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Festivaleros y peregrinos se cogieron de la mano

Las primeras veces pueden ser erráticas, pero la de O Son do Camiño ha sido bastante ordenada

Asistentes a la primera edición de O Son Do Camiño.
Asistentes a la primera edición de O Son Do Camiño.OSCAR CORRAL (EL PAÍS)
Katy Lema

Lo nuevo casi siempre suele sorprender, por eso, cuando nace un festival se respira una cierta ansiedad por vivir su estreno, como si fuese la primera vez que uno asiste a un evento así. Y esto es lo que ha sucedido este último fin de semana de junio en Santiago de Compostela. Durante tres días la capital gallega no solo ha acogido a sus peregrinos habituales, sino que también ha recibido con alegría la visita de alrededor de 30.000 personas diarias para celebrar la primera edición de O Son do Camiño. Para darles la bienvenida han elegido el lugar al que llegan los caminantes cuando acarician la ciudad, el parque del Monte do Gozo.

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Lo cierto es que la aparición de esta cita musical en el calendario de festivales fue totalmente repentina, tuvo lugar a principios de este año, cuando anunciaron que Galicia celebraría anualmente un macroevento para iniciar el recorrido hacia el próximo año Xacobeo que se celebrará en 2021. El cartel contaba con grandes estrellas —Lenny Kravitz, Jamiroquai y The Killers— y nombres suficientes para atraer a una amplia variedad de público —Martin Garrix, Two Door Cinema Club o León Benavente—. Esta composición logró que se agotasen las entradas en marzo, solo dos horas después de estar a la venta. Un sueño hecho realidad que corona a esta región como la reina del norte festivalero.

El festival

Las primeras veces pueden ser erráticas, pero la de O Son do Camiño ha sido bastante ordenada. La experiencia de sus organizadores y la fuerte apuesta que habían hecho por esta propuesta lograron aprobar con nota esta primera prueba. Su localización coloca a Galicia en un lugar principal dentro de la ruta festivalera nacional, y su recinto es una buena noticia para todos los festivaleros, y es que el monumental anfiteatro de O Gozo es un lugar ideal para disfrutar de la mejor música en directo. Da igual en que fila te encuentres o cuánta gente tengas a tu alrededor, la sensación es de absoluta comodidad. Sí, por fin todo el mundo puede ver al artista sobre el escenario.

O Son Do Camiño 2018: resumo do venres 29!

Grazas a todo o mundo por disfrutar con nós deste segundo día cargado de bós momentos, grupazos e moita diversión. Hoxe toca máis! 😄 Gracias a todo el mundo por disfrutar con nosotros de este segunda día cargado de buenos momentos, grupazos y mucha diversión. ¡Hoy toca más! 😄 Canción: The Gift - Big Fish

Gepostet von O Son do Camiño am Samstag, 30. Juni 2018

Entre las curiosidades de este festival, destacó la presencia del "equipo higiénico", un grupo de hombres y mujeres que se encargaron de repartir papel en las entradas de los baños. Estas personas lograron que las habituales quejas de los usuarios sobre los baños en estos eventos se difuminasen con su generosidad. Con papel en la mano y sin muchas colas —o menos que en los demás grandes festivales—, lo que más sufrió O Son do Camiño fue la ubicación de su segundo escenario, ubicado en un terreno complicado y en el que los asistentes no podían disfrutar con tanta visibilidad. Ojalá en la siguiente edición añadan otro más y así equilibrar la oferta y la demanda musical.

Entre el resto de personajes protagonistas del festival estaba la nube de hombres y mujeres cerveza, esos trabajadores que surten a los asistentes con este brebaje sin que estos tengan la necesidad de acudir a las barras. En Santiago fue la primera vez que vi a una mujer portar los más de 15 litros que llevan a sus espaldas, un recipiente que rellanaban cada 15 o 20 minutos. Pero Galicia no solo es bebida, la comida estuvo presente en una zona de restauración que contó con una gran variedad de puestos: desde la empanada local a las hamburguesas de porco celta. Eso sí, el universo de chiringuitos que rodeaban el recinto extendió el festival a las afueras del mismo y por momentos, O Son do Camiño pareció más una verbena  —pero sin orquesta—.

La lluvia se presentó en algunos de los conciertos del festival.
La lluvia se presentó en algunos de los conciertos del festival.OSCAR CORRAL (EFE)

Sin duda, una de las grandes ventajas de esta fiesta musical —al menos para mí— fue el clima local, que ayudó a compensar las agobiantes temperaturas que se viven en otros festivales del Mediterráneo. Y aunque los chubasqueros taparon en alguna que otra ocasión las modernas vestimentas del público y la zona de acampada sufrió pequeñas inundaciones, las sensaciones fueron buenas. Mención especial para el servicio de autobuses lanzadera que unió el recinto con la ciudad y que facilitó el transporte a los asistentes —salvo el último día, momento en el que suspendieron la ruta por motivos de seguridad—. Pero como de todo se aprende, esperemos que en 2021 O Son do Camiño sea un festival casi perfecto. Nos vemos en la próxima.

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Sobre la firma

Katy Lema
Es editora SEO y profesora de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS. En este diario también fue responsable del blog Miss Festivales. Autora del 'Festibook', antes trabajó en medios como La Voz de Galicia, Onda Cero y RNE, y en páginas como Skyscanner o Código Nuevo. Es Licenciada en Periodismo y Magíster en Radio por la UCM.

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