante: "Al seleccionar las canciones, escogí las que podría suscribir, las que yo podría firmar. Estoy cantando cosas que he sentido; como siempre hago por otra parte, ya que no canto de memoria nunca".

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