Los viejos enfadados de Europa
En la serie ‘Los Romanoff’, el personaje de Hajar vence y mata con su cortesía y, a la vez, da una clave profunda para entender la Europa de hoy
“Creo que, como la mayoría de la gente de su edad, está enfadada porque se siente ignorada. Solo hay que prestarle un poco de atención”. La frase pertenece al primer capítulo de Los Romanoff (Amazon Prime) y la pronuncia el personaje de Hajar, una cuidadora de ancianos contratada para atender a Anushka, una aristócrata parisina intratable, odiosa y solitaria que vive en un apartamento palaciego sobre el que su sobrino y heredero aletea como un buitre. Hajar es de origen magrebí y lleva hiyab, y Anushka es una racista desacomplejada que no para de insultarla y de faltarle gravemente al respeto, más allá de cualquier límite. Cuando preguntan a Hajar cómo lo soporta, responde con este alegato sencillo y sensato, que suena revolucionario en este mundo tabernario adicto a los zasca (prometo que no volveré a escribir esa palabra horrible).
Hajar vence y mata con su cortesía y, a la vez, da una clave profunda para entender la Europa de hoy. Anushka es el brexit, es el racismo de la ultraderecha, es el nacionalismo machuno y despechado que recorre todos los países. Es Marine Le Pen y Viktor Orban. Podemos verlos como milicias que desfilan contra la democracia, pero, en cuanto los miramos más de cerca, se revelan como ancianos asustados y patéticos que llevan demasiado tiempo sintiéndose los últimos monos del país.
Hannah Arendt empezó Los orígenes del totalitarismo, la obra monumental que intentaba explicar la tragedia del nazismo, estudiando las novelas de Proust. En el retrato de la sociedad aristocrática del Fabourg Saint-Germaine, Arendt encontró el germen del antisemitismo que llevaría al Holocausto. ¿Y qué era esa sociedad? Un montón de Anushkas. Un montón de personajes decadentes que se sentían amenazados hasta por la brisa de Bretaña, un mundo parapetado entre visillos, juegos de té y balnearios en régimen de pensión completa.
La respuesta de Hajar es muy buena, pero debimos darnos cuenta hace años. Ahora es tarde: Anushka ya no se contenta con un poco de atención. Ahora exige cristales rotos. Ojalá Hajar hubiera reaccionado antes.
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