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Cristina Iglesias construye ficciones en el Centro Botín

La escultora protagoniza una antológica de 22 obras con las que invita a deambular por el espacio creado por Renzo Piano

Cristina Iglesias, en una de sus esculturas en la Fundación Botín.
Cristina Iglesias, en una de sus esculturas en la Fundación Botín.Pedro Puente Hoyos (EFE)

La obra de Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) está vinculada al Centro Botín desde su creación con una pieza formada por cuatro pozos y un estanque, Desde lo subterráneo, que sirven de raíces invisibles para fundir los Jardines de Pereda con la construcción de Renzo Piano. Colocadas a ras de suelo y formadas por piedra, acero y agua en movimiento, adelantan la entrada a un mundo de ficción en el que lo fantástico se funde con la idea de búsqueda y meditación que caracteriza la obra de la artista y que sirve de hilo conductor en la exposición Cristina Iglesias: Entreespacios, que puede verse hasta el 3 de marzo. Son 22 piezas escogidas por Iglesias y el comisario, Vicente Todolí, presidente de la comisión asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín. La muestra cuenta con la colaboración de La Caixa.

Sin orden cronológico, las piezas han sido colocadas para resaltar las referencias cruzadas entre ellas. El misterio de los pozos de la calle conecta con el interior a través de una obra titulada Pabellón verde. El espectador es invitado a sentarse dentro del recinto acristalado y, en silencio, dejarse llevar por el sonido de un agua cuya velocidad va cambiando de intensidad.

El viaje —o el deambular, como lo define Cristina Iglesias— prosigue por muchas de sus piezas más emblemáticas y conocidas, procedentes de colecciones particulares o de los fondos de la propia artista. Están las Habitaciones vegetales, grutas naturales de fantástica vegetación realizada con resina, polvo de bronce y fibra de vidrio. En las proximidades está uno de sus célebres techos suspendidos, Pasaje I (2002), tejida con esparto, que, a modo de techo orgánico, incide en la omnipresente importancia de la naturaleza en toda la obra de Iglesias.

Las rejas o celosías que enmarcan el vacío y juegan con la luz o las sombras como materiales esenciales proponen al espectador una incursión por el interior de la obra con la sensación de ser el único habitante de un mundo acechado por las sorpresas de la imaginación. O lo desconocido, que la artista valora tanto como la literatura de la que nutre algunas de sus obras más emblemáticas.

Cuando se le pregunta a Cristina Iglesias sobre los elementos que se han mantenido presentes en su obra a lo largo de los años, responde que todas las obras crean una ficción que se puede rodear o traspasar como lugares soñados o inventados. “Veo que hay una permanente referencia a lo natural aunque los míos son espacios naturales inventados. Está siempre la idea de buscar, de perderse o de estar rodeado".

Explica la artista que los materiales a los que recurre (aluminio, cristal, polvo de cobre, hierro dulce) son una constante en su obra. Los elige en función de lo que requiera cada pieza y los mezcla con el agua, las sombras y la luz. “Todo me sirve para reflexionar sobre la escultura y sus posibilidades. Lo mío son piezas únicas que se ejecutan en el taller de las afueras de Madrid y ahora también en Eibar, en el País Vasco”. El papel del agua, con todas sus resonancias de la cultura árabe, es para la artista una invitación a la meditación. “Como todos nosotros, tengo el peso de otras culturas aunque no piense expresamente en ellas cuando me pongo a trabajar. Si el sonido del transcurso del agua produce el disfrute de la música, me satisface, pero ya quisiera yo componer música con el agua”

Un cilindro de aluminio y cristal frente a la bahía

La pieza más reciente de la exposición de Cristina Iglesias en el Centro Botín de Santander lleva por título Growth I (2018), y es una composición cilíndrica realizada con aluminio y cristal. Está situada frente al mar. Cuando en un día de sol deslumbrante como el de ayer la luz que proyecta el cristal amarillo hace que la imaginaria resina se funda con el azul del mar logrando una fusión inquietante.

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