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Adiós a la lidia

Tarde sin brillo de Ferrera, Perera y Marín ante una brava y sosa corrida de El Parralejo

Antonio Ferrera, ante el espectacular e inválido cuarto toro de la tarde.
Antonio Ferrera, ante el espectacular e inválido cuarto toro de la tarde.Fernando Domingo-Aldama
Antonio Lorca

El ganadero tendrá un buen disgusto porque la corrida, como se dice ahora, no sirvió para que se lucieran las figuras. Pero la corrida, que no fue perfecta, tuvo vértices a tener muy en cuenta. Muy bien presentada en líneas generales, -espectacular la fachada del cuarto, que lucía dos auténticas perchas-, cumplió con nota en los caballos -muy bravo el segundo-, varios galoparon en banderillas y todos se quedaron sin fuelle en el tercio final; nobles, a excepción del muy bronco quinto, pero agotados y sin alegría en su mirada.

Pero los toros no sirvieron para las figuras, es verdad. No hubo, por ejemplo, toreo de capa si se descuentan un par de verónicas de Marín al tercero, y un quite de dos chicuelinas y una media de Ferrera a ese mismo toro. El capote lo utilizaron los toreros como arma defensiva más que como objeto para el lucimiento. El mismo Ferrera lo intentó de salida con el de las exageradas defensas y pronto desistió, desbordado por la codicia primera del animal.

Saludó en banderillas Montolíu tras dos buenos pares al primero, y también se lució Antonio Manuel Punta ante el tercero, pero hubo varios medios pares, pasadas en falso y excesivas precauciones.

Y en la muleta quedó patente una vez más que las figuras actuales están encasilladas en el derechazo y el natural, y, si ello no es posible, todo se viene abajo.

EL PARRALEJO/FERRERA, PERERA, MARÍN

Toros de El Parralejo, bien presentados, cumplidores a buen nivel en varas (muy bravo el segundo), nobles y sin fondo en el tercio final; muy deslucido el quinto.

Antonio Ferrera: bajonazo y un descabello (palmas); pinchazo _aviso_ y estocada baja (ovación).

Miguel Ángel Perera: media baja y trasera, un descabello _aviso_ y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazos y media baja (algunos pitos).

Ginés Marín: estocada y un descabello (silencio); estocada caída (silencio).

Plaza de toros de Vistalegre. 23 de agosto. Sexta corrida de feria. Menos de media entrada.

Pero la corrida más sobresaliente en varas, hasta ahora, ha sido la de El Parralejo. Empujaron primero, segundo, tercero, quinto y sexto, y la pelea del segundo fue de bravo, el toro más bravo de la feria. Lo picó con conocimiento y torería Francisco Doblado, que aguantó el empuje del animal en un largo primer puyazo, en el que el toro se dejó picar con fijeza en el peto, y otro más del mismo tenor. Pero allí lo dejó todo, y llegó a la muleta sin vida.

Galopó el segundo en banderillas y propició que Montolíu saludara montera en mano, pero también se vino abajo. Y algo parecido sucedió a los demás. Como si fueran toros diseñados solo para la muleta, para el lucimiento de los toreros y no para aguantar el duro trance del picador y las banderillas.

Así pues, no hubo faenas artísticas, que es el objetivo de la mayoría de los ganaderos actuales. Y se duelen, claro está, cuando sus toros no tienen veinte pases de carril.

Pulcra e insulsa la labor de Ferrera ante el soso que abrió plaza, e interminable y anodina ante el guapo e inválido cuarto. Fue una pena que el precioso toro, de nombre ‘Pajarillo’ perdiera las manos una y otra vez, y obligara al torero a tratarlo con un delicado mimo más indicado para un noble becerro que para un toro.

No tuvo suerte Perera con su lote. Al bravo segundo le faltó brillo y codicia, lo mismo que al torero; y ante el quinto, que no tenía un pase moderno, abrevió en demasía. Escuchó algunos pitos que pudieron sonar injustos, pero un torero de su poderío debe estar de otra manera ante un toro difícil.

Y Ginés estuvo desdibujado ante la nobleza fría del tercero, y muy precavido ante el aburrido sexto. Otro que busca el toro perfecto y naufraga cuando encuentra dificultades.

En fin, que la culpa fue de los toros, pensarán los toreros. Pero no es esa toda la verdad: los de luces mostraron una preocupante carencia de dotes lidiadoras de principio a fin, insulsos y con muy escasas ideas.

Normal es que el ganadero esté preocupado si cría toros para las figuras. A estas alturas ya se sabe que el tercio de varas no vale y está en vías de desaparición, pero quede constancia del buen juego desarrollado en varas por la corrida de El Parralejo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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