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EL HOMBRE QUE FUE JUEVES
Columna
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Recuerdos instantáneos

La respuesta del público ante 'By Heart' se divide entre el silencio maravillado y la participación desde el comienzo

Marcos Ordóñez
Tiago Rodrigues, durante la representación de 'By Heart'.
Tiago Rodrigues, durante la representación de 'By Heart'.FESTIVAL GREC

Se acaba el Grec. He visto grandes cosas (y me quedan), pero me vuelven ahora dos funciones humildes y poderosas: al instante sabía que iba a recordarlas. En el Espai Lliure, By Heart, una joya sobre la fuerza de la memoria. Se vio en media Europa y en EE UU. Y en Madrid, en el Teatro del Barrio, hará tres años. Dura 90 minutos, pero su encadenado de historias no se puede resumir en pocas líneas. Sus claves: complejidad con la máxima sencillez y el luminoso carisma de Tiago Rodrigues, actor y director del Teatro Nacional Doña Maria II, de Lisboa. Fascinado por De la belleza y el consuelo, una entrevista televisiva de George Steiner, Rodrigues la vio cada noche hasta memorizarla. Mejor: hasta alimentarse de su espíritu.

Historias, historias, historias. El niño Ray Bradbury aprendiéndose cuentos y con los años engendrando a Montag en Fahrenheit 451; Boris Pasternak retando al congreso soviético de escritores en 1937, cuando desafió a Stalin poniéndose en pie para decir "30", y 2.000 valientes se alzaron a su consigna para recitar el Soneto XXX de Shakespeare. Y la voz vibrante y contagiosa de Tiago nos traslada a la cocina de Nadejda Mandelstam, reunida cada tarde con los amigos de Ossip para hacer suyos sus poemas. Pero la cumbre de la emoción es la hermosa historia de Cándida, la abuela de Tiago, de 93 años, que se estaba quedando ciega y le pidió un libro que pudiera aprenderse de memoria. La respuesta del público ante By Heart se divide entre el silencio maravillado y la participación desde el comienzo: el Soneto XXX, que vuelve al escenario para que espectadores voluntarios se repartan sus líneas. Tiago Rodrigues es un soberbio narrador: ha sido un regalo tenerle en Barcelona. ¿Para cuándo la visita de Sopro, con la que triunfó en Aviñón en 2017 y que este mayo se vio en los madrileños Teatros del Canal?

También he visto a un público encandilado en la Villarroel ante Un dia qualsevol, una comedia agridulce y luminosa, escrita y dirigida por Oriol Tarrasón: un relato (o muchos) sobre la vejez, con humor y ternura, sin sobrecarga de blandenguería ni de amargura. Dos solitarios, Mateu y Ernest, comparten habitación en una residencia de ancianos a la que llega Solange, que va a contagiarles el anhelo de revivir. Los tres (Pep Ferrer, Quimet Pla e Imma Colomer, en plena forma) y una enfermera cómplice (Annabel Castan, impecable) intentan hacer real la frase “la vida es demasiado corta para vivir solo cien años”. Ah, y con un sexteto de cómicos tan entregados como desconocidos a guisa de coro residencial.

Un dia qualsevol me limpió el alma, después de alguna función que se regodeaba peligrosamente en el dolor. No sé si la función de Tarrasón y Les Antonietes me recuerda una comedia francesa o italiana, o una estupenda mezcla de ambas. Le auguro retorno y éxito. Y espero que vaya de gira por toda España, porque lo que sale del corazón suele llegar directo al corazón.

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