Gaudí y las ‘fake news’
Las noticias falsas alrededor de la imagen y la obra del arquitecto, y su publicación en redes y medios, crean un personaje alejado de la realidad
El cantante británico de pop, Ed Sheeran, estima Barcelona. Por eso el 2017 compuso una canción sobre la capital catalana llena de tópicos guiris en que no faltaban referencias a la sangría y las noches locas de juerga. Esta pasión condal lo ha llevado a tatuarse una Sagrada Familia en su costado derecho, uno de los pocos lugares de su cuerpo que quedaban libres de dibujos. El tatuaje es el punto de partida del hilo creado en Twitter el 17 de junio por el periodista Oriol Querol, en el que empezaba preguntándose si la construcción del templo expiatorio se está realizando según los planes del arquitecto Antoni Gaudí (1852-1926) o si se estaba cometiendo un error de interpretación en el diseño.
Según Querol, creador de historias que han acabado siendo virales a la red, el monumento ideado por Gaudí para homenajear su amigo, el obispo Josep Torras i Bages, previsto junto a la fachada de la Pasión, es probable que el arquitecto lo quisiera situar coronándola, pero por falta de espacio en el papel lo pintaría al lado. Querol, después de asegurar que “sólo hay un lugar en el mundo con la Sagrada Familia representada como Gaudí quería... en el costado de Ed Sheeran”, contactó con el tatuador australiano que hizo el trabajo al cantante y con el autor serbio del diseño, pero no con un especialista en Gaudí o su obra para saber si sus elucubraciones eran ciertas.
Su hilo y sus planteamientos no sólo consiguieron miles de retuits. También fue recogido por las agencias de noticias y publicado por diarios y televisiones como La Vanguardia, Time Out, La Razón, Antena 3 y La Sexta, con títulos cómo: El secreto de la Sagrada Familia que esconde el tatuaje de Ed Sheeran y El tatuaje de Ed Sheeran es la clave. “Es divertido y atractivo y, por un momento, parece hasta verosímil, pero temo que no funciona”, explica Juanjo Lahuerta, arquitecto y director de la Cátedra Gaudí de la Universitat Politècnica de Catalunya y profesor de Historia del Arte y la Arquitectura a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. “Por un lado, hay varios elementos que Gaudí pensaba colocar a los lados de la fachada, además del monumento en cuestión, como por ejemplo un grande pebetero ante la fachada principal. De otro, porque Gaudí diseñó con mucha cuidado el simbolismo litúrgico del templo, en planta y en fachadas, y es difícil de imaginar que pensara interrumpirlo con un monumento a Torras y Bages, y menos coronando el portal de la fachada de la Pasión”, prosigue el especialista, que concluye negando la teoría de Querol sobre la carencia de papel: “En el dibujo original, el papel continúa en vertical casi el doble de alto, y se ve un esquema de las torres de atrás”.
La Sagrada Familia no contestó los tuits de Querol. O sí. El 20 de junio, tres días después del hilo, publicó un post en su blog en el cual anunciaba la colocación de una gran cruz “de la victoria sobre la muerte” de 7,5 metros de altura y 18 toneladas de peso coronando la fachada de la Pasión. Según explicaba, la cruz estaba recogida en las descripciones escritas del proyecto y aparecía en el primer croquis que hizo Gaudí el 1892. Entre otros, el texto se ilustraba con un dibujo en el cual se demostraba que Gaudí tenía bastante papel para pintar el monumento a Torres y Bages en la parte superior. La cruz se colocó con éxito, con ayuda de una enorme grúa, el pasado 2 de julio.
"A Gaudí le ha pasado lo mismo desde el principio. Las anécdotas que explicaban sus discípulos en vida y después de muerto pasaron a ser consideradas hechos vividos por el arquitecto. De hecho, la primera biografía que escribió Josep Francesc Ràfols, en 1928, explica un montón de anécdotas que después se han ido repitiendo acríticamente, sin que nadie las compruebe nunca. De todas formas, muchas no tienen ni el más mínimo interés respecto al conocimiento de su vida y su obra. Se limitan a hacer un anecdotario simpático del personaje, que lo pinta como alguien excéntrico, malhumorado y fuera del mundo, que lo lleva a crear su obra sin tener en cuenta lo que tiene alrededor, y que nutre esta idea de genio”, explica Lahuerta, que apunta: “Ha ocurrido siempre, pero ahora, con los medios que hay para difundir cosas de estas, es más difícil pararlo. Y más con la importancia que Gaudí tiene desde el punto de vista mediático y de negocio”.
Las redes y los medios de comunicación tienen que ver en la propagación de fake news sobre el arquitecto. Pero también las detectan y las paran. El mayo de 2016, La Vanguardia reproducía, bajo el título En busca del auténtico Gaudí, dos fotografías de Arnau Izard del 4 de abril de 1917 que mostraban un supuesto Gaudí de 64 años entrante al edificio histórico de la Universitat de Barcelona (UB) y “que rompen el cliché del personaje rasgado, arisco y asocial”. Las habían localizado en el Archivo del Centro Excursionista de Cataluña investigadores de Gaudí Research Instituto, entidad creada el 2013 vinculada al Arzobispado de Barcelona. Las nuevas imágenes se extendieron rápidamente por la red, replicando la información del diario.
Pero usuarios de Facebook y Twitter inundaron la red de comentarios en el sentido de que el hombre era Josep Mestres Gómez, catedrático numerario de Física Industrial de la UB, e incluso demostraron que una de las fotografías ya se había publicado el 1945. Al cabo de cinco días, el diario publicó un desmentido, a pesar de que los investigadores que habían pasado la información al rotativo seguían manteniendo, a pesar de las evidencias, que era Gaudí. Por su parte, la UB sigue ofreciendo el hallazgo como cierto en su página web.
Al cobijo de Gaudí Research Instituto, impulsor de tres congresos internacionales del arquitecto, y de la Cátedra Gaudí de la UB, es donde más novedades han nacido sobre Gaudí que han sido puestas en duda por los investigadores. En octubre de 2016, en una sola jornada del segundo congreso, se le atribuyó un nuevo retrato y un nuevo edificio.
Xavier Jové presentó una imagen que había encontrado a los Encants de Barcelona. La había realizado Leopoldo Rovira en 1878 y presentaba un supuesto Gaudí pelirrojo de 26 años. Según Jové, era la foto (en realidad, un dibujo coloreado) para la orla de la universidad que después no se llevó a cabo. El joven no tenía nada que ver con las imágenes suyas que se conocían hasta aquel momento de Gaudí. Jové, gracias a dos forenses, uno de ellos Narciso Bardalet (que embalsamó a Salvador Dalí), analizó la forma de la cabeza, las orejas y la nariz y concluyó que era “una identificación positiva”. En su presentación, lanzó dudas sobre la autenticidad y fecha de la imagen de Gaudí rapado y sin barba de 1888, para el pasaporte de la Exposición Universal. Y la imagen más conocida, realizada por Pau Audouard el 1878, la dató más tarde. No podía ser de otro modo, puesto que era imposible que Gaudí tuviera un aspecto tan diferente en dos fotos del mismo año. El día siguiente los diarios reprodujeron la nueva foto y enseguida se incorporó a la entrada de Gaudí de Wikipedia.
La misma mañana se presentó otra gran novedad en el congreso internacional: que la capilla del Santísimo Sacramento de la iglesia de San Juan de Gràcia no sera de Francesc Berenguer, como se creía, sino de Gaudí. Lo anunció Josep Maria Tarragona, biógrafo del arquitecto, que aseguró que desde que vio por primera vez el lugar el 1999 “vivió la misma emoción estética y punción religiosa que siento cuando admiro obras religiosas de Gaudí como la cripta de la Colonia Güell”. Tarragona no negaba que Berenguer hubiera trabajado, pero “el sello de Gaudí no se puede imitar”. La capilla se llenó de visitantes el día siguiente, cuando el descubrimiento se difundió con titulares como La plaza de la Virreina esconde una capilla inédita de Gaudí.
El sacerdote Jordi Carretero insiste, casi avergonzado, a todos los que van a visitarla que la capilla no es de Gaudí. La historiadora del arte Beli Artigas asegura que ha enviado cartas con pruebas que esta bella cripta es de Berenguer y de Josep Maria Camps, y ha hecho llegar un informe al rector. Desde el 2007 ella cuenta con el blog Criticart, una herramienta desde la cual “a base de hemeroteca” apoya o revoca muchas de las noticias sobre Gaudí y otros temas sobre el arte catalán, sin complejos y aportando siempre una documentación exhaustiva. “En el Archivo del Colegio de Arquitectos tienen todos los dibujos de Berenguer que demuestran que la obra es de Berenguer, pero nadie ha ido a mirarlos nunca”, explica. “El problema es que no hay un interés real para investigar, y de aquí unos años la hemeroteca nos dirá que el de la foto y la obra son Gaudí, cuando no lo son”, explica Artigas.
“En un próximo libro que explique la cripta se dirá, con seguridad, que es de Gaudí. Son cosas que después son difíciles de rebatir. Las no-verdades que se producen en foros seudocientíficos alrededor de la imagen y la obra del arquitecto y su repetición y publicación en redes y medios acaban pasando por ciertas y crean un personaje alejado de la realidad. Quién los consulte de aquí unos años creerá que son ciertas y, al final, serán verdad”, lamenta Lahuerta.
Ha habido más hallazgos. En octubre del 2014, durante la clausura del primer congreso internacional sobre el arquitecto, se presentó una imagen de 1925, de mala calidad y mutilada, que sería la última foto conocida antes de morir, el 10 de junio de 1926, cuando un tranvía lo atropelló en el cruce de la calle Bailèn con Gran Vía. La presentó el arquitecto Jordi Bonet, que dirigió, entre 1987 y 2012, las obras de la Sagrada Familia. Según explicó, la instantánea la había extraído de una película inédita rodada el 1925 en Montserrat, cuando Gaudí asistió a una boda en el monasterio. Según Bonet, había tres personas que la habían autentificado, “la monja que limpiaba en la casa de Gaudí, que cuando la vio dijo "Es bén bé ell"; la hija de los porteros de la Sagrada Familia, y el académico Josep NMaria Garrut, que lo saludaba cuando el arquitecto paseaba por Sant Felip Neri. Ninguno de los tres tuvo dudas”. Y está claro, el día siguiente todos los medios difundieron la imagen de este Gaudí sonriente, alejado del cliché. Dos años después, el junio del 2017, TV3 presentó en exclusiva un documental sobre la Sagrada Familia, con 30 segundos de esta película con las “únicas imágenes en movimiento de Gaudí”.
Pero la filmación también fue puesta en entredicho. Diferentes expertos aseguraron que el personaje tenía más complexión, y que la cara y las orejas no eran las mismas que las del anciano que aparece el 1924 a la procesión del Corpus, y dudaron de su actitud ante la cámara. Se alegó, también, que nunca llevaba reloj de bolsillo, ni sombrero canotier. “Anunciar una foto o emitir unas imágenes sin haber hecho las complicaciones necesarias, con esta parafernalia, hace que se acepten como válidas. Hay que inventar cosas, y esto es el que se hace últimamente. Todo forma parte del business que rodea Gaudí”, prosigue Lahuerta.
El problema viene cuando aparecen otras imágenes que tienen el aspecto de ser auténticas. Como la localizada por el Centro de Estudios Lillet cuando se preparaba una exposición en homenaje a Eusebi Güell y Gaudí. En la imagen de 1925 que publicó en julio La Vanguardia puede verse a Gaudí (de 72 años), el alcalde de la localidad y Juan Antonio Güell, conde de Güell, que habían acudido a la localidad para poner la primera piedra del monumento a Eusebi Güell, mecenas de Gaudí. “Sea o no sea, ya se pone en entredicho: ‘¡otra foto más de Gaudí!’. Pero es normal. Cómo durante mucho tiempo se han intentado colar fotografías, obras y películas que poco después se demuestra que no son verdad, la desconfianza es total”, según Lahuerta.
Lluís Gueilburt, que desde hace 40 años investiga Gaudí, asegura que la historia sobre los falsos Gaudí es antigua. “Cuando una cosa se repite diez veces, se acaba convirtiendo en verdad. La foto del pelirrojo aparece en la página web de Casa Botines, la obra de Gaudí en León”. Según Gueilburt, lo que pasa con este arquitecto no pasa con Miró, Picasso, Tàpies y Dalí. Por eso, desde el 2002 reclama “una Fundación Gaudí que cada vez que salga una nueva obra o una nueva imagen haga de filtro. El problema de Gaudí es que no hay filtro”. Para él no es tan importante que aparezcan supuestas fotos como nuevas obras. “Hay obras que no son de él, como el hotel de Nueva York, un proyecto inventado de Llorenç Matamala, que tienen un libro completo, mientras que otros de verdaderos no tienen ni un tríptico. Gaudí se pierde en cosas ridículas, como si es de Riudoms o Reus, cosa que no importa”, asegura. “Dicen que hay miles de libros sobre Gaudí; de hecho, son 380 o 390, pero la mitad no sirven ni aportan nada”. Pesimista, asegura: “Por todo lo que es falso y por el marketing que se genera alrededor, la obra de Gaudí quedará totalmente desacreditada. Es una especie de burbuja que puede explotar”.
Artigas, por su parte, sí que cree que la aparición de fotografías falsas no es anecdótico. Y explica que esta misma semana acababa el plazo para presentarse a un casting de la productora Cyan Animatica para un vídeo sobre la familia Batlló. “Buscaban personajes con parecido para interpretar la familia y el arquitecto, y la imagen que se quiere dar es la del personaje de la boda de Montserrat de 1925. Los he avisado, pero me han dicho que mire lo que se ha publicado sobre la película”, dice la investigadora.
Lahuerta también es crítico con los trabajos de construcción de la Sagrada Familia, que concluirán el edificio el 2026, centenario de la muerte de Gaudí. “En realidad, es la gran falsedad de Gaudí. No se puede hablar de una obra de Gaudí, sino de 'gaudinismo', que interpreta el que él dejó”. Según el experto, cuando Gaudí murió hubo muchas personas que explicaron como trabajaba. “Se publicó mucho porque ya era un personaje popular. Todos dijeron que lo que tenía entre las manos era este work in progress, basado en el método de ensayo y error, en la búsqueda constante de soluciones y alternativas que no estaba en ningún plan ni proyecto abstracto”. Sin embargo, resalta, “en el momento en que muere esto se congela y se convierte en el proyecto de la Sagrada Familia, una cosa que no existió nunca en vida de Gaudí, y que da lugar a muchas interpretaciones”. Según Lahuerta, de muchos de los elementos que se construyen, o no hay dibujos y si hay son muy esquemáticos, o hay fotografías borrosas de las maquetas antes de que se destruyeran el 1936.
Hay un detalle importante en un boceto de Gaudí que puede que haya pasado siempre desapercibido.
— Oriol Querol (@OriolQF) June 17, 2018
¿Es posible que se esté cometiendo un error en la interpretación de sus diseños de la Sagrada Familia?
¿Y es posible que la clave esté en el cuerpo de Ed Sheeran? Me explico ⬇️ pic.twitter.com/QYv7E0RfQR
Los actuales arquitectos legitiman su trabajo en estos planos y en el proyecto congelado. “Seguimos el proyecto de Gaudí”, suelen explicar. “Gaudí creó una maqueta de cinco metros de la nave, y cuando la termina, como está convencido que no lo acabará, dice: “Estoy plenamente satisfecho de este proyecto, sólo me sabe mal no poder verlo construido”, explicó Jordi Faulí, director del equipo constructor de la Sagrada Familia a este diario el septiembre pasado, a 80 metros de altura en el arranque de la torre de Jesucristo, durante la visita de obras anual al templo. En los planos de Gaudí la sección estaba en negro, pero Faulí y su equipo harán una escalera de caracol que rodeará un ascensor de vidrio que subirá hasta los pies de la enorme cruz, a 172,5 metros de altura. “Gaudí daba libertad a sus sucesores, pero intentó definir mucho el proyecto, con su método, haciendo maquetas de partes concretas que sirven para el resto. No hace la maqueta de la Torre de la Virgen María, pero sí la de la sacristía, que se consigue, por geometría, elevando el vértice. Es nuestra forma de trabajar”, explica Faulí con una sonrisa.
“El problema es que los constructores de la Sagrada Familia se sienten herederos de los valores que se supone son de Gaudí: ‘Nosotros sabemos lo que Gaudí habría hecho y, por lo tanto, lo hacemos’, con una visión muy ligada al hecho que el personaje es inmortal e imperecedero, y en un contexto en que lo inacabado no funciona y lo que se pretende es vender un producto. Ante esto, hay de haber una posición crítica, que intente comprender Gaudí de otro modo, ligado a su contexto, pero esta actitud es minoritaria, de momento”, remacha Lahuerta.
Babelia
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