Virtudes y defectos de ‘El embarcadero’
Diseccionamos la serie de los creadores de ‘La casa de papel’ para Movistar +
“De los creadores de La casa de papel” es una etiqueta que vende mucho pero que también puede jugar en contra. Las expectativas con El embarcadero, la nueva serie de Álex Pina y Esther Martínez Lobato, en este caso para Movistar +, eran altas. Ellos ya advertían: esto no tiene nada que ver con el thriller de atracos que estrenó Antena 3 y cuyo paso a Netflix convirtió en fenómeno mundial. El embarcadero no tiene tan fácil venta: un thriller emocional, en el que el enganche de los espectadores tiene que llegar a través de los sentimientos y no tanto de la acción. Un triángulo amoroso descompensado y la muerte de un hombre que descubre la doble vida que ha mantenido durante años.
Una vez vistos los ocho capítulos de su primera temporada (de las dos que tendrá), El embarcadero tiene bastantes cosas buenas y alguna mejorable. Analizamos la serie sin entrar en spoilers del argumento.
Virtudes:
- Buen arranque
Es muy difícil no continuar viendo El embarcadero tras su primer capítulo. Desde el punto de vista de Alejandra (Verónica Sánchez) nos introducimos en este mundo dual de Valencia capital y La Albufera. Su marido, Óscar (Álvaro Morte), es hallado muerto en su coche en La Albufera en lo que parece un suicidio. Un segundo teléfono móvil descubre una doble vida junto a Verónica (Irene Arcos), una mujer que vive a escasos kilómetros de la ciudad, con la que Óscar ha mantenido una vida totalmente diferente de la que llevaba con Alejandra. Ese descubrimiento lleva a Álex a querer saber más sobre esa mujer para tratar de averiguar quién era realmente Óscar. Además, a los espectadores ya se les da a entender que el suicidio puede que no haya sido tal. Necesitamos más.
- Viaje emocional
A partir de ese capítulo 1 arranca un viaje emocional en el que el espectador va de la mano de Alejandra, Verónica e incluso Óscar en un constante cambio de punto de vista y con infinidad de saltos en el tiempo para ir completando poco a poco el puzle de la vida de este triángulo amoroso. Cuando más se ahonda en las emociones y sentimientos de los personajes, mejor funciona la serie. Para ello, es fundamental contar con buenos actores capaces de transmitir esa montaña rusa emocional. Un potentísimo elenco femenino (Verónica Sánchez, Irene Arcos, Marta Milans, Cecilia Roth...) logra transmitir ese vaivén sentimental.
- Apuesta visual
Una de las cosas que más llaman la atención a simple vista de El embarcadero es el cuidado visual, el aspecto formal. Los dos universos de Alejandra y Verónica están perfectamente diferenciados con la distinta luz, más fría, azulada, para la primera y más cálida y amarillenta para la segunda, que recuerda casi a esos anuncios veraniegos de Estrella Damm de Mediterráneamente en los que todos cantan, ríen y sueñan junto al mar en escenas de ensueño. La serie muestra también una Albufera idílica, de folleto de viajes, y saca partido a las cualidades positivas del lugar.
- Opening
Las cabeceras de las series ayudan a crear ambiente para lo que viene a continuación. Y un buen tema musical en esos pocos segundos es fundamental. En El embarcadero, junto a imágenes casi oníricas, suena la canción Coyotes, de Travis Birds, y el espectador se transporta al instante a otro lugar y adquiere la actitud necesaria para adentrarse en el mundo que refleja la serie.
- Modelo de producción
La televisión española ha vivido en los últimos años una revolución que se nota sobre todo en el mundo de la ficción. Y El embarcadero es un ejemplo de ese cambio en el modelo de producción. Atresmedia Studios (productora del grupo propietario de Antena 3) es la encargada de esta ficción como productora para una plataforma de televisión de pago, Movistar +, que estrena todos los capítulos de cada temporada a la vez. También es la última serie que Álex Pina firma antes de pasar a crear para Netflix en exclusiva. El futuro de las series ya es presente.
Defectos:
- La trama
Potenciar el lado emocional de la historia hace que se deje de lado la trama, el thriller de fondo. Sí, es la muerte/suicidio/asesinato de Óscar es solo una excusa, pero a lo largo de los ocho capítulos de esta primera temporada apenas avanza esa investigación y llega un punto en el que, como espectador, estás esperando que, al menos, pase algo antes de que termine la temporada. Spoiler: pasa poco. La trama de la serie es posiblemente su flanco más débil.
- Abuso del flashback y los desnudos
Toda la historia está contada a través de idas y venidas temporales, con un montaje que te lleva de un personaje a otro, de un momento a otro y de una situación a otra para que en tu cabeza vayas montando el puzle de emociones que se ha cocinado en los personajes. Aunque la integración de los flashbacks está bien hecha (y no es nueva en las series de Pina: en La casa de papel o Vis a vis ya había mucho salto en el tiempo bien ejecutado), se termina abusando del recurso. Algo parecido se puede decir de los desnudos en la serie. Alguno de ellos son difíciles de justificar más que diciendo que es una serie de pago y se lo puede permitir.
- Sobreexplicación
No ocurre una vez, ni dos, ni tres. En varias ocasiones, personajes de la serie verbalizan lo que está sucediendo para que el espectador se entere bien de lo que ya sabe. Esa sobreexplicación, que suele verse en las series en abierto, también se cuela en El embarcadero, sobre todo con personajes secundarios que explican lo que hacen los protagonistas. De momento, tampoco tiene mucho sentido el que la madre de Alejandra (ojo, spoiler) esté escribiendo un libro sobre lo que le está ocurriendo a su hija. De nuevo, a través de sus palabras se explica lo que ocurre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
