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Columna
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Cuestión de gustos

En 'Dumbo' sorprende la desaparición de la secuencia en la que el orejudo elefantito niño se cogía un colocón alcohólico

Estando en la cola en los minicines de mi barrio para disfrutar (o eso esperaba) del Dumbo de Tim Burton pude observar con bastante calma lo endiabladamente poco atractivo que es el cartel de la por otra parte excelente película de Almodóvar, Dolor y gloria. Y no solo el cartel sino el propio título de la película, más ceremonioso de lo que hubiera sido conveniente. ¿Por qué no haberla titulado simplemente El primer deseo tal como la propia película sugiere? Y ya puestos a opinar, ¿por qué no haber utilizado como reclamo publicitario ese bonito cuadro que el joven albañil le pinta al niño y que tan importante es luego en toda la trama? Me consta que a Almodóvar se le hicieron estas y otras sabias sugerencias, pero el director, erre que erre, impuso su criterio, lo que en otras ocasiones y con frecuencia ha sido para bien. Pero a lo que se ve no siempre es así.

Volviendo a Dumbo, que es realmente de lo que pensaba hablar, me ha sorprendido la desaparición de la secuencia en la que el orejudo elefantito niño se cogía un colocón alcohólico para tener luego ensoñaciones alocadas más propias del LSD que de un atracón de ginebra. Pero esto ocurría en el original de dibujos animados de Walt Disney, nada menos que de 1941, y era sin duda lo más sorprendente y divertido de aquella película. Hoy en día ello sería políticamente incorrecto: emborrachar a una criaturita aunque se trate de un paquidermo estaría seguramente dentro de los escándalos hoy tan en boga, la protección del menor, y los productores han optado por no complicarse la vida: fuera la dichosa secuencia y aquí no ha pasado nada. Una pena. En manos de Tim Burton hubiera podido ser una festiva locura. Pero así están las cosas. Por una razón u otra nos van recortando los placeres aunque sean así de inocentes.

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