Mucho y su alianza con la electrónica
Tras la salida del resto de miembros del grupo, Martí Perarnau compone el nuevo disco concebido como una sesión de 'dj'
Mucho hoy es todo lo contrario a la definición que la RAE adjudica a este adjetivo. Comenzaron siendo cuatro componentes -Martí Perarnau, Víctor Cabezuelo, Miguel de Lucas y Carlos Pinto- de los que únicamente permanece uno: Perarnau. El recién publicado ¿Hay alguien en casa?, disco concebido como una sesión de dj donde destacan los arreglos electrónicos, es el cuarto trabajo de Mucho pero el primero que Perarnau presenta en solitario.
Como decía el filósofo español Ortega y Gasset, “yo soy yo y mis circunstancias”. Y las circunstancias han llevado a Martí Perarnau a defender este proyecto sin más compañía que la de su nuevo aliado: un ordenador portátil. “Éramos una banda y ahora estoy solo al frente. Con este cambio he encontrado un precipicio que en el fondo me libera. Me lo he tomado como una oportunidad. Yo estaba muy metido en la electrónica y al resto del grupo no le apetecía hacer el esfuerzo de aprender a tocar sintetizadores”, explica el último integrante en activo de Mucho. “Me maravillan las posibilidades que ofrece un ordenador y cómo este se convierte en una extensión del cuerpo humano. Un portátil es un instrumento más, como una guitarra eléctrica o un sintetizador”, asegura.
El single del álbum, Ahí te quedas, Perarnau, trata de explicar la situación actual de lo que en su día fue una banda y hoy es un proyecto en solitario. La ausencia de compañeros ha permitido al músico hablar de cualquier cosa sin tener que buscar un mensaje plural que identificara a los cuatro seres humanos que formaban el grupo. “Antes el hecho de que lo tuvieran que escuchar mis compañeros y de que les tuviera que gustar lo que escribía en cierta forma me coartaba. Ahora solo me interesa que me importe a mí lo que digo”, señala. En ¿Hay alguien en casa? hay derrota, pero también aceptación. No va a vivir nunca de su propia música, dice él, y tomar conciencia le ha liberado. Ahora disfruta más grabando y tocando. “Querer vivir de la música en este país ni es realista ni es factible. Es muy complicado porque hay que hacer muchas concesiones. Al final se piensa más en la gente y en lo que le puede gustar. Esto te lleva a tomar decisiones contrarias al arte”.
Cuando no está con Mucho, toca y compone junto a artistas en los que cree como Iván Ferreiro o Zahara. “Hace años tomé esa decisión, si algo no me gusta no voy a participar en ello. Todo es cuestión de calendario y de ser un poco dúctiles. Si un día yo no puedo tocar con Ferreiro, no pasa nada. Irá otro que le hará igual de bien”. Y también cree, a diferencia de épocas pasadas, en los sonidos electrónicos. Hoy Perarnau se siente más cerca de las raves que de los festivales indies. Escucha a Gary Go, Nicolas Jaar y todo lo que hace Dan Snate. Asegura que la electrónica le excita a pesar de la fama de ser poco expresiva que la persigue. “Yo era de esas personas que miraban mal a los djs. Pero ahora considero que son unos artistas increíbles que están haciendo avanzar la música. No hace falta tener instrumentos de por medio para hacer cosas increíbles en directo. Yo he sentido cosas mucho más cañón viendo a un dj que viendo a bandas. Me gusta haber cambiado esa opinión que tenía porque estaba fundada en la ignorancia”. De hecho, el músico defiende que hay mucho más factor humano del que se cree en la electrónica, pero sabe que no es lo mismo ver a Hendrix con una guitarra eléctrica que a un tío con un portátil. “Ahí está la carencia de esta música”, afirma.
Con el nuevo álbum, Perarnau ha hecho el ejercicio de no autocensurarse. La condena de Valtonic le pilló en pleno proceso de composición y le hizo tomar conciencia. “No debería haber límites de ningún tipo cuando se trata de arte. Que todo tenga que ser políticamente correcto es un drama. Es arte. Puedes decir esto no me gusta o esta letra es mala, pero eso es otro tema”, enfatiza. Pero poner en práctica la teoría no siempre es un trabajo sencillo, menos cuando eres el único responsable al timón. Perarnau ha tenido dudas a lo largo del primer proceso de composición que afronta solo. Letras como la de Putochinomaricón le han llevado a plantearse si a él, como a Valtonic, podría pasarle algo por tomarse determinadas licencias sobre un escenario. “En realidad debería valer todo”, concluye.
Babelia
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