Valeroso Francisco de Manuel
El novillero madrileño cortó una oreja a una noble y encastada novillada de Fuente Ymbro
Con buen criterio, el presidente no concedió la oreja que el público pidió para Francisco de Manuel a la muerte de sexto novillo. No estuvo claro si hubo o no mayoría de pañuelos -la impresión primera es negativa-, pero la actuación en conjunto del novillero no fue de puerta grande, y sí de una oreja y vuelta, justos premios a su esperanzadora tarde.
Era el tercero de la terna y hasta que no salió su primer novillo no se vio a un chaval de luces estirarse a la verónica en el recibió de su oponente. Sus dos compañeros se mostraron en ese trance a la defensiva y con presumible conformismo, pero De Manuel trazó unos capotazos que si bien no han quedado en el recuerdo por su hondura, sí mostraron una decisión meritoria. Puso banderillas asomándose al balcón, y clavó tres pares -el último, a la segunda- en todo lo alto. Y en el tercio final pasó un quinario, pero superó la prueba con nota alta.
El novillo, que había acudido con presteza y nobleza en el momento de los palos, obedeció al primer toque -desde el centro del ruedo-, y no llevó por delante al torero de puro milagro. Ahí comenzó el tormento de De Manuel. Repetía el animal con genio y velocidad, al tiempo que desarrollaba sentido y aprendió a mirar en demasía a su oponente, a quien pronto le hizo una foto de cuerpo entero. Tanto es así que cuando lo citó por segunda vez con la zurda lo atropelló con gran aparatosidad, lo volteó y lo buscó con saña en el suelo. El revolcón fue espectacular, pero, milagrosamente, solo tenía el vestido manchado de sangre.
F. YMBRO/MARCOS, GARDEL, DE MANUEL
Novillos de Fuente Ymbro, bien presentados, bravos en los caballos, a excepción del segundo y el quinto; nobles, encastados y con movilidad; dificultoso el tercero.
Marcos: metisaca y estocada baja (silencio); pinchazo _aviso_ y estocada baja (silencio).
Alejandro Gardel: estocada perpendicular _aviso_ (ovación); estocada caída (silencio).
Francisco de Manuel: _aviso_ estocada desprendida (oreja); estocada delantera (petición y vuelta al ruedo).
Plaza de Las Ventas. Décimo noveno festejo de la Feria de San Isidro. 26 de mayo. Más de media entrada (16.823 espectadores, según la empresa).
No se amilanó el torero madrileño, quien afrontó la dificultad con gran entereza y valor, de modo que superó el complicado manejo del novillo –manso y con peligro-, y dejó claro que sus lógicas deficiencia en el mando de la muleta no son más que fruto de su inexperiencia, pero no de su corazón. Se tiró sobre el morrillo y cobró una buena estocada que le permitió pasear una oreja ganada a ley.
No dijo nada con el capote ante el sexto, al que volvió a banderillear con brillantez en los dos últimos pares, y la faena de muleta solo estuvo salpicada de buenos detalles. Embistió el novillo con nobleza, se colocó bien el novillero, y algunos pases aislados por ambas manos resultaron vistosos. Se rajó el animal al final y todo quedó un poco diluido. Volvió a matar con efectividad y de ahí la petición de oreja que, justamente, no se le concedió. De todos modos, hay torero en ciernes en este Francisco de Manuel que dejó un buen sabor torero en Las Ventas.
Caso distinto es el de sus compañeros, Marcos y Alejandro Gardel.
El primero tuvo dos novillos para triunfar y solo escuchó silencios. Mal asunto. El animal que abrió plaza no se cansó de embestir con dulzura, y el toreo de Marcos no dijo nada. Parece que no tiene misterio que decir. Más entonado se mostró ante el buen cuarto, y trazó algunos muletazos apreciables, pero no consiguió transmitir a los tendidos que es torero a tener en cuenta.
Algo parecido le sucedió a Gardel. Pareció tener una buena condición, pero no se motivó ante el excelente segundo. Escaso de creatividad, pasó de puntillas cuando su oponente le puso en bandeja un presumible triunfo. Y cerró su actuación del mismo modo: sin levantar la voz, sin demostrar que se ha vestido de luces para comerse el mundo. Y el silencio fue un premio que le debe hacer pensar.
Por cierto, la novillada de Fuente Ymbro, de lujo, noble, con movilidad y clase, a excepción del tercero.
Y un apunte más: quizá, el mejor capotazo del festejo llevara la firma de Miguel Martín, en la lidia del cuarto.
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