Misterios de la lectura
Phaidon lanza una publicación-homenaje al más revolucionario objeto cotidiano: el libro
Desde los primeros collages cubistas hechos con recortes de periódico a los manifiestos dadaístas, futuristas o situacionistas, la lectura y la letra escrita, con sus tipos, han orillado y, en muchos casos, definido el arte del último siglo. Y de los que lo precedieron. Los más antiguos testimonios de lectura ya aparecen en el fresco descubierto en Pompeya de un supuesto retrato de Safo de Mitilene (55 d.C.), considerado el primer homenaje a la alfabetización femenina. Desde 1760, año del hallazgo, se creyó que aquella mujer de semblante abstraído, que porta en una mano un estilete y en la otra unas tablillas de cera, era la joven poeta griega. Pero había algo en la imagen que no encajaba. ¿Qué hacía la adoradora de Afrodita con unas tablas de cálculo que nada tienen que ver con los endecasílabos, los versos sáficos que ella misma instauró para la poesía occidental? Parece un misterio digno del oráculo de la Sibila Libia (1483), representada por Guidaccio Cozarelli en uno de los mosaicos de la catedral de la Asunción de Siena. La elegante sacerdotisa exhibe un rollo y un libro, símbolos de sus habilidades para las adivinaciones y la toma de decisiones importantes.
Sea como material de construcción de identidades o como pasto de las llamas, los libros son los “espejos del alma”(Virginia Woolf) de una sociedad civilizada que es capaz de regenerarse o autodestruirse. Pasarán los siglos, se digitalizarán páginas y se unificarán tipografías, pero la literatura y el pensamiento perdurarán como la auténtica prueba de fuego de la Historia.
El arte de la lectura es una crónica visual del libro representado como objeto venerable al alcance de muy pocos o como icono popular y reivindicativo, en pinturas, esculturas e instalaciones, como la que Marta Minujín llevó a Documenta 14 de Kassel (2017), una réplica a escala real del Partenón de Atenas forrado con 100.000 libros que han sido censurados a lo largo de los siglos. Lo dijo el sabio de Concord, Ralph Waldo Emerson: “Todo libro que ha sido echado a la hoguera ilumina el mundo”.
La Edad de Oro de los ukiyo-e. 'Landscapes and Beauties'. Utagawa Kuniyosi. Antes de 1861. Período Edo. El gran maestro de este género de grabados, llamados también “dibujos flotantes”. trabajó en pleno surgimiento de la cultura popular en Japón, con la aparición del teatro burlesco kabuki, alternativo al refinado No, y una ingente demanda de libros ilustrados donde por primera vez el texto se adapta a la imagen. El éxito de estas ilustraciones, origen del manga, hizo que se independizaran de los libros hasta ser vendidas como estampas sueltas.
El mago de las sombras. Rembrandt van Rijn. 'An Old Woman Reading'. 1655. El lienzo corresponde a su época tardía y está depositado en el castillo escocés de Drumlanrig. Son los años del Rembrandt más emocional, del hombre liberado después de perderlo todo, esposa e hijos, y la ruina económica. Mujer mayor leyendo representa a la madre de su amigo y benefactor Jan Six. Llama la atención la luminosidad que sale desde el corazón del libro y se refleja en el rostro. Es un momento de gran intimidad. Observamos las manos de la anciana... parece que leamos la Biblia con ella.
Un siervo sufriente. Vincent van Gogh. 'Still Life With Bible', 1885. Van Gogh creó esta conmovedora pintura poco después de morir su padre y la terminó en un solo día. La Biblia está abierta por Isaías 53, donde se cuenta la historia del “siervo sufriente”. Representa la forma que su progenitor, ministro de la iglesia reformada neerlandesa, tenía de ver la vida. La novela amarilla es La alegría de vivir (1884), de Zola, al que el pintor admiraba porque sus escritos reflejaban la vida tal como era. El cuadro está depositado en el Museo Van Gogh de Ámsterdam.
El espíritu del tiempo. Marta Minujín. 'The Partenón of Books', 1983/2017. La artista argentina crea esta réplica del Partenón, símbolo de los ideales políticos asociados a la primera democracia del mundo. Los libros, donados por el público, se prohibieron en diferentes partes del mundo a lo largo de la Historia y ahora los vemos como volúmenes envueltos en plásticos y colgados del enorme armazón de acero. La biblioteca de Minujín se levantó el pasado verano en el mismo lugar donde se quemaron miles de ejemplares durante la campaña del nazismo contra “el espíritu antialemán”, en 1933.
El fantasma que lee. René Magritte. 'La lectora subyugada'. 1928. El pintor belga crea esta obra el mismo año que su más conocida, Los amantes. El óleo fue trasladado en 2017 a Abu Dabi con motivo de la apertura del nuevo Louvre en la isla de Saayidat e ilustra una de las frases más conocidas de Magritte, “El arte de pintar es un arte de pensar”. Y añade algo misterioso, que se refleja en la expresión de la lectora pegada a su fantasmagórica sombra.
El arte de la lectura. Libros y lectores en ella arte de Pompeya a nuestros días. David Trigg. Phaidon. 351 páginas.
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