Joan Jonas, pionera del videoarte
La Fundación Serralves expone 50 años de instalaciones de la artista multidisciplinar
Llamarla videoartista sabe a poco. Desde los sesenta, Joan Jonas (Nueva York, 1936) se codeó con la élite del arte mundial, con el escultor Richard Serra, el pintor Robert Rauschenberg, la coreógrafa Trisha Brown o el músico John Cage. Y buscó un propio formato para poder incorporar todas esas disciplinas y alguna más: el videoarte. La fundación Serralves de Oporto muestra 21 de sus disruptivas instalaciones, desde los espejos de Wind (1968) a los pájaros de Stream or River (2017).“La curiosidad es el hilo conductor de este medio siglo de trabajos”, explica Jonas, que el pasado 23 de mayo estuvo todo el día en la fundación vigilando los preparativos de la muestra. “Pero todas mis obras tienen algo en común, por mucho que cambie el tiempo o las técnicas de expresión. Cada artista tiene un mundo en el que se reconoce y unas preocupaciones, y muchas de ellas se repiten. En mi caso siempre está el uso de la narrativa de la cámara. También intento inventar nuevas formas dependiendo del tema. La cámara es mi instrumento de trabajo”.
Sus vídeos tienen varias capas como las cebollas y Jonas siempre aparece en ellos, a veces interpretando diversos papeles, como en The Juniper Tree (1976), su particular versión del cuento de los hermanos Grimm. “Al inicio de mi carrera estaba muy preocupada por el rol de la mujer, que ha cambiado a lo largo de estos años; pero después me interesaron los niños, cómo contar sus historias y cómo estas se transmiten de generación en generación”.
En los jardines de Serralves varias mujeres se mueven con espejos de su mismo tamaño. Se trata de la performance Mirror Piece (1969), reconstruida a partir de fotografías, pues no se filmó. “Empecé a trabajar con espejos gracias a Jorge Luis Borges, él me inspiró con sus relatos, por eso reproduzco en la obra frases del escritor. Sigo trabajando con espejos porque representan el narcisismo”.
A punto de cumplir los 83 años (en julio), lleva 15 días en Oporto dirigiendo el montaje de vídeos, pinturas, fotografías... Hace 20 años que no participaba en el montaje de una exposición suya. Con energía envidiable, sube y baja escaleras y decide los colores de las salas: la de los pájaros, en rojo; la de los peces, en gris. Se ha traído a dos técnicos de Nueva York para colocar las cajas-pantallas donde se reproducen sus vídeos, en los que siempre aparece: pinta, esculpe, baila y actúa. Es así desde la década de los sesenta y promete que así seguirá siendo. “Aún hago performances y desde luego que se me va a seguir viendo en los vídeos”.
Estructura poética
En la instalación Lines in the Sand (2002) destroza el mito de que los troyanos combatieron por Helena y afirma que, como siempre, fue por intereses comerciales. Basa su interpretación en la poeta Hilda Doolittle: “Estudié poesía abstracta y he leído mucha poesía en periodos de mi vida. Mi obra tiene una estructura poética más que política. Aunque me interesa la actualidad informativa, la utilizo en el contenido, no en la forma”.Tras un periodo de curiosidad por los pájaros, ahora se interesa por los peces y la conservación de los océanos. “La manera de mostrarlo es poética. No me gusta ser didáctica”, afirma.
Todos tienen hoy cámaras en los móviles y hacen vídeos. Ya no es una excentricidad
Escultora en sus inicios, en 1970 viajó a Japón y compró una videocámara y varias máscaras, medio siglo después esos objetos la siguen acompañando. “Colecciono máscaras porque son interesantes, una máscara cambia el modo en el que yo soy, me convierto en otra, cambio de personalidad”, como se puede ver en Organic Honey’s (1972). Jonas reconoce que el videoarte ya no es la rareza que fue en los setenta. “Todos tienen hoy cámaras en los móviles y hacen vídeos. Ya no es una excentricidad, la gente tiene más referencias y quizás la audiencia es mayor y entiendan mejor este tipo de arte”.
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