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EL DISCO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ry Cooder: Ira controlada

El nuevo disco del músico estadounidense recibe una calificación de 7 sobre 10

Diego A. Manrique

A primera vista, The Prodigal Son podría sugerir que Ry Cooder pretende cerrar su círculo creativo en el punto de partida. Esto se parece mucho a lo que tocaba cuando comenzaba, hace más de 50 años, con The Rising Sons: blues y folk, todo electrificado y ahora con el añadido de coros musculosos.

Ya sabemos que Cooder no se conformó con explotar esa cantera. Potenció la presencia de la guitarra slide en el rock (¡y en bandas sonoras!). Aparte del canon afroestadounidense, exploró ritmos y melodías de Hawái, los chicanos, Irlanda, Mali... demonios, con Buena Vista Social Club logró parar y echar marcha atrás a la música cubana.

Artista: Ry Cooder

Disco: The Prodigal Son

Sello: Fantasy/Caroline

Calificación: 7 sobre 10

Uno piensa que ha tenido una vida bendita: aprobación crítica, margen para hacer lo que le apeteció, algún superventas. Y resulta que no, suele manifestarse colérico con el mundo. Enfadado con los Rolling Stones, que –asegura- le robaron ideas ¡en 1969! Irritado con las técnicas de grabación modernas (aunque, allá por 1979, alardeaba de que su Bop Till You Drop era el primer LP grabado digitalmente en 32 pistas). Indignado, en fin, con ese proletariado estadounidense que lleva décadas votando a los republicanos.

Atención: el problema no reside en que resulte difícil como entrevistado. Lo peligroso es que Ry, cuando se pone dogmático, demasiadas veces suena avinagrado, como ese amigo dado a sermonear al que desearías gritar “coincido contigo pero, por favor, para ya”.

Con esos precedentes, me alegra informar que The prodigal son evita las regañinas. La defensa de exiliados y emigrantes corre a cargo del Everybody Ought to Treat a Stranger Right, un góspel blues que por primera vez se grabó en 1930. Hay humor en Gentrification, uno de los tres temas propios, donde el habitante de un cuartucho se pregunta qué demonios quieren los modernos –“los Hombres Google”- en su barrio. Se permite imaginar un encuentro de Woody Guthrie con Jesucristo, donde este último confiesa que “me gustan más los pecadores que los fascistas”.

Abundan las canciones religiosas, varias firmadas por evangelizadores ciegos (Blind Alfred Reed, Blind Roosevlt Graves, Blind Willie Johnson). Algunas han sido tuneadas: en You Must Unload añade palabras de Johnny Cash. En el tema Prodigal Son da un giro a la parábola del hijo pródigo, que aquí blasfema: estaba buscando a Dios y –sorpresa, sorpresa- lo más cerca que estuvo fue en un club de Bakersfield, cuando vio tocar a Ralph Mooney, prodigio en la steel guitar y acompañante de Merle Haggard.

Ry puede ser septuagenario pero conserva sus recursos: tiene la capacidad de sonar feroz cuando se necesita (esas guitarras afiladas) o incluso tierno (la voz de Harbor of Love). Desde hace tiempo, colabora con su hijo Joachim, responsable de unos loops que quitan telarañas al material, aquí particularmente efectivos en Nobody’s Fault But Mine.

The Prodigal Son pierde algo de su fuerza en la segunda mitad, cuando los Cooder se engolosinan y alargan demasiado los temas, hasta que doblan la duración original. Aunque no sé si me atrevería a decírselo a la cara.

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Autor: Ry Cooder.


Sello: Universal Music.


Formato: MP3, CD y disco de vinilo.


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