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Bocadillos de primavera

Daniel Torres plantea una compleja estructura narrativa donde las historias se esconden unas dentro de otras en 'Picasso en la Guerra Civil'

Viñeta del cómic '¡Universo!', de Albert Monteys.
Viñeta del cómic '¡Universo!', de Albert Monteys.

La primavera ha llegado y, junto a las consabidas subidas de histamina, ha traído al lector de cómics una fecundidad publicadora que hace complicada la recomendación de tebeos, con pocas opciones más allá de dejarse llevar por la locura y lanzarse al delirio comprador con la excusa de compensar la astenia estacional. En estas mismas páginas ya se ha hablado, mucho y bien, de esa joya del noveno arte que es Lo que más me gusta son los monstruos, el titánico ejercicio creativo de Emil Ferris que publica Reservoir Books y que dará conversación durante años, por lo que dedicaremos este espacio a otras obras que no deben ser eclipsadas por la excepcionalidad de aquella. Obras que comparten con la creación de Ferris la fascinación por un camino personal y una calidad que escapa al territorio de la simple reseña y merece la experiencia lectora individual.

Empecemos por el belga Brecht Evens, autor que ya demostró su particularísima concepción de la narración gráfica basada en una paleta cromática bulliciosa y deslumbrante, que en Pantera (Astiberri) actúa de estímulo hipnótico para dejar al lector desorientado ante una fábula de apariencia infantil que va mostrando disimuladamente aristas cortantes, que abren pequeñas grietas por las que atisbar una oscuridad que rodea todo el relato hasta hacerse asfixiante. Un juego de espejos deformante en el que también participa, desde otra perspectiva, Belleza, de Kerascoët y Hubert Boulard (Astiberri). Cuento clásico canónico en su planteamiento, pero que encuentra pronto un desarrollo que deja la moralidad maniquea a un lado para explorar una humanización de la fábula más próxima a la realidad.

La realidad también forma parte del catálogo primaveral con Nieve en los bolsillos, de Kim (Norma Editorial), necesario relato de la emigración española a Alemania durante los sesenta que aporta testimonios desconocidos de un proceso que no fue tan ordenado como vendió el oficialismo franquista, en un argumento aprovechado hoy como ejemplo. También forma parte de esa realidad la invasión de Praga en 1968, que Vittorio Giardino relata con apabullante minuciosidad y elegante trazo en Jonas Fink 4: El librero de Praga (Norma Editorial). Aunque esa realidad puede ser una simple excusa para reescribirla desde una nueva memoria, desde una nueva historia: como hace Daniel Torres, que toma la figura de Picasso para realizar una sorprendente ficción que imagina al pintor malagueño como héroe de guerra en Picasso en la Guerra Civil (Norma Editorial). La conocida pasión del autor del Guernica por el cómic, que se plasmó en el Sueño y mentira de Franco, sirve para que el dibujante valenciano plantee una compleja estructura narrativa donde las historias van escondiéndose unas dentro de otras para crear su propio discurso de realidad. Pero el creador de Roco Vargas está en estado de gracia y consigue no solo salir victorioso del reto, sino dejar al lector ante la duda razonable de haber leído un episodio auténtico de la historia.

Aunque en este camino entre realidad y ficción quizás lo más razonable es dejar libre la imaginación hacia nuevos mundos inexplorados. No siempre es fácil, sobre todo si tu bagaje previo te liga al realismo de una u otra manera, como les ha pasado a Albert Monteys y Gipi. Es difícil separar la trayectoria del primero de la sátira de la actualidad, pero en¡Universo! (Astiberri) demuestra no solo un sólido conocimiento del canon de la ciencia-ficción, sino una habilidad consumada para explorar propuestas de alto riesgo narrativo con éxito, que no ahorra acertadas incursiones en el humor. El italiano no se queda atrás en La tierra de los hijos (Salamandra Graphic), atreviéndose con el género posapocalíptico para crear una historia tan personal y opresiva como atractiva. Reflexiones sobre un futuro sin futuro que dejan la definición de humanidad en el vertedero de lo inútil.

Belleza, de Kerascoët y Hubert Boulard, es un cuento clásico canónico en su planteamiento

Aunque quizás la primavera tenga también su canon romántico y necesite historias de amor, de esas arrebatadoras que logran pronto el adjetivo de “universales”. Quizás Emmanuel Guibert no consiga ninguna de las dos cosas en Martha y Alan (Salamandra Graphic), porque su aproximación es minimalista, pausada y tranquila, recorriendo una historia de amor que nunca llega a escribirse. Con esa parsimonia, claro, desaparece esa pasión de ambición universalista, pero logra sobrevivir al tiempo y, sobre todo, desbordar belleza hasta dejar al lector enamorado también de unas planchas que obligan al detenimiento y a la remembranza personal.

Hay también en esta estación que ya casi termina espacio para el ensayo en cómic, como el que plantean Sagar y Jordi Carrión en Gótico (Norma Editorial), arriesgada propuesta que es capaz de explorar desde la historia académica los orígenes de la historieta para encontrar raíces comunes entre el gótico catalán y el noveno arte. Un hilo del que tirar que lleva a dotar al cómic de ilustres antepasados dentro de una narrativa dibujada más antigua que la literaria.

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