Jim Jarmusch: “El mundo es de los adolescentes”
El director estrena ‘Los muertos no mueren’, una película de zombis, y asegura: “Trump es una cortina de humo de las empresas. No perdamos el tiempo con él”
El tupé de Jim Jarmusch (Akron, Ohio, 66 años) sigue ahí, pletórico, frondoso, imperturbable ante el paso del tiempo, más allá de su cambio de color. Tampoco el buen sentido del humor de su dueño, parapetado tras unas gafas de sol que completan la imagen de uno de los grandes creadores del cine indie neoyorquino desde el estreno de Extraños en el paraíso, Cámara de Oro -el premio al mejor debut en cualquier sección del festival- de Cannes en 1984. Desde entonces ha proporcionado a los cinéfilos un puñado de documentales musicales prodigiosos y de obras maestras (Bajo el peso de la ley, Noche en la Tierra, Dead Man, Ghost Dog, Flores rotas, Solo los amantes sobreviven, Paterson...) en cuya categoría no entra su nuevo trabajo, Los muertos no mueren, una comedia zombi, un divertimento rodado con sus amigos (Bill Murray, Tilda Swinton, Iggy Pop, Tom Waits, Steve Buscemi y Adam Driver, entre otros), que se estrena el próximo viernes y que abrió el pasado certamen de Cannes, donde Jarmusch se siente como en casa y donde tuvo lugar esta entrevista.
Rodeado de un grupo de periodistas, el cineasta saca sus libretas para explicar su trabajo, pero antes quiere aclarar su nuevo mantra: "El mundo es de los adolescentes. La generación que hoy en día pasa por esos años es muy creativa, arriesgada en lo cultural. Me fascina lo que están haciendo. El mundo es de ellos... [echa a reír], bueno, de ellos y de Tilda Swinton, que sería la reina del planeta y podría capitanear sus tropas. Yo desearía que la Tierra fuera un matriarcado, porque ella mandaría y yo haría lo que me dijera. También, y lo digo en serio, estoy seguro de que sería un mundo mejor".
Volviendo a su pasión por la adolescencia actual, desgrana: "Algunas de esas rebeldías acaban siendo absorbidas por la sociedad, desde Arthur Rimbaud, Bobby Fischer o Mary Shelley a Kurt Cobain. En Los muertos no mueren he querido hacerles un guiño con el reformatorio y con el grupo que lidera Selena Gomez. ¿Sabéis a quién oigo ahora constantemente?". Los periodistas pegan un respingo: el fan y amigo de Iggy Pop, Tom Waits o Neil Young está a punto de lanzar una bomba: "Billie Eilish, una auténtica estrella del pop. Sus letras son impresionantes, me llegan como no lo hacen artistas de mi generación". Solo tiene un pero Jarmusch a los adolescentes: "A veces la revolución hormonal les confunde".
Consejos para escribir un guion
Jim Jarmusch tiene claro su método de escritura de guion. “A mí me funciona y me va bien, creo [risas]. Yo hago esto a la hora de afrontar un proyecto”. Así es su proceso.
Lee a Marguerite Duras. "Antes de empezar a escribir, leo algo de Duras. Me hipnotiza la sencillez y la belleza de su escritura. Esta vez lo he acompañado con Robert Walser, cuya novela El paseo es maravillosa. Ah, y con textos de Joe Brainard [pintor de la Escuela de Nueva York], que no tienen relación estética con el filme".
Escucha música inspiradora. "Aquí sí necesito que tenga una implicación emocional con el filme. Para esta descubrí a la banda The Angelic Process, de heavy noise. Y oí mucho a Billie Eilish. ¡Qué letras!".
Escribe a mano. "Así guardas lo que has desechado o cambiado de lugar". Jarmusch no tiene email. "Aunque me encanta enviar emojis en mensajes de texto".
Rueda con amigos. "Es sencillo: te quitas de problemas, que luego todo se complica".
Su empatía con la gente joven tiene que ver también con que son ellos "quienes encabezan las manifestaciones contra el calentamiento global". Los muertos no mueren es un canto en protesta ante el cambio climático. "Los jóvenes están luchando contra el mundo tan horrible que les estamos dejando. Y me reconozco culpable: uso un coche con gasolina, bebo de botellas de plástico... No ayudo mucho". Curiosamente, el cineasta no cree en la culpabilidad de los políticos. "Son marionetas de las corporaciones, porque en realidad el mundo está regido por las empresas, que usan nuestra avaricia para enriquecerse. Nuestra función es, sencillamente, consumir".
A Jarmusch nunca le ha interesado mucho el subgénero de los zombis. "A mí siempre me han ido más los vampiros, por su sofisticación, su elegancia, su encanto sexual... Recuerdo mucho a Bela Lugosi. En cambio, no he visto Walking Dead, y del cine de zombis solo me interesa George A. Romero. Porque crea la nueva mitología. Antiguamente, los zombis eran manejados mediante el vudú por alguien que les ordenaba cosas como 'Matad a Donald Trump'. Y allá que se iban. Romero reforma ese concepto: tienen su propia identidad y proceden de nuestra sociedad, somos nosotros. Un zombi es monstruo y víctima al mismo tiempo. En mi filme he subrayado la idea de que estos no muertos solo se mueven buscando lo que más querían cuando estaban vivos". Por otro lado, Jarmusch ha aportado su pequeño grano de arena al género y ha inventado que están "rellenos de polvo, como si estuvieran desecados, tras perder el agua que en un 75% compone un cuerpo". "En fin, que lo que quería decirles es que he filmado una peli con zombis porque así es como va la gente por la calle: atontada mirando al móvil. Dios, es que en Nueva York nadie levanta la cabeza del cacharro. Panda de idiotas", y el tono final de su frase es lo suficientemente serio como para dar a entender que no está de chistes. Momento para hablar de Trump. "Puf, veo entre mis amigos muchos muy motivados en luchar contra él. A mí me la suda. Es una cortina de humo de las corporaciones. Vayamos más allá, no perdonamos el tiempo con él".
El último viejo 'indie'
También es consciente Jarmusch de que es el último representante de una escena, la indie neoyorquina, a punto de fenecer. “El sistema ha cambiado por completo, cierto. Nadie matará la belleza de la forma del cine, y siempre alguien expresará sus sentimientos en imágenes. Sin embargo, ¿cómo se financiará?”. Jarmusch sigue yendo a las salas un par de veces a la semana, y viendo en casa otras cinco películas. “Nadie podrá parar al cine”.
Que Los muertos no mueren es un mero entretenimiento lo confirma el cineasta hasta en los nombres de los personajes: el de Driver se llama Ronnie Paterson, como guiño a su colaboración precedente, y a Murray le ha tocado Cliff Robertson: "Y a Rosie Perez la he bautizado Posie Juarez. En mis películas, siempre hay un guiño a Hollywood, de ahí lo de Robertson, como la estrella. Pequeños chistes que me salen durante la escritura". Y enseña la agenda: "Son notas que tomo durante la redacción del guion, que aún hago a mano. A veces tienen que ver con la película, otras no. Apunto qué estoy escuchando, detalles, pensamientos, poemas... Lo escribo en varios colores, lo que no quiere decir nada: lo hago con el boli que tengo más cerca". Confiesa que no le gusta mirar hacia atrás: "Me plantearon hacer una serie con Ghost Dog, el proyecto ha tirado hacia adelante y puede que acabe como su productor ejecutivo, aunque no más. Lo de revisar el pasado no va conmigo. Veo las películas en su estreno en alguna sala comercial con gente que haya pagado por la entrada y ya está".
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