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Crítica | Tu mejor amigo: un nuevo viaje
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La voz de su amo

La película se dirige a aquellos que convierten a sus muy sufridas mascotas en prótesis emocionales, caracterizadas por la entrega incondicional a sus amos

Dennis Quaid, en 'Tu mejor amigo: un nuevo viaje'.
Dennis Quaid, en 'Tu mejor amigo: un nuevo viaje'.

W. Bruce Cameron ha centrado su carrera literaria en la sobreexplotación de un monólogo interior canino no entendido como un problema de lenguaje, sino como el sendero más corto para proporcionar un grimoso placebo a sus lectores. Bailey, perro protagonista de La razón de estar contigo: un nuevo viaje, novela que inspira esta secuela de Tu mejor amigo (2017), de Lasse Hallström, difícilmente podría sostener la reflexión que planteaba Paul Auster en Tombuctú para justificar la articulación lingüística de su perro protagonista: “La mayoría de los perros adquieren un buen conocimiento de trabajo del lenguaje bípedo, pero Míster Bones tenía además la suerte de que su amo no lo trataba como a un ser inferior”. Tampoco se imagina uno a ningún chucho cameroniano tejiendo una organización social tan sensata como la de los canes que sobrevivían a la humanidad en Ciudad de Clifford D. Simak, porque, pese a sus aspavientos para exteriorizar –y rentabilizar- su afecto, el escritor detrás de películas tan declaradamente kitsch como Uno más de la familia (2019) y la presente Tu mejor amigo: un nuevo viaje es lo que la especie canina en pleno debería considerar un falso aliado.

TU MEJOR AMIGO: UN NUEVO VIAJE

Dirección: Gail Mancuso.

Intérpretes: Kathryn Prescott, Dennis Quaid, Henry Lau, Marg Helgenberger.

Género: drama. Estados Unidos, 2019,

Duración: 109 minutos.

Cameron no se dirige al amante de los perros, sino a un subgrupo bastante particular: aquel que convierte a sus muy sufridas mascotas en prótesis emocionales, caracterizadas por la entrega incondicional a sus amos, entrega libre de aristas y exenta de los conflictos y claroscuros de toda interacción social con un sujeto con derecho a réplica. Por si todo no fuera suficientemente perturbador, Cameron suma al asunto trazos de religión por otros medios: como ocurría en la película de Hallström, el perro –capaz de renovar su servilismo de reencarnación en reencarnación- funciona como el perfecto e imbatible ángel de la guarda, que, tras una breve excursión al Cielo de los perretes –un gran campo de trigo-, vuelve para identificar novios tóxicos o diagnosticar cánceres. Bregada en televisión, la directora Gail Mancuso debuta con este trabajo que envuelve sus tópicos en textura telefílmica y melaza dramatúrgica. Una apuesta estilística por lo menos consecuente con las exigencias del material.

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