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Adiós a un mundo

Daphne du Maurier escribe en y sobre un universo que se acaba. Lo hace con el vigor de la literatura tradicional y el ingenio de una refinada mente literaria

La escritora Daphne du Maurier, fotografiada en 1930.
La escritora Daphne du Maurier, fotografiada en 1930.hulton-Deutsch collection (corbis / getty images)

Imagine el lector un buen páramo inglés en Cornualles; una posada siniestra que todas las diligencias rehúyen; una joven huérfana, atractiva y decidida, que de noche busca refugio en tal posada, donde vive su tía casada con el brutal matón que la regenta; unos parroquianos con pinta de facinerosos y las sombras en la oscuridad de una banda de contrabandistas y asesinos. ¿Algún lector de novelas de aventuras y misterio puede pedir más? Sí: puede pedir que esa historia -Posada Jamaica- se la cuente Daphne du Maurier, nacida en 1907, hija del actor y empresario Gerald du Maurier y nieta del escritor y caricaturista George du Maurier (Trilby; editorial Funambulista, 2006).

Daphne du Maurier es una escritora de estirpe decimonónica que, en plena efervescencia de las vanguardias del siglo XX, se aferró al modo de contar victoriano y consiguió grandes éxitos con novelas que fueron adaptadas con fortuna al cine (Rebeca, Los pájaros o esta misma La posada Jamaica) por el maestro Alfred Hitchcock.

Todo el capítulo primero es una obra maestra de ambientación que anuncia lo que nos espera: una historia de amor, emociones, intriga y maldad apoyada en aquellas viejas historias inglesas que hablan de los naufragios provocados por piratas de tierra desde la costa confundiendo con las luces a los barcos que atraviesan el canal de la Mancha para hacerlos embarrancar y conseguir un sustancioso botín a costa de la muerte de inocentes.

Tanto en las angustias y emociones de la valerosa y alocada protagonista como en las espléndidas descripciones de la naturaleza o de la brutalidad de los malvados, de la nocturnidad o de la vida rústica hay repeticiones, pero no hasta el extremo de disuadir al lector del siglo XXI; más bien al contrario, el detenimiento en el relato y el cuidado del detalle nos remiten a una escritura cuya cadencia es propia del placer tradicional de leer. De hecho, en la segunda novela, Monte Verità, que discurre con la misma cadencia, cambiamos absolutamente de asunto y de medio, que no de Naturaleza, ya que en esta novela son las montañas suizas las que enmarcan la historia. Monte Verità es una nouvelle desgajada del libro de relatos titulado The Apple Tree and Several Long Stories, al que también pertenece Los pájaros (Los pájaros y otros relatos; El Paseo Editorial, 2017). Es la historia de un “amor fatal”, de un hombre perdidamente enamorado de una mujer que un día le abandona y cuya pista encuentra en una montaña donde vive una especie de enigmática secta de inmortales a los cuales la mujer se ha unido y que son odiados y temidos por las gentes del lugar. El hombre trata de llegar a su amada y consigue conectar con ella, pero ella se halla en otra dimensión de la comprensión humana y del amor (simbólicamente: en una comunidad de mujeres emancipadas aisladas en su espiritualidad en la cima inexpugnable de la montaña). El suyo es un amor imposible, trágico, en el marco de una sociedad rural que no comprende ni tolera a la secta, abocada a un trágico final. La historia está basada en la existencia real de una comuna contracultural en Ascona (Suiza) a principios del siglo XX.

Daphne du Maurier escribe en y sobre un mundo que se acaba. Lo hace con el vigor de la literatura tradicional y el ingenio de una refinada mente literaria afincada en un rincón de su amada Cornualles.

La posada Jamaica. Daphne du Maurier. Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. Alba, 2018. 400 páginas. 22 euros

Monte Veritá. Daphne du Maurier. Traducción de Miguel Cisneros Perales. El paseo editorial, 2018. 128 páginas. 16,95 euros

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