Una historia recuperada
El periodista vasco Eugenio Ibarzabal recupera la figura de Juan Ajuriaguerra, líder del PNV desde la Guerra Civil hasta su muerte en 1978
Hablar del nacionalismo vasco durante la Guerra Civil y la dictadura es evocar la figura carismática del primer lehendakari, José Antonio Aguirre, fallecido en el exilio en 1960. Pero existe otro personaje oscuro, desconocido, que dirigió el PNV desde la guerra hasta su fallecimiento en 1978. Es Juan Ajuriaguerra. El periodista vasco Eugenio Ibarzabal ha resucitado su figura en una biografía, Juan Ajuriaguerra, el hermano mayor, tras recuperar el contenido de una larga entrevista que mantuvieron en mayo de 1978, tres meses antes de fallecer.
Los testimonios de personajes, ya fallecidos, que compartieron con Ajuriaguerra la Guerra Civil y la clandestinidad, recogidos entre 1979 y 1983, cuando Ibarzabal dirigió el semanario Muga, hacen de esta biografía un fresco histórico. El libro aclara el papel crucial de Ajuriaguerra en la conformación del PNV actual.
Marcado por la marginación del PNV del Pacto de San Sebastián y con él del Gobierno republicano de 1931, que aplazó la autonomía vasca hasta 1936, cuatro años después que Cataluña, maniobró para que el nacionalismo vasco participara en todos los pactos que los Gobiernos republicanos tejieron en el exilio y, luego, con los partidos del interior, durante la Transición.
“No habrá autonomía si antes no hay democracia” o “si a España le va bien, a nosotros nos irá bien”, le dijo a Ibarzabal en 1978, que lo define como “radicalmente moderado” tras una experiencia política llena de penalidades: represión franquista que para Ajuriaguerra supuso la pena de muerte, conmutada dos años después; el abandono de los aliados europeos y americanos con la consolidación del franquismo y la escisión del nacionalismo vasco con el nacimiento de ETA, que responsabilizaba a Ajuriaguerra del fracaso de su estrategia opositora a la dictadura.
Ajuriaguerra, según narra Ibarzabal, pilotó el acercamiento a la democracia cristiana europea y española de Ruiz-Giménez. Con ella participó en la plataforma opositora al franquismo. Se implicó en las negociaciones con Suárez y en los Pactos de la Moncloa. Modernizó el PNV en el Congreso de Iruña, de 1977, declarándolo aconfesional, socialdemócrata y autonomista. Renunció al independentismo y a defender la autodeterminación en el debate constitucional. Optó por la foralidad.
“Ajuriaguerra hizo todo lo posible para decir que sí a la Constitución”, señala Ibarzabal. Pero murió cuatro meses antes de su refrendo y el PNV terminó absteniéndose, tras un acalorado debate. Un año después, el PNV, pilotado por Xabier Arzalluz, recuperaría el marco institucional con su implicación en el Estatuto de Gernika.
El libro aporta importantes testimonios sobre el Pacto de Santoña de 1937 entre el Ejército italiano y el PNV, tras la caída de Bilbao, en el que Ajuriaguerra jugó un papel decisivo, boicoteado, finalmente, por Franco. También sobre la vinculación del Gobierno vasco con los servicios secretos norteamericanos tras la Guerra Civil y las tensiones con el PNV, dirigido por Ajuriaguerra, así como la escisión de las juventudes peneuvistas, de las que nació ETA en 1959 y a la que se enfrentó desde su origen.
En junio de 1977 el PNV ganó las primeras elecciones generales en Euskadi y el PSOE fue segunda fuerza. Funcionó la memoria histórica. Ajuriaguerra, que encabezó la lista vizcaína un año antes de morir, no se sorprendió. Esa memoria, señala Ibarzabal, recordaba cómo el PNV trató de humanizar la Guerra Civil, oponiéndose a las matanzas; evitando la destrucción de la industria al caer Bilbao; luego, oponiéndose a la dictadura y en el caso de Ajuriaguerra regresando de Francia para entregarse a los vencedores y compartir, así, con los batallones vascos derrotados su futuro.
Juan Ajuriaguerra. El hermano mayor. Eugenio Ibarzabal. Erein, 2019. 432 páginas. 22 euros.
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