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Columna
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‘Supervivientes’: EGB vs. ‘millennials’

La cabeza de Jorge Javier Vázquez es un cruce del baúl de la Piquer con el Aleph. Le caben todas las películas en blanco y negro y las canciones que cantaban las abuelas

Sergio Carvajal y Jorge Javier Vázquez, en la final de 'Supervivientes'.
Sergio Carvajal y Jorge Javier Vázquez, en la final de 'Supervivientes'.

No hay programa en la televisión que haya reflejado tan bien las dos Españas como Supervivientes. Las dos Españas verdaderas: la del baby boom y la de los millennials. Cohabitan en su plató el universo de referencias de los modernos de ayer —nosotros, los de la EGB— con las de los nuevos —ellos, los de la ESO o los del o sea—. Un choque de concepciones del mundo que cristaliza en un Francisco atónito diciendo secuencer por influencer —el pobre no sabe todavía ni cómo llamar a su peor enemigo en la isla—.

Jorge Javier —que es de la EGB y de Filología— lo sabe y hasta lo explota. Insiste en sacarse de la manga referencias imposibles para sus concursantes. Ahí está la verdadera brecha generacional: cuando compara a Alejandro Albalá con Philippe Junot y el muchacho deja en evidencia su desconocimiento. “¿Y ese quién es?”. “Hijo, mío… el marido de Carolina de Mónaco”. Albalá asiente como si se hubiera situado, pero un vacío en sus ojos azulísimos delata el desconcierto.

La cabeza de Jorge Javier es un cruce del baúl de la Piquer con el Aleph. Le caben todas las películas en blanco y negro y las canciones que cantaban las abuelas. Se le vienen a la boca mientras presenta, como muñequitos con resorte en cajas sorpresa. “Pareces Aurora Bautista en Locura de amor”, exclama. Y los muchachos de la isla cortocircuitan. Sobre todo, Sergio. El influencer, no tiene más escuela cinematográfica que los filtros de Instagram y la ventanita del YouTube. Solo el Maestro Joao, un ser de otro tiempo con una iconografía cincelada en la roca del cinemascope y las grandes divas, entiende lo que Jorge dice. Y le sigue el juego. Y si le pide hacer de Ursula Andress en el Doctor No, el mago emerge de las olas como Venus. Tiene las de ganar Jorge Javier: su público se parece más a los nostálgicos que se saben la desgraciada historia de Juana la Loca que a los amnésicos millennials.

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