Muere Alain Milhaud, el productor francés que modernizó el pop español
Fue responsable del lanzamiento internacional de Los Bravos y descubrió a Pop Tops, Canarios, Hilario Camacho y otros muchos artistas de los 60 y 70
Alain Milhaud, de 87 años, falleció ayer martes en un hospital de Madrid, víctima de un tumor cerebral. Como productor, Milhaud se esforzó en la internacionalización de la música pop española, acertando plenamente con Los Bravos. Hombre inquieto, fundó una empresa propia, la Compañía Fonográfica Española, alías CFE. En las últimas décadas, supervisaba la gestión del repertorio musical de Boccaccio Ediciones.
Hijo de un alto funcionario de organismos internacionales, Alain nació en Ginebra en 1930. Su familia permaneció en Suiza durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le permitió estudiar en el conservatorio sin sobresaltos. Demostró tener iniciativa: organizó un festival de música clásica que se desarrollaba en diversos castillos del Valle del Loira y también ejerció como director de orquesta, unas labores de coordinación que le serían muy útiles para su futuro trabajo en otras músicas. Contaba que su primera visita a un estudio de grabación le hizo ver que allí había un mundo por explorar: existía una enorme distancia entre lo que escuchaban los instrumentistas y lo que pasaba a la cinta magnética al otro lado de la pecera.
Casado con la catalana Montserrat Trías en 1957, al poco se instaló en Barcelona. En una España que se abría al consumo de bienes culturales, descubrió que había oportunidades en la música popular: se incorporó a Belter, sello estéticamente no muy exigente pero sí muy activo en el campo de la canción española, que aspiraba a montar un estudio profesional; como asesor, Milhaud recorrió Europa visitando estudios, para ponerse al día en la tecnología de captación del sonido. Posteriormente, se trasladó a Madrid, llamado por Columbia, la más veterana de las discográficas españolas.
En 1966, Milhaud conoció a un grupo formado por miembros de los madrileños Sonor y de los mallorquines Mike & the Runaways. Tenían un repertorio llamativo, gracias a un cantautor asturiano de voluntad reivindicativa, Manolo Díaz, que también les bautizó como Los Bravos. Se dieron a conocer gracias al apoyo del locutor Tomás Martín Blanco y la Cadena SER. Sin complejos, tras un concierto de presentación en el madrileño Teatro de la Zarzuela, Milhaud planeó un lanzamiento internacional; se recurrió a la Decca británica, que pidió material Made in England. Así surgió el tema Black is black: el disco, grabado con músicos londinenses y el arreglador Ivor Raymonde, fue un enorme éxito en todo el mundo, aunque en Francia triunfó la versión de Johnny Hallyday, Noir c’est noir.
La carrera global de Los Bravos se atascó por las idiosincrasias de su frontman, el berlinés Mike Kennedy, aunque en 1968 volverían a las listas de medio mundo con Bring a litte lovin, pieza cedida por los australianos Easybeats. El grupo cambió regularmente de sonido y de formación, mientras Kennedy grababa como solista a partir de 1969.
Con la bendición de un hombre poderoso del negocio discográfico francés, Eddie Barclay, Milhaud montó una compañía propia e intentó repetir la jugada con grupos que cantaban en inglés, Canarios y Pop-Tops. Estos últimos tuvieron recorrido internacional con Mamy Blue (1971), grabada en varios idiomas. También el Get on your knees, de Canarios, se convirtió en un clásico en el circuito del soul bailable.
Bien situado entre los dos países, visitante habitual del MIDEM de Cannes, Mihhaud olfateaba al instante las canciones con posibilidades comerciales y se apresuraba a adaptarlas al español: una de ellas fue A los que hirió el amor, que interpretó Pedro Ruy-Blas, vocalista que reemplazó a Teddy Bautista en Canarios durante su servicio militar. En otros casos, detectaba el éxito en potencia y –si estaba libre de derechos- editaba la grabación original, como ocurrió con Venus, de los holandeses Shocking Blue.
Ya entrados los setenta, apostó por el acercamiento del rock al flamenco con El garrotín, donde el cantaor Manuel Molina colaboraba con los rockeros sevillanos de Smash. Se publicó en el sello Boccaccio, fruto de su asociación con el empresario Oriol Regás, donde también produjo discos esenciales de María del Mar Bonet y del grupo de fusión Iceberg. Aportó su sabiduría a los estrenos de cantautores ambiciosos, como el madrileño Hilario Camacho y el gallego Bibiano.
En el estudio, Alain Milhaud era un jefe exigente, incluso temido. Él se disculpaba alegando sus problemas con el castellano: a veces le costaba explicarse y optaba por las expresiones más breves y tajantes. Al mismo tiempo, se mostraba escrupuloso en el aspecto económico. De hecho, vendió su Compañía Fonográfica Española cuando encontró difícil compaginar las funciones de disquero y productor,
En realidad, nunca abandonó la música: volvió ocasionalmente a los estudios, para elaborar proyectos visionarios que tardaron décadas en publicarse (Flamenco challenge, del colectivo Iberia, que incluía desde Ginesa Ortega a Joan Albert Amargós) o que no llegaron a salir, como un audaz intento de reaparición de Mike Kennedy con participación de Phil Trim, el vocalista de Pop-Tops.
Babelia
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