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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

En directo desde el infierno

Las televisiones retransmiten con todo detalle los disturbios registrados en Barcelona

Rosario G. Gómez
Grupos de encapuchados en Barcelona.
Grupos de encapuchados en Barcelona. Miguel Oses (GTRES)

Hay un turismo que visita los lugares donde se rodaron series como Juego de tronos; hay otra categoría de viajeros que recorren cementerios como el de Mirogoj, en Zagreb, y hay quienes se detienen en localidades azotadas por los conflictos bélicos, como Sarajevo. Estos días se pasea por Barcelona un tipo de visitante que busca los escenarios en los que los radicales independentistas han sembrado la violencia. Se fotografían ante contenedores humeantes, restos de barricadas, aceras con adoquines arrancados o escaparates hechos añicos.

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Durante la última semana, las televisiones han ido mostrando las calles de Barcelona cercadas por guerrillas urbanas. Con un espectacular despliegue de medios, presentadores estrella, comentaristas en los platós y reporteros empotrados en la Policía y los Mossos, las cadenas han retransmitido en directo las violentas protestas por la sentencia del procés.

Acostumbrados a ver en primer plano los destrozos en París y las revueltas en Hong Kong, las imágenes de Barcelona encajan en esa escenografía. En un lado, grupos de violentos incendiando contenedores, destrozando el mobiliario urbano, utilizando mesas y sillas de las terrazas como armas arrojadizas. En otro, las fuerzas del orden respondiendo con pelotas de goma, gases lacrimógenos y cañones de agua. Y entre ambos lados, los periodistas, protegidos con cascos e identificados con chalecos naranjas. Agredidos e insultados por hacer su trabajo, diana de botellazos y regados con todo tipo de líquidos.

Siguiendo el manual de las revueltas urbanas, los feroces encapuchados arremeten contra los reporteros, aunque saben que los necesitan para que difundan sus acciones. Los vándalos actúan como si fueran protagonistas de un reality. Se hacen selfis ante las barricadas y se fotografían en grupo como si estuvieran de vacaciones. Inutilizan las cámaras de las entidades financieras para no ser grabados y huyen de los primeros planos televisivos mientras destrozan lo que encuentran a su paso.

Los espectadores han podido seguir las escaramuzas de los violentos y han visto y escuchado cómo se vivieron los disturbios en la acera de las fuerzas del orden. Los policías confiesan que ha sido “un puto infierno”, que han recibido durante horas “hostias” en la Vía Laietana y que hay muchos heridos.

Grupos radicales y antisistema llegados de otros países europeos se han unido a la fiesta. Saben cómo hacer hogueras: llevan bombonas de helio y hasta motosierras parar talar árboles y alimentar el fuego. Hay momentos en los que las imágenes de Barcelona y las de Santiago de Chile, donde los manifestantes han desatado una protesta de enormes dimensiones espoleada por la subida del billete de metro, se parecen demasiado.

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