Memoria

Dos fueron los momentos televisivos inolvidables del pasado lunes: las declaraciones del expresidente Aznar en Onda Cero y la foto del vestuario de la selección de Japón tras perder su partido con Bélgica, probablemente el mejor de los partidos del Mundial de Rusia de los que llevamos vistos. Dos formas de entender el mundo.

El expresidente, con esa sonrisa forzada más próxima a un dolor de muelas que a una manifestación gozosa, podría ser el protagonista perfecto de ese chiste plurinacional en el que el negocio del siglo es comprarlo por lo que en realidad vale y venderlo por lo que cree que vale. Pocas personas más injustificadamente autosatisfechas que Aznar, incapaz de asumir su condición de ser un marginado por su propio partido pues no deja de ser significativo que en las primarias del PP uno de los argumentos para atacar a uno de los candidatos sea el que tras él se encuentra su figura.

Y siendo incomprensible su convicción de autoridad moral —con él comenzó la Gürtel, las inmatriculaciones eclesiásticas, la burbuja inmobiliaria y el apoyo a la guerra de Irak— más sorprendente es que critique en la citada entrevista "a aquellos que durante años han tratado de enterrar su etapa y ahora pretendan hacer desmemoria" pues quien lo dice acaba de reconocer que no recuerda a quién nombró presidente de RTVE tres denunciar el actual mercadeo para nombrar a los nuevos responsables del ente. Se lo recordó el periodista: Fernando López Amor, diputado del PP.

La fotografía del impoluto vestuario de los japoneses tras perder por 3-2 frente a los belgas y con la palabra "gracias" como único texto demuestra que la educación y el respeto son aún posibles en este valle de lágrimas y egos desmedidos y desmemoriados. Recordemos que Japón se había clasificado para los octavos de final por juego limpio, que el gol que los eliminó fue en el minuto 94 y que cuando el partido finalizó, los aficionados japoneses se quedaron en el estadio para limpiar la basura que habían generado.