‘Vis a vis’, un cañón con munición extra
La serie ha vuelto con energías renovadas para seguir echando leña al buen momento que vive la ficción nacional televisiva
Dos años después de que se despidiera de Antena 3 con su segunda temporada, Vis a vis ha vuelto, esta vez en Fox. Una segunda vida en la que mucho han tenido que ver sus fans, esa ruidosa Marea Amarilla que pidió el rescate, y el potencial pendiente de explotar con el que se había marchado la serie, que cerró dejando a sus espectadores la sensación de que podía haber dado para más.
Ahora, fuera de la esclavitud de las audiencias, con un formato con menos minutos por capítulo y en el pago, Vis a vis ha regresado recuperando su esencia. Algunas cosas han cambiado: nueva cárcel, nuevos funcionarios de prisión y nuevas compañeras en el patio, las duchas, el comedor y el gallinero. Pero la base es la misma. Es decir, la suma de un reparto diverso para un grupo de potentes personajes femeninos —con incorporaciones que prometen mucho, como esas chinas parcas en palabras o el personaje interpretado por Itziar Castro, cuya presentación en la serie es desnuda, que esto es Vis a vis y aquí las cosas son tal cual o no son—, un guion cuidado que no hace concesiones, una excelente y atrevida dirección, una potencia visual marca de la casa y un ritmo que deja al espectador pegado a la pantalla. Vis a vis es un cañón lleno de energía, adrenalina y poderío.
Maca ya no es la mosquita muerta del principio de la serie y Zulema ahora da un poco menos miedo (solo un poco). Ahora las conocemos y por eso, su encuentro es uno de los grandes momentos del regreso de la serie. Ninguna de las dos ha logrado escapar de la cárcel pero la segunda sí que ha escapado de la muerte. Eso sí, ahora llevan sobre sus espaldas traiciones varias y heridas que no se curan tan fácilmente como las físicas.
Vis a vis reaparece con energías renovadas para seguir echando leña al buen momento que vive la ficción nacional televisiva. Y para demostrar —al menos con lo visto hasta ahora— que las segundas oportunidades a veces sí merecen la pena.
Las presas de Cruz del Norte prometen hacérnoslo pasar muy mal. Y nosotros estamos deseando que lo hagan.
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