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Salvador Dalí veranea en Mónaco

El Forum Grimaldi expone 80 obras del pintor para ilustrar cómo le influyeron los grandes maestros y su rastro en la pintura del siglo XX

José Ángel Montañés
'Violetas imperiales', la obra que Dalí pintó en 1938 cerca de Mónaco que puede verse en la exposición de Forum Grimaldi.
'Violetas imperiales', la obra que Dalí pintó en 1938 cerca de Mónaco que puede verse en la exposición de Forum Grimaldi.J. Á. M.

En 1938, tras visitar en Londres a Freud, Salvador Dalí y Gala viajan hasta Florencia y luego se instalan cuatro meses en La Pausa, la casa que su amiga Coco Chanel tenía en Roquebrune (Cap Martin), a pocos kilómetros de Mónaco. En este bello rincón de la Costa Azul y en un momento convulso para España y Europa, Dalí pinta Violetas imperiales, donde interpreta, a base de una pintura de tonos lúgubres, el ambiente bélico que se vivía por la Guerra Civil y poco después en la Segunda Guerra Mundial. En 2015 la Fundación Gala-Salvador Dalí la compró y pasó a formar parte de la docena de obras surrealistas, las más valoradas del pintor, que posee el centro de Figueres. Violetas Imperiales, cuyo título le puso Dalí por la película protagonizada por Raquel Meyer y dirigida por Henry Roussell en 1923 que él y Gala vieron en casa de Chanel, ha vuelto cerca del lugar dónde se pintó, al Forum Grimaldi de Mónaco, un moderno edificio que preside la bahía de esta pequeña ciudad-país de la Costa Azul, para formar parte de la exposición Dalí. Una historia de la pintura que se inauguró ayer hasta el 8 de septiembre.

Una de las 48 fotografías que muestran a Dalí pintando, junto con la obra surrealista 'La memoria de la mujer-niña', de 1929.
Una de las 48 fotografías que muestran a Dalí pintando, junto con la obra surrealista 'La memoria de la mujer-niña', de 1929.JCVINAC (Grimaldi Forum)

Las 80 obras, 48 fotografías y 30 documentos que ocupan 3.000 metros cuadrados de este equipamiento parecen, no obstante, que no se han movido de casa. La impactante museografía creada en Mónaco ha trasladado la luz y el sol de Cadaqués, más azul si cabe que el que da nombre a toda esta costa monegasca, y sobre todo la arquitectura típica de Portlligat, reproduciendo los muros blancos de su arquitectura simple en los que se han abierto ventanas que dejan el mar, las barcas o las barracas, tal y como las vio Dalí, reproducidas en enormes fotografías. “Es imposible entender mi pintura sin conocer Portlligat”, escribió el pintor.

'Desmaterialización cerca de la nariz de Nerón', pintada por Dalí en 1947, que puede verse en la exposición de Mónaco.
'Desmaterialización cerca de la nariz de Nerón', pintada por Dalí en 1947, que puede verse en la exposición de Mónaco.J. Á. M.

Las piezas, provenientes en su mayoría de la Fundación-Gala Salvador Dalí de Figueres, pero también del Museo Reina Sofía y del The Dalí Museum de Saint Petersburg de Florida, tres de los centros que conservan una mayor producción del pintor de Figueres, están fechadas entre 1910 y 1983 y forman una retrospectiva que permite descubrir “las diferentes etapas creativas del artista y revelar de qué forma Dalí encontró su lugar en la historia de la pintura del siglo XX”, explica Montse Aguer, comisaria de la muestra y directora de los Museos Dalí, que asegura que esta es la exposición que conmemora los 30 años del fallecimiento del pintor.

El recorrido permite ver sus distintos periodos creativos. Desde los primeros retratos que hizo a su familia, sobre todo a su padre y a su hermana Ana Maria, los paisajes de Cadaqués, bajo los influjos del impresionismo (Cadaqués visto de espaldas, 1921) y el cubismo, influido por Juan Gris y Picasso (Figuras tumbadas sobre la arena, 1926). Le siguen piezas que ilustran la pintura metafísica y la abstracción (Cuatro mujeres de pescadores en Cadaqués, 1928), para luego caer en el surrealismo, momento en el que destacan obras como Monumento imperial a la mujer-niña, de 1929, el año en el que cambió radicalmente su vida, tras conocer a Gala de la que nunca más se separó y ser expulsado de su familia, también para siempre. También, el contundente El espectro del sex-appeal o Elementos enigmáticos en un paisaje, las dos de 1934, y Angelus arquitectónico de Millet, realizado un año antes, como consecuencia de la obsesión que Dalí sintió toda su vida por la obra de Millet y que le llevará a desarrollar su método paranoico-crítico, su gran aportación al surrealismo.

'Proyecto Romeo y Julieta' (a la izquierda), de 1942, y 'Proyecto para Tristán loco', de 1944, dos obras de Dalí que pueden verse en la muestra de Mónaco.
'Proyecto Romeo y Julieta' (a la izquierda), de 1942, y 'Proyecto para Tristán loco', de 1944, dos obras de Dalí que pueden verse en la muestra de Mónaco.J. Á. M.

La vuelta al clasicismo, a la religiosidad y el misticismo, se corresponde con las obras de gran formato y de la mística nuclear. Aquí ha viajado Desmaterialización cerca de la nariz de Nerón, de 1947. Conocer a Andy Warhol le llevó a descubrir el arte americano y el hiperrealismo; presentes en la exposición en ejemplares de la revista Interview, documentales y fotografías que permiten ver al Dalí más pop. Casi al final del recorrido pueden verse algunas de las obsesiones científicas de Dalí a partir de los años 70 hasta el final de su vida: la ciencia y las nuevas tecnologías, con estereoscopias y las holografías.

“La exposición reivindica, por encima de todo, al Dalí pintor, y lo hace a partir de una de sus obras fundamentales, su libro 50 secretos mágicos para pintar, un tratado de pintura publicado en 1948 en el que habla de su recuperación de la técnica y de su admiración por los grandes como Vermeer, Rafael, Velázquez y Picasso, de los que se sentía deudor”, explica Aguer.

El taller ideal para Dalí, según la reconstrucción que puede verse en Mónaco.
El taller ideal para Dalí, según la reconstrucción que puede verse en Mónaco.J. Á. M.

Dalí, obsesionado por el tema de la pintura –“Estoy destinado por mi nombre, Salvador, a salvar a la pintura moderna”–, teorizó sobre cuál sería su taller perfecto: un enorme icosaedro de cristal y acero con sus 20 caras formadas por triángulos equiláteros. Basado en las proporciones humanas de Leonardo pensó construirlo en el exterior de su casa de Portlligat, porque “solo un edificio así produciría la más completa sensación de calma”. Como muchas otras de sus genialidades no llegó a materializarlo. En la exposición se ha recreado a tamaño natural esta estructura ideal, y toda la muestra gira entorno suyo.

El príncipe Alberto y la infanta Cristina, en la inauguración

Dalí visitó en varias ocasiones Mónaco, sobre todo tras regresar de Estados Unidos en 1948. Durante los meses que residía en Portlligat visitaba el sur de Francia y este pequeño país donde residían algunos de sus mejores amigos, que pagaban altas cantidades de dinero por sus obras. El enorme cadillac que se conserva en el castillo de Púbol donde esta enterrada Gala lleva la matrícula de Mónaco; uno de los elementos que hablan del lujo y la buena vida que tanto amaron esta pareja inclasificable. Gala y Dalí habrían estado encantados con la inauguración de esta exposición el pasado 5 de julio y poder departir con el príncipe Alberto de Mónaco, la infanta Cristina de Borbón, la consejera de Cultura de la Generalitat, Mariàngela Vilallonga, y el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, los tres últimos como patronos de la Fundación Gala-Salvador Dalí, entre otros personajes destacados.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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