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La cultura como inversión de futuro para las ciudades

Músicos, promotores y políticos debaten en ExibMúsica alternativas para fomentar la llamada ‘economía naranja’

El músico y exministro costarricense Manuel Obregón, en Setúbal.
El músico y exministro costarricense Manuel Obregón, en Setúbal.J. M.

Kepa Korta, quien fue alcalde de Ordizia (Gipuzkoa) por Euskadiko Ezkerra entre 1987 y 1991, pone el dedo en la llaga, “cuando hay una crisis, las ciudades buscan auxilio en la cultura”. El músico y exministro costarricense Manuel Obregón canta las cuarenta: “la cultura no es gasto es inversión, está calculado que cada dólar genera un 12% de riqueza”. Músicos, promotores, gestores, políticos se reunieron el fin de semana en Setúbal en la quinta edición de ExibMúsica para demostrar que el futuro de las ciudades pasa por la llamada ‘economía naranja’, los beneficios monetarios que genera la actividad cultural. Ante la irreversible decadencia industrial de las ciudades, el remedio, vinieron a decir, es la creación de fábricas culturales.

“¿De qué sirve tanto festival?”, se pregunta el portugués Pedro Pina que, precisamente, es el anfitrión de esta feria. “La mayoría llegan como un paracaídas y se van, no dejan rastro, no dan identidad a la ciudad. La cultura es fundamental para su regeneración urbana, pero no puede ser la guinda de las fiestas patronales”.

La orquesta del Río Infinito

Un barco cargado de músicos bajó en 2008 por el Iguazú, el Paraná, el Amazonas, el San Juan y el Misisipí. Eran 60 músicos de todas las naciones del continente que navegaban por los ríos “no para llevar la música a los indígenas sino para que ellos nos enseñaran la suya”. Una década después lo recuerda su creador, Manuel Obregón, pianista costarricense que ha dedicado su vida a rescatar el folclore del continente.

“La orquesta se llamó Río Infinito porque los ríos son la vía más natural para llegar a las comunidades indígenas. Los músicos iban cambiando, subiendo y bajando, siempre tocando con la gente que nos encontrábamos, pescadores, indígenas, también en pequeñas ciudades. Íbamos a la búsqueda de la música ancestral, que solo se encuentra si los artistas vamos a su origen, las tribus”.

Con el tiempo, la idea del Río Infinito se ha replicado por interés de los propios músicos. Es el caso del misionero Joselo Schwapz, que sigue navegando para recuperar la música de los jesuitas en las comunidades donde se implantaron.

Tanto en Portugal como en España, la mayoría del gasto cultural procede de los ayuntamientos. En el caso luso es el 70%, sin embargo, cuenta el gestor cultural Luis Ferreira, los ayuntamientos carecen de técnicos culturales que diseñen un plan estratégico. “El dinero no es el problema. Tenemos museos, auditorios, galerías de arte, pero la realidad es que la mayoría de la gente no va. ¿Cómo trabajamos con un público que no quiere saber nada aunque se lo ofrezcamos gratis?”.

Responde el creador y autopromotor brasileño Benjamin Taubkin, “conversando con ellos. Yendo allí, en lugar de que ellos vengan acá, a nuestros escenarios”.

Es lo que hizo también el costarricense Obregón, que ha dedicado su vida a rescatar el folclore iberoamericano, con la creación de la orquesta Río Infinito.

El 2% de la riqueza iberoamericana procede de la cultura, que emplea a dos millones de personas, señala Ana Paula Laborinho, directora de Organización de la OEI. “La cultura es el cuarto pilar del desarrollo, junto al económico, el social y el ambiental”, expone el mexicano Enrique Glockner, director del festival Megápole. “Somos víctimas de un gran invento, las ciudades; en 2050 el 75% de la población mundial residirá en ciudades y son los ayuntamientos el vínculo institucional más próximo de las personas, los que mejor conocen las inquietudes de la gente en el día a día”.

Mientras el presupuesto cultural del Gobierno portugués roza el 1%, Setúbal invierte un 10%. “Las instalaciones existen, pero hay que conseguir que los jóvenes se interesen y los viejos también porque la cultura es un factor fundamental en la regeneración de las ciudades, pero hay que crear identidades culturales propias”.

Korta recuerda que con la crisis económica de 1939, San Sebastián decidió crear la Quincena Musical; en 1953 el festival de cine y en 2016, para tratar de cerrar la crisis social provocada por la violencia, capital cultural europea. Hoy, el 17,9% de las empresas donostiarras son creativas. “Las ciudades deben trabajar sobre todo las infraestructuras invisibles crear el humus, el abono para que surja la creatividad”.

El humus se encuentra en la carpa central de ExibMusica donde se mezclan promotores culturales, políticos y músicos independientes iberoamericanos que hacen sus contactos. “Cada vez son más los artistas que llegan con su disco y su promoción, que son sus propios gestores musicales”, explica la directora Adriana Pedret. “La figura del manager se ha diluido mucho con las nuevas tecnologías, pero aún así se necesita verse las caras”.

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