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Universos paralelos
Columna
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No se fíen de las listas

Bienvenido al paripé de los discos de oro y de platino, a la miniaturización de los superventas y los números uno

Ry Cooder, en un concierto en Austin, en EE UU, el 25 de octubre de 2017.
Ry Cooder, en un concierto en Austin, en EE UU, el 25 de octubre de 2017. Gary Miller (Getty Images)
Diego A. Manrique

Bienvenido al paripé de los discos de oro y de platino, a la miniaturización de los superventas y los números uno.

Aquí ya hemos mencionado uno de los secretos mejor guardados del bisnes: las listas semanales de ventas de Promusicae, patronal de las grandes discográficas españolas. Conviene puntualizar que existen dos tipos de listas: unas que están disponibles en la página web de Productores de Música de España y, atención, otras a las que únicamente tienen acceso los asociados, que incluyen las cifras de cada novedad. Datos que se ocultan al resto de los mortales ya que suelen ser cantidades humillantemente pequeñas.

Una publicación online dedicada al pop juvenil, odiomalley.com, ha conseguido estos documentos internos y ha publicado varios textos escandalizados. Escandalizados por el uso torticero que hacen discográficas y artistas de sus supuestos éxitos. Facilitado, cierto, por las inmensas tragaderas de los medios, que siempre pican cuando se les pone delante el anzuelo de (1) la última sensación, (2) la recuperación del mercado, (3) la importancia de las ventas digitales, (4) el boom del vinilo y milongas similares.

Puestos a inventar tendencias, propongo un titular tipo “El jazz vuelve a ser cool”: la semana pasada, se pudo ver a John Coltrane, con The Lost Album, en el número cinco de ventas en este bendito país. En realidad, fue el fruto de combinar un nombre legendario con una historia intrigante, todo bien amplificado por prensa y TV, que movió a unos centenares de aficionados a pillar el disco en su primera semana en las tiendas.

En estos asuntos y a estas alturas, conviene hablar de centenares, no de miles. Una estrella pop como Amaia Montero llegó al uno con 1.480 copias vendidas de Nacidos para creer, un álbum con ese toque de qualité que aportan las hondas letras de Benjamin Prado. Uh, igual no pesan tanto las aportaciones de la alta literatura: también en una semana, Love of Lesbian despachó 1.780 ejemplares de El gran truco final, suficientes para ocupar lo alto de una lista que, según sus autores, refleja el 81 % del negocio discográfico español.

La lista tiene 100 puestos, lo que permite que en la zona baja se cuelen títulos con ventas diminutas: Prodigal Son, la reaparición de Ry Cooder, entró triunfal en el puesto 41º gracias a despachar 128 discos. Pulse, reedición del directo de Pink Floyd, aterrizó en un respetable lugar 85º con 59 copias. Impresionante ¿verdad?

Y luego está lo que llaman las sobrecertificaciones. El listado de Promusicae tiene una vocación futurista, hasta visionaria: consideran disco de oro (20.000 ejemplares) o de platino (40.000) a referencias que, según la misma información incluida, todavía están lejos de esas metas.

Más inquietante, apunta odiomalley.com, es la vulnerabilidad de los charts de música digital. Alcanzar el número 1 en iTunes, se sugiere, es cuestión de comprar de golpe (pero discretamente) unas cuantas descargas de una canción determinada. Una inversión bastante modesta. A continuación, se hace una captura de pantalla, se manda una nota de prensa y, et voilà, ya hay un triunfador más en la galaxia nacional.

Las listas del siglo XXI requieren una nueva metodología: junto a las ventas, en físico o en digital, convendría computar el streaming y YouTube. Un lío. Mientras tanto, disfrutemos del actual caos: una pedrea en la que, prácticamente, cualquiera puede ser número uno. La democratización de la música, aplaudirán algunos.

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