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DIARIO DEL TURISTA ENAMORADO | 6
Columna
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Un perro

Hoy es el día de bautizar a su nuevo amigo recién encontrado en las playas de Almería

Manuel Vilas

Hace muchos años el turista enamorado ya tuvo y amó a un perro. Y hoy es el día de bautizar a su nuevo amigo recién encontrado en las playas de Almería. No puedo hacerlo, reflexiona. No puede llamarlo como al perro que tuvo hace ya muchos años. Sería una falta de respeto al pasado. Piensa en varios nombres. Le atrae llamarlo Fermín porque le parece un nombre modesto y recogido. Hola Fermín, dice. Pero el perro ni se inmuta. ¿Quién te habrá abandonado? Y el perro ahora le mira. Piensa en llamarlo Abandonado, pero es demasiado pretencioso y generalista, pues al fin y al cabo todos acabaremos siendo abandonados, unos antes, otros después. Podría llamarlo Turista Segundo, dado que él es el Turista Primero. Turista Segundo parece un nombre de guitarrista, y es muy largo. Podría llamarle Bob,en honor a Bob Dylan. Pero no hay nada más triste que homenajear a un tipo que jamás se entera de los homenajes que recibe.

Mientras le piensa un nombre, le busca acomodo en su coche. Me llenarás el coche de pelos, dice. No babees. ¿Echas de menos a tu familia? Cómo te llamaban ellos. Seguro que te pusieron un nombre cursi. El perro le mira como asintiendo. Bien, hoy nos vamos de Almería. Hoy nos vamos a Marbella, le dice el turista enamorado al perro sin nombre. Ha reservado un hotel que admiten mascotas y que tiene una puntuación de 8,1 en Booking. Ya no te puedes fiar de esas puntuaciones, le dice el turista enamorado al perro, que va en el asiento de atrás y empieza a agitarse, aunque también agradece el aire acondicionado renqueante y ruidoso del Opel Manta de 30 años de antigüedad que conduce el turista enamorado. Es un buen coche, amor mío. Se da cuenta de que urge un nombre. Lo de “amor mío” es patético. Tan patético que el perro no le ha quedado más remedio que soltar un angustioso ladrido. Pero qué nombre le pongo a este ser despreciado por los hombres. Y por las mujeres. Incluso habrá sido despreciado por los niños. Y por los abuelos. Cómo llamarte. No tienes aspecto de fiero. Pesarás unos 20 kilos. Y menos mal que eres de pelo corto. Aunque raza me parece que no tienes mucha.

¿Tienes raza?, inquiere. Imagino que la misma que yo. Comienza el viaje. El turista enamorado para en un área de servicio que tiene MacDonal’s. Compra dos macmenús y los lleva hasta el coche. Toma, uno es para ti, con patatas fritas y todo. El perro pone el coche perdido. Babea, ladra y come. Da gusto verte comer así, dice el turista. Veo que te ha encantado la Big Mac. Bien, me parece que MacDonald’s va a ser el río Jordán y yo Juan el Bautista. Te voy a bautizar aquí mismo. Sujeta al perro por el cuello, el perro se asusta, y vierte un poco de Cocacola por su cabeza. Te llamarás MacDonald’s, y para abreviar y castellanizar tu nombre te llamaré Madon. Es un buen nombre. Y tiene que ser palabra llana, no dejaré que nadie convierta tu nombre en palabra aguda.

Madon y el turista enamorado sonríen. Nos vamos, Madon. Marbella nos espera. Arranca el Opel Manta, y se marchan ahítos de Cocacola, y por tanto felices.

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