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La banda de todos y para todos

El público de Queen se ha apropiado de su música, convirtiéndolo en universal y atemporal

Andrea Nogueira Calvar
Freddie Mercury y Brian May, de Queen, durante un concierto.
Freddie Mercury y Brian May, de Queen, durante un concierto. Getty Images

Los músicos suelen señalar como uno de sus mayores logros las múltiples vidas que los oyentes dan a sus canciones. En ocasiones, la apropiación es tal que el tema se desgaja de su autor y acaba perteneciendo al acervo popular, como cuando en las celebraciones deportivas se corea We are the champions o en un evento se palmea We will rock you. Pocas bandas como Queen, autora de estas canciones, han conseguido lograr este efecto en tan alto grado, haciendo que su sonido sea universal y atemporal, atravesando géneros y generaciones. Los elementos musicales y líricos que conjugaron en sus discos los han convertido en uno de los mejores grupos de rock de la historia.

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“Su secreto es que querían ser The Beatles, Led Zeppelin y Mozart a la vez y, por momentos, lo consiguieron”, sostiene el productor y músico Igor Paskual. Considera que, abrazando una amplia gama de estilos —hard rock, música disco, music hall o rockabilly—, lograron ser “muy personales”. “Tocan tantos géneros que siempre van a tener una canción que te guste”. El doctor en musicología Eduardo García coincide en que Queen aglutina perfectamente sus influencias, sin caer en el pastiche. “Cuando usan sus referencias al cabaret o al ‘music hall’, sobre todo en sus primeros discos, lo hacen en piezas cortas y que muchas veces funcionan como transcursos de un tema a otro dentro de los discos”, explica. Paskual añade que esta mezcolanza, junto a sus arreglos y armonías son una “sofisticada trampa” en la que los oyentes quedan enganchados.

Los inicios de Queen, en los años 70, se enmarcan en los del rock progresivo, aquel que se acera al jazz y la música clásica para enriquecerse, y en los primeros pasos del heavy metal. Esas corrientes cristalizaron en la banda a través de Freddie Mercury. El cantante situó el piano en el centro de la composición. Los teclados no eran ajenos al rock, pero se habían limitado a los sintetizadores y algún órgano. El musicólogo enfatiza que Queen “reivindicaba el piano como elemento de originalidad” y va más allá de la mera incorporación de algunas pinceladas de la música clásica. “Hay momentos en los que casi puedes estar escuchando una pequeña aria operística”, resalta.

Las armonías vocales, herencia de The Beatles o The Beach Boys, se convirtieron en otra de sus señas de identidad. Consiguieron multiplicar las pistas de voz a partir de solo tres o cuatro y crear masas corales. “Todos tenemos presente el intermedio de ‘Bohemian Rhapsody’, donde se juega con los diálogos, los falsetes y las multiplicaciones de voces”, ejemplifica García.

Las particularidades de Mercury también ayudaron. Un estudio, coordinado por el biofísico austriaco Christian Herbst, demostró que las cuerdas del cantante se movían más rápido que la de otros intérpretes líricos, incluido el tenor Luciano Pavarotti, con lo que su voz logra unas oscilaciones atípicas en los cantantes de rock. “El análisis de 240 notas sostenidas de 21 grabaciones ‘a cappella’ reveló una tasa de modulación de frecuencia fundamental (vibrato) sorprendentemente alta de 7.0 Hz”, se lee en la investigación. Además, se demostró que Mercury cantaba usando vibraciones “subarmónicas”, lo que produce un efecto sonoro más bajo del que realmente emplea. Mercury era por tanto un barítono disfrazado de tenor.

La banda Queen recoge un Disco de oro en 1985.
La banda Queen recoge un Disco de oro en 1985. getty images

García considera que las carencias que Mercury podía tener como voz lírica las suplía con la emocionalidad de las canciones, con letras que se convertían en himnos y una gestualidad única que captaba al público. Paskual lo exalta como un “representante de la alegría vivir”: “Es el gusto total y absoluto por los placeres del mundo. Es la victoria del diferente porque no pertenece a la heterosexualidad dominante ni tampoco es un inglés puro. Es una sexualidad y una nacionalidad ajena a lo normal y, sin embargo, con esos ingredientes consigue gustar a los normales y, sin ser una figura explícitamente politizada, hacerles pensar y aceptar que lo anormal es mejor que lo normal”.

La resurrección cíclica de un clásico

“No es casualidad que ‘Bohemian Rhapsody’ ya sea la canción más escuchada del siglo XX con más de 1,6 billones de ‘streams”, destaca Domingo García. Queen resurge una y otra vez en cada aniversario o renovación del grupo.

Este año ha sido el cine el que ha dado el empujón con la cinta titulada como la nombrada canción. Las escuchas de la banda en Spotify superaron al todopoderoso reggaeton y las marcas de merchandising dispararon sus ventas. "Nuestras publicaciones y productos Queen siempre han tenido mucho tirón, pero a raíz del estreno de la película ha sido una locura", confirman en la marca Superbritánico, donde venden camisetas con la imagen de Mercury. En la página oficial A Queen of Magic concuerdan: su media de veinticinco mil visitantes diarios se ha disparado hasta picos de setenta y cinco mil con cada nueva noticia sobre la película. Su director, Samuel Pérez, comenta que "ha sido maravilloso ver cómo la música de la banda sigue más viva que nunca, y cómo cada día llega a más jóvenes que se emocionan con sus canciones". García cree que cuando mezclas "energía, pasión y buena música", el cóctel es inmortal y "Queen son ejemplo de todas estas características".

Los expertos señalan que toda esa armonía vocal traspasó a las guitarras, con momentos en los que los registros y alturas de las voces parecen multiplicarse, consiguiendo texturas que después han sido imitadas cientos de veces. El genio creador en este terreno es Brian May. “Tiene un concepto de la guitarra muy alejado del estereotipo del virtuoso, sus dedos tocan lo que le dicta la cabeza y no al revés, que es lo que hacen la mayoría de los guitarristas”, valora Paskual. Cuenta que May no graba los acordes enteros, sino que los registra cuerda por cuerda, “algo muy laborioso, pero con un resultado poderoso y dulce a la vez”.

Y es que aunque Mercury se ha convertido en un icono, todos los integrantes del grupo han contribuido significativamente a su éxito: cada uno de ellos compuso al menos una de las canciones que hoy son himnos, un logro del que pocas agrupaciones pueden presumir.

La relación con España

Domingo García, director de Estrategia de marca de Universal Music España, actual casa discográfica de Queen, destaca la conexión del grupo con España, a donde han acudido hasta en seis ocasiones. La primera fue con la gira Sheer Heart Attack(1974-1975), con parada en Barcelona. En el año 79 repetían en la ciudad catalana y llegaban también a Madrid. Los críticos musicales todavía los veían de reojo, como recoge una crónica de entonces de EL PAÍS: “Quien vaya a un concierto de Queen con ánimo artístico llega con un criterio estético equivocado. A esta gente o se les aprecia el descaro, el montaje obvio y la efectividad básica (incluidos los sonidos) o no se les aprecia nada”. No se libró ni Mercury, al que se calificaba de mero “showman”, ni May, del que se escribió: “Se las pegaba de Hendrix, Townsend o cualquiera de los grandes acopladores de la guitarra eléctrica. Lo malo es que se pierde tanto en los efectos que cuando quiere hacer algo de música (que sabe) ya no le quedan tiempo ni ganas”. Algunas revistas musicales extranjeras incluso los llegaron a tachar de “fascistas”.

Ya en 2005, cuando el mito ya había nacido, volvieron con Paul Rodgers como cantante y, en 2008 repitieron. Su última visita, con Adam Lambert en el micrófono, fue en 2016. De ese concierto, en Barcelona, EL PAÍS contó que “a tenor de la respuesta del público, en todo momento entusiasta, a Freddie no le queda más que revolverse en la tumba pues Queen sigue reinando, aunque con otra reina”.

Como señala Domingo García, el éxito de Queen, más allá de sus directos y su virtuosismo en cada canción “reside en haberse convertido en una filosofía de vida, un estilo, una elegancia disruptiva y melodía apasionante” en la que embarcaron a millones de personas que hicieron suyas las canciones de la banda.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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