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Silvestre Dangond, maestro del vallenato comercial

El nuevo representante internacional del género colombiano presenta en España su disco 'Esto es vida'

Andrea Nogueira Calvar
Silvestre Dangond, en la sede de Sony.
Silvestre Dangond, en la sede de Sony.Samuel Sanchez (EL PAÍS)

Silvestre Dangond tiene 4.260.000 seguidores en Instagram. Sus vídeos en Youtube acumulan muchos millones más. Ha recibido cinco discos de diamante (por ventas físicas y digitales) y está nominado a los Grammy, no solo en su versión latina, pero a este artista estrella en su Colombia natal y referente en Latinoamérica se le aguan los ojos con facilidad si se habla de la música que le ha llevado a alcanzar estos números: el vallenato, un género que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. “Hablar del vallenato es como hablar de mi familia, de la religión, es mi folclore y mi esencia”, defiende el artista, que acaba de llegar a España para presentar su Caliente tour, con paradas en Madrid, Valencia y Barcelona.

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Dangond es más conocido en España por sus colaboraciones con artistas del reguetón como Nicky Jam, con el que canta Cásate conmigo. Aclara, en cambio, que las letras machistas no van con su personalidad, ni cuando comparte tema. “No respondo por lo que hacen los demás y lo respeto todo, pero la industria es un negocio y muchos le apuestan más al negocio que a la música; yo hasta allá no llego, soy muy romántico y tengo un concepto diferente al de denigrar a la mujer”.

Estuvo en España hace dos años, cuando empezaba a lanzarse internacionalmente. De aquella visita guarda el recuerdo “de la gente” y un sin sabor, el de “querer realizar el trabajo mejor”. Ahora, mientras en América lo comparan con el rey del vallenato, Diómedes Díaz, y le dicen "el nuevo Carlos Vives", vuelve a hacer bien la faena. “Si haces las cosas acorde con lo que estás buscando, solo tienes que saber esperar; a mí la vida siempre me sorprende y es mi aliada”, asevera confiado.

El artista habla con el tempo de las zonas de calor, como el pequeño pueblo del que viene, Urumita, al norte de Colombia -"Acordate Moralito de aquel día que estuviste en Urumita", canta Carlos Vives en La gota fría- . Sin embargo, emana el sabor latino del baile y el cante. En su caso, el del folclore de la música vallenata. Para hablar de este género se saca las gafas de sol que lleva como buen icono. Le toca la fibra sensible porque “forma parte” de él, es la música que le hace “sentir y llorar porque es la que es más real”, asegura lamentando el menosprecio que a veces sufren estas músicas de raíz.

Cuando hace tres años preparaba su salto internacional, tuvo que renunciar a la pureza del vallenato para poder ampliar su público. Su sensibilidad hacia "la herencia de su tierra y sus padres" se topó con la lógica de la industria. “Hoy en día hay música de toda clase, que yo también la hago, hago música superficial o comercial que acaba conectando con un público, los millenials, que no conocen el pasado del género y están bien con lo que se les brinda; he tenido la necesidad de cambiar para conectar con un mercado diferente que no escucha vallenato, pero si lo hago es por un propósito”. El propósito es que sus nuevos seguidores buceen en su discografía -tiene 12 trabajos- y lleguen al acordeón y la guacharaca. “Es como un confite que le das al público y después termina comiendo todo el chocolate”, ejemplifica.

En su último disco, Esto es vida, con nuevos seguidores ya cosechados, ha podido recuperar la esencia de la tradición vallatera en algunas de sus canciones. El proceso de construcción y grabación le provocó tal alegría por volver a los orígenes que tanto defiende que confiesa que lloró en numerosas ocasiones. “Esto es vida, exclamé, y así se llamó el disco”.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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