La última morada del espíritu centroeuropeo
Chernivtsi, multicultural ciudad ucraniana, celebra un festival literario inspirado por el poeta Paul Celan
Chernivtsi, ciudad ucraniana de casi 270.000 habitantes cercana a la frontera con Rumanía, se vuelca en la literatura cada año durante varios días, cuando escritores vinculados con Europa Central (como concepto cultural e histórico) deambulan por calles y plazas, por iglesias, sinagogas y cementerios, recitando versos, leyendo textos y asociando su creatividad y sus paseos con los emplazamientos que fueron testigos de la compleja y agitada biografía de una urbe multicultural.
Chernivtsi (Czernowitz en alemán, Cernauti, en rumano o Chernovzi en ruso) perteneció al imperio austrohúngaro desde 1775 a 1918 y fue parte de Rumania entre las dos guerras mundiales. En 1940, la ciudad se incorporó a la Unión Soviética (como centro de la provincia de Chernivtsi en la república socialista soviética de Ucrania), en 1941 fue ocupada por los fascistas rumanos aliados con la Alemania nazi, y en 1944 de nuevo fue recuperada por la URSS como parte de Ucrania. La localidad fue la capital de la antigua región de la Bucovina, dividida hoy entre Rumania (Bucovina del sur) y Ucrania (Bucovina del Norte).
El Festival Poético Internacional Meridian Czernowitz se celebra este año del 5 y el 8 de septiembre. El nombre del evento evoca a Paul Celan (1920-1970), el poeta en lengua alemana nacido en una familia judía local, cuya vida quedó marcada por los horrores del nazismo. Celane, que estuvo internado en un campo de trabajos forzados, perdió a sus padres en un campo de exterminio en 1942. En 1944, emigró a Bucarest, luego a Viena (1947) y de allí, pasó a residir entre Francia, Alemania, Suiza e Israel.Considerado uno de los mejores poetas en lengua alemana del siglo XX, Celan se suicidó en Paris. El festival de Chernivtsi está asociado al nombre de un conocido texto que el poeta pronunció al recibir un prestigioso premio alemán en 1960.
Conocida como “la pequeña Viena”, Chernivtsi fue un escenario de multiculturalidad (por lo menos cinco idiomas y tres alfabetos coexistieron en la misma urbe) que supo reflejar otro oriundo del lugar, Gregor von Rezzori (1914-1998) en “La gran Triología”.
Además del intercambio cultural, el objetivo del festival es la fiesta en sí misma y también la promoción de una ciudad que, estando como está en el corazón de Europa, parece hoy periférica por partida doble, para Occidente, por los tremendos baches que taladran las carreteras de acceso, al cruzar la frontera de la UE con Ucrania, y para Kiev en relación a otras urbes más dinámicas como Lviv (escenario de una popular feria del libro) o Járkiv, centro industrial y cultural del Este.
El genocidio nazi, en el que perecieron la mayoría de los judíos de la Bukovina, la guerra y los reasentamientos poblacionales (repatriación de rumanos, alemanes, polacos y éxodo de supervivientes judíos) redujeron la pluralidad cultural que reinó en este entorno. Hoy, la inmensa mayoría de los habitantes de Chernivtsi son ucranios, que coexisten con minorías, sobre todo rumanas. En época soviética, Von Rezzori o Celan eran unos desconocidos para los ciudadanos de a pie y sus nombres comenzaron a divulgarse localmente tras la desintegración de la URSS, según confirma Sviatoslav Pomerántsev, presidente de Meridian Czernowitz.
El festival surgió hace 10 años, explica Pomerántsev y a la organización y financiación del evento contribuyen entidades de promoción cultural de Alemania, Austria, Suiza y Ucrania, así como mecenas locales. Todos los versos y textos en ucranio son traducidos de forma simultánea al alemán y viceversa, dice Pomerántsev.
El grupo de iniciativa, corazón del proyecto, está formado por Yuri Andrujóvich, Serguí Zhadán, dos conocidos escritores en lengua ucraniana, así como el crítico cultural Igor Pomerántsev, entre otros. Este año participan 30 creadores de cinco países (Austria, Alemania, Suiza, Israel y Ucrania), entre ellos Andrujóvich, Zhadán, Andrí Liubka, Irena Karpa, Olexadr Boichenko, Tarás Projasko, entre los ucranianos, Uta Akermann, Ilma Rakusa, Martin Walts, Lea Schneider, entre los representantes de la lengua alemana, y los israelíes Shimon Adaf y Nurit Zarchi.
“La gente de Chernivtsi se orientaba siempre hacia la metrópoli, primero hacia Viena, luego hacia Bucarest y después durante más de cuarenta años la metrópoli fue Moscú, no Kiev, que no tomó el testigo y no se convirtió en foco de atracción. Por eso, Chernivtsi anda hoy un poco desorientada”, explica Sergi Osachuk, historiador y miembro del grupo de iniciativa del festival. La desorientación se plasma en “una glorificación del pasado, por falta de una visión de futuro”, dice Osachuk, que es cónsul honorario de Austria en la provincia.
“El festival es importante para la imagen cultural de la ciudad, pero el grupo de impulsores locales es muy limitado y hasta cierto punto depende de la demanda del mercado literario en lengua alemana y al deseo de este de cultivar la nostalgia, así como a las necesidades de una Disneylandia de la vieja Austria por parte de los turistas alemanes o israelíes”, afirma el historiador.
Los promotores del festival fundaron también una editorial que publica los principales autores de Ucrania y una empresa que promociona otros festivales literarios en distintas ciudades de Ucrania como Poltava y Odessa.
El festival atrae a muchos turistas pero estos no son suficientes para hacer que remonte esta ciudad centroeuropea castigada por la crisis económica y el paro. El poeta Liubka constata que la ciudad “se ha degradado” durante los diez años de vida del festival. Efectivamente no hay que alejarse mucho de la calle Olga Kobylianska (vía del centro que en el pasado se llamó la Herrengasse y hoy está dedicada a una poetisa en lengua ucraniana que vivió de 1863 a 1942) para constatar los parches y altibajos del pavimento, los efluvios del alcantarillado y el envejecimiento del entorno.
El mercado como salvación
Para bien o para mal, en Chernivtsi no se han instalado las principales cadenas de hamburgueserías o de tiendas de moda internacionales. En las afueras de la ciudad sigue funcionando el mercado de Kalinivski, uno de esos gigantescos centros comerciales que surgieron a hundirse la URSS y donde se puede comprar desde electrodomésticos a muebles, pasando por comida o enanos de jardín. Llegan a este mercado representantes de fábricas de confección venidas a menos en otras provincias ucranianas que por un precio aceptable confeccionan la ropa a medida a las parroquianas. Kalinivski fue la salvación de los empleados de las fábricas de electrónica de Chernivtsi que tuvieron que cerrar al hundirse la URSS. Hay en la ciudad una universidad con 15.000 estudiantes, cuya sede (también emplazamiento del festival) es un monumento de la humanidad protegido por la Unesco (el palacio de los metropolitas de la Bucovina y Dalmacia, construido por el arquitecto checo Josef Hlavka en el siglo XIX). También hay centros culturales administrados por las minorías aquí residentes y una galería de arte moderno (Factum Arte), cuya directora Natalia Bogomaz ,se queja de que los jóvenes amantes del arte emigran al extranjero siendo sustituidos por campesinos venidos de la provincia, que no se interesan por la materia.
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