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Halma Angélico, la anarquista repudiada por la República

El CDN rescata la figura de esta escritora, única mujer que estrenó en el Teatro Español durante la guerra civil

Rocío García
Halma Angélico, en una imagen sin datar
Halma Angélico, en una imagen sin datar

Fueron sus propios compañeros anarquistas los que acabaron con ella. Halma Angélico, una escritora católica y militante de la CNT, una rotunda y temperamental feminista, fue tachada de contrarrevolucionaria por ensalzar, en plena guerra civil, los valores de la educación y el amor frente al horror de la batalla. Fue la única mujer que en plena Guerra Civil estrenó en el Teatro Español, en una ciudad asediada y bombardeada. Fue en agosto de 1938 con la obra Ak y la humanidad, un montaje basado en un cuento ruso en el que Angélico añadió el personaje de un fantasma que denunciaba lo absurdo de la guerra y el odio desatado –“hay que mejorar la humanidad, no destruirla”, decía-. Tenía entonces 50 años, estaba separada y era madre de dos hijos, uno de ellos en el frente. Fue acusada de provocar el desaliento en el frente y, a las dos semanas del estreno, tras una campaña de acoso febril por parte de la prensa y de responsables del sindicato anarquista, la función fue prohibida. “Si yo fuera un hombre no estaría en esa situación”, denunció Halma Angélico, seudónimo de María Francisca Clar Margarit, que envió una carta de renuncia como militante de CNT. Fue el final de esta creadora y ensayista incansable. Ya no volvió a escribir más. Encarcelada unos meses nada más acabar la guerra, murió en silencio y en la ruina catorce años más tarde.

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El Centro Dramático Nacional recupera la figura de esta mujer con la obra Halma [En letra grande], escrita y dirigida por Yolanda García Serrano (Madrid, 1958) y protagonizada por Ana Villa y Enrique Asenjo. La sala El mirlo blanco, en el Teatro Valle Inclán, será testigo desde el 19 de febrero hasta el 3 de marzo, de la rabia y la desesperanza de una mujer, presidenta del Lyceum Club Femenino durante la República, incapaz de derribar el muro de odio que se alzó contra ella. “Los buitres acechan la destrucción de la humanidad”, denunció.

“Ha llegado la hora de hacer lo que ella no pudo”, se propuso Yolanda García Serrano, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2018 por ¿Corre¡, fascinada por una mujer que nunca debió de caer en el olvido. No ha sido tarea fácil. La dramaturga, que apenas encontró un par de fotos de ella, ha pasado muchos meses en la Biblioteca Nacional empapándose de todas las obras escritas por Angélico, ensayos, novelas, artículos o teatro, e investigando en la prensa de la época. Ha descubierto a una mujer moderna, luchadora feminista, que defendía la maternidad sin padre y que abogaba por la enseñanza como la clave de la humanidad. “Sus artículos los podría escribir yo hoy mismo. Me sentí como una alma gemela. Pienso como pensaba ella. Me llamó mucho la atención el hecho de que nunca más volviera a escribir y de que decidiera quedarse en España a pesar de las ofertas que tuvo para exiliarse”, explica la dramaturga, que apenas encontró un par de fotos de ella.

La función teatral imagina, con datos reales, el encuentro, en un escenario poblado de libros, de Halma Angélico y el director y actor de Ak y la humanidad, Manuel González, en medio de la campaña de acoso que sufrió la autora. “Nunca la perdonaron que denunciara que el derramamiento de sangre no tenía justificación, que los dos años de guerra no conducían a nada”, lamenta García Serrano que guarda primorosa en el móvil una nueva imagen de Halma, que le ha enviado la bisnieta de la escritora, feliz y orgullosa cuando se enteró de que, por fin, su bisabuela iba a salir del injusto agujero de silencio.

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