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Fallece el traductor japonés de Unamuno que se negó a evacuar Fukushima

El hispanista Takashi Sasaki murió en la noche del pasado jueves, 20 de diciembre, a los 79 años

Gonzalo Robledo
Takashi Sasaki en su casa de Minamisoma en 2017.
Takashi Sasaki en su casa de Minamisoma en 2017.Gonzalo Robledo

Takashi Sasaki, hispanista y traductor al japonés de Miguel de Unamuno, que por fidelidad a las ideas del filósofo vasco se negó a evacuar su ciudad tras el accidente nuclear en la vecina central de Fukushima, falleció en la noche del pasado jueves (20 de diciembre) a los 79 años. “El Gobierno japonés solo se preocupa de la vida biológica y no respeta nuestra vida biográfica", había dicho, parafraseando al autor español, al explicar su rechazo a la orden de dejar la ciudad de Minamisoma ante el riesgo de radiación tras las explosiones ocurridas después del terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011 en la central nuclear Daichi de Fukushima, situada 25 kilómetros al sur.

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El hispanista argumentó además que ni su madre ni su esposa, víctima de demencia senil, podrían sobrevivir en uno de los refugios habilitados por el Gobierno en las provincias vecinas a Fukushima. Minamisoma, semidesierta y sin abastecimientos, fue catalogada como “zona de exclusión”.

Sasaki, que a los 72 años se iniciaba en las comunicaciones digitales, comenzó un blog que en honor a Unamuno llamó Monodiálogos y se dedicó a denunciar la desinformación, la ineptitud del Gobierno y las empresas reguladoras de la energía nuclear para prever el desastre y hacer frente a sus graves consecuencias. El blanco reiterado de sus críticas era la falta de responsabilidad individual propiciada por el sistema japonés, que fomenta la toma colectiva de decisiones. Su bitácora digital consiguió miles de seguidores y para muchos fue la única forma de conocer la realidad de lo que sucedía en las poblaciones abandonadas. Los textos recopilados fueron traducidos a varios idiomas y en español aparecieron con el título Fukushima: vivir el desastre, de la editorial Satori.

Nacido en Obihiro, en la isla septentrional de Hokaido, pasó parte de su infancia en Manchuria, territorio invadido por el ejército nipón donde su padre fue enviado como funcionario. Al final de la Segunda Guerra Mundial, con cinco años, regresó a Japón y empezó a vivir en la provincia de Fukushima. Estudió en la universidad jesuita de Sofía, en Tokio, donde conoció el catolicismo y los filósofos españoles que guiarían su vida intelectual y que divulgaría a través de numerosas traducciones.

Cuando el Gobierno levantó la prohibición de visitar Minamisoma su casa fue lugar de peregrinación de simpatizantes, hispanistas y periodistas. Escritores como Juan José Millás y artistas como José María Sicilia acudieron a escuchar su visión crítica de un país que parecía, hasta el accidente nuclear, el epítome de la honestidad oficial y la excelencia tecnológica. Entre 2017 y 2018 la editorial Hosei Daigaku publicó sus traducciones de Del sentimiento trágico de la vida y El Cristo de Velázquez, ambas de Unamuno, además de un ensayo suyo sobre la figura del pensador bilbaíno titulado Filosofía de la pasión (Jonetsu no Tesugaku).

La última entrada de su blog, publicada en vísperas de su ingreso en el hospital donde le diagnosticaron el cáncer de pulmón que acabó con su vida, contenía una lista de últimos deseos que permanecen en la web como su testamento digital. A su esposa postrada en cama y a la familia de su hijo Jun les deja sus ahorros. “Deseo también que mi nieta Ai estudie en la Universidad de Seisen", dice en referencia a la universidad femenina donde el profesor Sasaki enseñó. Espera que Ai se especialice en estudios hispánicos "y se case con un joven español que ame Japón y siga la labor de la difusión del idioma español de su abuelo". También pide a su hijo que se encargue de la corrección y publicación de sus últimas traducciones, una obra del jesuita y pacifista Daniel Berrigan que tituló Kiki-wo Ikiru (Vivir la crisis) y La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset.

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