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Calles que punzan

Fotógrafos y cineastas apostaron el futuro del medio al teatro y no a la pintura, demostrando su vinculación a la historia social de la ciudad

Recogida de colchones para los refugiados (1936), de Pérez de Rozas.
Recogida de colchones para los refugiados (1936), de Pérez de Rozas.Arxiu Fotogràfic de Barcelona

Sólo la mente grácil de Roland Barthes podía sostener y afinar la idea de que los valores de la modernidad y de la fotografía no podían converger solo en el cuadro (el fantasma de la pintura), sino más bien en la escena (el teatro). El mismo Daguerre, cuando se apropió del invento de Niépce, rastreó en su primera fotografía registrada de una ciudad (Boulevard du Temple, 1838) las posibilidades de un escenario animado por movimientos, juegos de luz y perspectivas, en donde dos minúsculas siluetas borrosas —un hombre que levanta la pierna y otro que le limpia las botas— aparecen sin saber por qué. Lo curioso es que aquel paseo —el antiguo Bulevar del Delito— era muy transitado y en ese mismo instante debieron de pasar decenas de personas y carruajes, demasiado rápido como para quedar fijados en la imagen. Únicamente los dos misteriosos personajes permanecieron quietos el tiempo suficiente como para impresionar la fotografía en los 10 minutos de exposición que el fotógrafo había configurado.

Un siglo después, Gyula Halász, Brassaï, cargó con su Voigtländer y un trípode hasta la azotea en las Tullerías para fotografiar a un hombre muerto en la acera y la secuencia posterior, donde se ve a los viandantes curiosos que se acercan al cadáver hasta que la policía lo levanta. En Un hombre muere en la calle, Boulevard de la Glacière, la cámara obscura sincroniza el cuadro perspectivo, la fotografía y el diorama, las tres artes de la escena. Quedaba un cuarto elemento, el mediador singular: la Muerte. La fotografía, enuncia Barthes en La cámara lúcida, es “el sentido puro, lo que convierte el rostro en producto de una sociedad y de su historia”. Máscara y tableau vivant, los dos ejes que conforman el cuadro primitivo.

Las calles de la ciudad son las tablas donde fotógrafos y cineastas ensayan imágenes de lo que ven, desafiando las leyes de lo interesante, también de lo anodino, sorprendiendo algo o a alguien por el pequeño objetivo. Cámara y ciudad, en CaixaForum Barcelona, expone y hace progresar las ideas de Barthes por más que su comisario, Florian Ebner (responsable del departamento de fotografía del Pompidou), olvide referirse a él al asumir como propia la tesis del “carácter performativo (en un sentido artístico) y participativo (en un sentido político)” de la fotografía y el cine en los 250 trabajos de 80 autores “que escenifican y diseccionan la vida urbana con sus espectadores/actores”.

Lower East Side (Depresión, 1959), de Lisette Model.
Lower East Side (Depresión, 1959), de Lisette Model.

Teatro y también su opuesto, cuando el fotógrafo y el cineasta “superan la pose” y las aceras son un baile improvisado de mujeres vestidas de diario que salen y se cruzan (Lee Friedlander, 1966), hombres que comentan las noticias del día (Eli Lotar, 1936) y Broadway es un boogie-woogie (William Klein, 1958). La acrobática, fabulosa, En la calle (1952; 16 minutos), de Helen Levitt, James Agee y Janice Loeb, es antiteatro y campo de batalla que decreta la singularidad de todo: soledades, pintoresquismo, escenas de cuatro cuartos, progreso. También hay conflicto: en las calles de París un joven arroja un adoquín a la policía (Gilles Caron, 1968) y en Barcelona los antidisturbios aporrean a los manifestantes (Manel Armengol, 1976). Hoy como ayer.

Más punzadas. El rostro de Mujer ciega (1916), de Paul Strand, tiene el gesto de la máscara transferida a un cartel colocado sobre el pecho: BLIND. Desconocemos la razón por la que Marcel Bovis congela el momento en que dos personas están a contraluz, una frente a otra, en un callejón parisiense (1934), por qué Aleksandr Ródchenko se inventa una hipervisión de una madre subiendo las escaleras con su hijo en brazos (1930), qué le interesa a Lisette Model de la voluminosa figura de una mujer semioculta bajo un chal (1950) o qué quiere William Klein que veamos en su instantánea de unos chicos del barrio italiano que proclaman la ley del más fuerte (1954), donde nosotros sólo reconocemos los dientes estropeados del muchachito inocente.

La museografía de Cámara y ciudad tiene el ritmo del jazz y rima con el existencialismo de Robert Frank: Hold Still / Keep Going (Quédate quieto / Continúa), solía decir el fotógrafo y cineasta suizo fallecido hace pocas semanas. Las secuencias de fotografías y películas seleccionadas entre los archivos y colecciones del Centre Pompidou y museos españoles (Reina Sofía, MNAC, ­Macba) tienen un efecto frenético pues transmiten la euforia del espectador/actor como protagonista o ser errático, como se ve en el notable trabajo de Valérie Jouve (1964), cuyos personajes hacen pensar, por su artificialidad, en el efecto de distanciamiento que Bertolt Brecht había propuesto para romper con el naturalismo en escena.

'125 Lexington (The Velvet Underground, I am Waiting for the Man, 1967)', de Ciro Frank Schiappa. 
'125 Lexington (The Velvet Underground, I am Waiting for the Man, 1967)', de Ciro Frank Schiappa. 

Otra música, más serena, se infiltra como un camaleón en las fotografías de Ciro Frank Schiappa que muestra el Barcelona Centre de Disseny. New York Serenade es una topografía yerma de la familia del rock de los sesenta y setenta: el club The Coventry de Joey Ramone, el teatro Apollo de James Brown, el Max’s Kansas City de Warhol; los apartamentos de Iggy Pop y de ­Patti Smith y Robert Mapplethorpe, o el Ondine de Jimi Hendrix. En todas las imágenes, limpias, intensas pero inertes, la memoria suplanta definitivamente a lo real, como en aquella primera fotografía con la que Daguerre quiso congelar 10 minutos del bullicio de una ciudad en pleno día cuando “el espectro agarra al transeúnte” (Baudelaire). En la ciudad hormigueante, en esas mismas calles y plazas donde Berenice Abbott y Walker Evans ensayaron sus escenas, Schiappa encuentra ahora las máscaras que se esfumaron antes del instante decisivo.

‘Cámara y ciudad’. CaixaForum. Barcelona. Hasta el 8 de marzo.

‘New York Serenade’. Ciro Frank Schiappa. Barcelona Centre de Disseny. Hasta el 8 de diciembre.

Dos muestras en Barcelona reúnen imágenes que escenifican y diseccionan la vida urbana

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