Familia de artistas
Oriol Pla escribe una función llamada 'Travy', que dirigirá en el Teatre Lliure
Ha sido una temporada estupenda para Oriol Pla. Empezó por estas fechas con el éxito de La calavera de Connemara, de Martin McDonagh, a las órdenes de Iván Morales en la Villarroel; siguió con otro trabajazo, el rol de Justo Gil en El día de mañana, la serie de Mariano Barroso en Movistar sobre la novela de Martínez de Pisón. “Cada día rodaba y luego me iba a hacer la función”, me cuenta, y hubiera vuelto a la Villarroel, donde La calavera acaba de reponerse, pero su explosivo rol ahora corre a cargo de Ferran Vilajosana porque Pla dirigirá en el Lliure una función escrita por él llamada Travy. “No me lo creía: lo que quieras, me dijeron, en cualquiera de las tres salas”. Comedia familiar, de cómicos ambulantes. Eligió la sala pequeña del Lliure, el Espai, donde estarán del 3 al 28 de octubre. El plural incluye a sus padres y a su hermana. Quimet Pla, gran payaso, cofundador de Comediants. Núria Solina, fundadora de Picatrons y Circ Cric. Y Diana, actriz, bailarina y acróbata, para resumir.
Los hermanos Pla pisaron por primera vez escenario (y luego calle, mucha calle) en brazos de sus padres. “Me di cuenta de que no hacemos un espectáculo los cuatro juntos desde hace muchos años. A veces pienso si no me habré vuelto loco: estoy dirigiendo en un teatro como el Lliure, y dirigiéndoles a ellos. O a lo mejor son ellos los que se han vuelto locos, poniéndose en mis manos y en las de Pau Matas, que nos conoce desde que era pequeño, y firma la dramaturgia. ¿Lo de Travy? Es un apellido de los abuelos de mi madre. Durante un tiempo nos llamaban la familia Travy, como la familia Trapp. Era nuestro apodo. Hacíamos un espectáculo de clowns, Quatre fustas i un paper, porque realmente estaba hecho con cuatro maderas y un papel”.
Hay algo muy gitano, dice, en la forma de ser y actuar de su familia. Una mezcla de coraje y melancolía, un lanzarse a la aventura sin saber nunca cómo acabarán las cosas. “Así trabajamos, desde siempre: marcar una dirección y dejar que las cosas fluyan”. Una tarde, en un momento de crisis, dijo: “Vamos a hacer el ridículo”. Su padre le respondió: “Ah, no, hijo mío. No todo el mundo sabe hacerlo”.
“Estoy hablando”, dice Oriol, “de un mundo que ya no existe. ¡25 años ya tengo nostalgia! Un mundo en el que todos nos conocíamos y nos pasábamos los bolos, y dormíamos en los camerinos”. En la función, los padres interpretarán a dos viejos clowns que casi no recuerdan sus chistes. La hija quiere buscar nuevos números, el hijo llega con un proyecto “moderno”. Son un clan, pero es la última oportunidad de reencontrarse. La magia ya no les une. El hijo dice: “Si pierdo la gracia estoy muerto”. Oriol dice: “En los ensayos, a veces reía y a veces rompía a llorar. ¿Miedo? Claro que sí. Mucha exposición. Y lo más fuerte, que es trabajar con tu familia. Con tu tribu”.
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