¿Vidas paralelas?
Rafael García Maldonado emplea la figura de Juan Benet para criticar un mundo literario presuntamente degradado
En un artículo reciente, de enero de 2017, Juan Cruz titulaba uno Necesidad de Juan Benet, afeando a la cultura española su indiferencia hacia los escritores desaparecidos, como si solo la última luz fuera la que alumbrara y ley de vida sea ir dejándolo todo atrás, cuando el autor de Volverás a Región es el maestro de una prosa purísima, tal vez la más exigente que nunca se ha conocido en castellano. A Benet había dedicado ya Juan Cruz uno de sus gratos egos revueltos.
En todo caso, en enero de 2018 se cumplieron los 25 años de su muerte, consecuencia de un cáncer que le fulminó siendo todavía un hombre joven. Y con ese motivo el escritor malagueño Rafael García Maldonado (Coín, 1981) acaba de publicar Benet. La ambición y el estilo, un curioso ejercicio concebido ante todo como un homenaje y una reivindicación de la escritura benetiana.
Pero decía que se trata de un libro curioso que ni el propio autor consigue definir. En cierto pasaje lo califica de novela-biografía-ensayo y algo más adelante de biografía-ensayo-tesis, quedando razonablemente descolgado el término menos adecuado para este libro, que es el de novela. No hay el menor rastro de ella. Y aflorando el de tesis, que no va desencaminado pues, en efecto, la tesis está y es la siguiente: la literatura española, con la desaparición de Juan Benet, perdió una referencia insustituible, en el sentido de que nadie ha aspirado en lo sucesivo, como sí hizo él, a perseguir un ideal literario tan riguroso, profundo e innovador, capaz de generar agudas reflexiones sobre la vida y la muerte, el pasado, la memoria y el tiempo.
La antítesis sería el decadente estado actual de nuestra narrativa, a la que García Maldonado dedica duros juicios (en su mayor parte emboscados en una generalidad sin nombres), y la síntesis queda formulada bajo la pregunta de si el presente es ya un punto de no retorno o si todavía estamos a tiempo de recuperar una dignidad literaria fagocitada por la presión del mercado y nuestra indiferencia ante el futuro de la cultura. Es decir, que la figura, sin duda luminosa y excepcional, de Juan Benet se esgrime para cargar contra un mundo literario degradado y ávido.
En ese contexto, el proyecto biográfico se derrumba muy pronto bajo el peso de la denuncia y la reiteración argumentativa. Y es una lástima porque el autor de Herrumbrosas lanzas o Saúl ante Samuel merece una biografía y este es el momento, cuando todavía puede recogerse el intenso perfume del tiempo en que vivió. A García Maldonado, sin embargo, le preocupa más encontrar absurdas correspondencias entre su propia figura y la de Benet, a partir de un hecho pueril, y es que ambos tienen una profesión alejada de las letras (Benet era ingeniero de Caminos, el autor malagueño es propietario de una farmacia), y las letras, siendo en ambos una pasión, solo pueden ejercerse en el tiempo libre.
A partir de este punto de contacto, se encuentran otros que irritan por su arrogancia narrativa fuera de lugar. No hay ironía en la siguiente frase: “Estamos ya en el año 56, un año en el que ocurrieron muchas cosas en el globo, pero tal vez la más importante fue el nacimiento de mi madre”. Solo después el autor se referirá a Benet porque en ese año clave entró a trabajar en una compañía de ferrocarriles que le trasladaría al Bierzo, el espacio del que procede su imaginaria Región, epicentro de su obra. Dispongo de otros ejemplos igualmente bisoños. Y es que no basta con haberse leído la obra de un escritor para estar al cabo de la calle.
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Autor: Rafael García Maldonado.
Editorial: El Viento (2018).
Formato: tapa blanda (264 páginas).
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