Pablo Carbonell: “Odio a Marie Kondo: me ha dejado la casa calva”
El cantante y escritor presenta su primer libro de ficción y empieza gira con Los Toreros Muertos, su grupo de "rock intelectual".
Anoche tocó con Los Toreros Muertos en un bar con amigos y se lio la cosa. Se hizo un raspón en un brazo y no sabe cómo. Luego tiene una entrevista en una radio y no tiene clara la hora. Carbonell parece un caos, o quiere parecerlo. Hablamos en la biblioteca del hotel de Las Letras de Madrid, donde hay una exposición del artista Francisco Fuentes quién, presente en la sala durante la charla, insiste en que el entrevistado se lleve una de sus piezas de recuerdo. Carbonell dice que sí y le da carrete a todo y a todos. Si no le aviso, no hubiera llegado jamás a la entrevista con la competencia y aún estaríamos hablando por los codos. Una pena.
¿No estaban muertos los toreros? ¿Por qué vuelve a la arena?
Porque los artistas comemos. Y porque tengo hipoteca. Hacienda entendió que eludía responsabilidades porque le pareció que la sede de mi empresa era una casa de veraneo, que es lo que parece, pero mi trabajo es lúdico y necesito un sitio lúdico para currar.
¿Solo trabaja en vacaciones? Eso ya lo dijo alguien. ¿No le suena?
Sí, está todo dicho. Krahe me dijo una vez: todas las generaciones resucitan a sus antecedentes. Pero los sátiros, y me considero un sátiro, digo, satírico, siempre tenemos algo que contar, aunque lo que realmente estoy pensando no lo digo, porque puedo acabar en la hoguera.
¿En la pira de Twitter?
Es muy difícil tener una opinión y que quien te la rebata no te insulte. Estamos perdiendo la libertad de expresión porque no tenemos estómago para aguantarnos la mala leche.
¿Ha sufrido hordas de troles?
Rock intelectual
Eso, y no "gamberrismo, que dicen los imbéciles", es lo que sostiene Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) que hacen Los Toreros Muertos, su mítico grupo, con el que inicia gira el viernes 12 en la sala La Riviera de Madrid. Tras su autobiografía El mundo de la tarántula, Carbonell publica ahora Pepita (Destino), una novela tan surrealista como él.
Sí, pero veo que esta gente que sale con antorchas, estas chusmas, estos linchadores se calman pronto y pierden la memoria rápido. La gente no tiene memoria y puede decir una cosa y la contraria con total impunidad
Y ante eso, ¿es usted un hombre de certezas o de dudas?
Eres una periodista muy difícil que le hace preguntas muy complicadas a un señor con resaca. Tengo algunas certezas: que la risa es un buen conservante, que es importante decir la verdad y que hay que ser libre.
Y que el día 1 llega la cuota de la hipoteca.
De eso no estoy tan seguro, porque juego al cupón y sé que algún día me va a tocar. Así viviría más tranquilo, aunque nunca voy a estar tranquilo del todo.
¿Y eso?
Porque me gusta el bululú
¿El boluqué? ¿Eso qué es?
No sé, me suena a ebullición. Ahora lo busco en la RAE. No sé si te habrás dado cuenta, pero en mi libro exprimo el diccionario.
¿Le gustan las palabras?
Me encantan. Son, sobre todo, la posibilidad de entendernos. El otro día vi una pintada en México: “Lo de Cortés no fue una conquista, fue una invasión”. Y digo yo, ¿por qué no lo ponen en azteca? Seguramente se cometieron expolios, pero el idioma les sirve para estar unidos y protestar, si hace falta. La incultura mata.
Mi abuela era analfabeta
Pero hay gente que sin saber leer, sabe leer la realidad. Hace poco nos dejó la tía Juana, la matriarca de Zahara de los Atunes. No sé si sabía escribir, pero era sabia porque era libre y feliz.
¿Qué es hoy ser libre?
No necesitar nada.
Hay que comer, hemos dicho.
Comer, vestirse y tener amistades. Estuve en París en casa de una gente superrica. No tenían nada. La casa vacía. Qué paz. Yo tengo un Diógenes importante: lo guardo todo: libros, revistas, recortes, papelotes, trastos, un caos.
¿Pagaría para que le ordenaran la casa? Hay quien lo hace.
Pagaría para que me la quemaran. Me iba a quedar tan a gusto. Un día se me inundó la de la playa y tiré como 4.000 libros. Es la única forma de hacer limpieza.
Tirarlo todo... Le veo muy en la línea de la gurú Marie Kondo.
Odio a Marie Kondo. Mi mujer se leyó el libro y me ha dejado la casa calva. Me lo ha escondido todo y estoy perdido. Pero ella se contradice. No puedes leer a Marie Kondo y, si te aburres, irte a la sección de oportunidades de Ikea.
Bisexual, aficionado a las drogas: en su autobiografía salió de muchos armarios. ¿Compensa?
Me vino muy bien, y la gente me lo agradece. Sacando mi basura a la calle, muchos han pensado que también podía sacar la suya a la luz.
Dice que vive de milagro. ¿Qué le salvó de la autodestrucción?
Una mujer [se emociona]. Me salvó el amor. Me salvó la vida.
¿El amor todo lo cura?
Y duele, pero compensa.
¿Es usted así o se lo hace?
Soy 100% personaje. La gente tiene un concepto de mí muy equivocado. Piensa que siempre estoy de juerga. Y no. A veces duermo. Mira, ya he encontrado lo de bululú: “Cómico que representaba él solo una obra fingiendo la voz de cada personaje”. Ahí lo tienes: soy un bululú.
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