¡Qué bien se torea un carretón!
La Maestranza en pie, y a los sones de la música, homenajea a Curro Javier tras un par de banderillas arriesgadísimo
El momento más emocionante de la tarde lo protagonizó un gran torero de plata, Curro Javier, que colocó dos excelentes pares de banderillas al cuarto de la tarde. Tras el segundo, arriesgadísimo y asomándose literalmente al balcón en un palmo de terreno, salió trastabillado y enganchado, después, por el toro que le rajó la taleguilla y le propinó un varetazo en la región lumbar izquierda. La plaza, puesta en pie, estalló en una atronadora ovación al tiempo que sonó la música para homenajear al valiente torero. Fue un instante, pero solo por vivir momentos así merece la pena ser aficionado.
Las dos horas y tres cuartos restantes fueron otro cantar.
GARCÍA JIMÉNEZ / PERERA, TALAVANTE, R. REY
Toros de Hnos García Jiménez, —tercero, del mismo hierro, y sexto,de Torrestrella—, mal presentados, mansos, blandos, nobles y descastados.
Miguel Ángel Perera: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
Alejandro Talavante: tres pinchazos —aviso— y estocada (silencio); estocada trasera (oreja).
Roca Rey: media tendida —aviso— y tres descabellos (ovación); pinchazo hondo (silencio).
Plaza de la Maestranza. Cuarta corrida. 13 de abril. Casi lleno.
¡Qué bien, con qué gusto y tranquilidad se torea un carretón! ¡Qué bonitos, qué fáciles y qué sosos resultan los muletazos! Pero la gente los aplaude, señal de que les satisface. Pero eso no es el toreo. El toreo exige, en primer lugar, un toro, y lo que se ha lidiado este viernes en La Maestranza han sido novilletes sin presencia, sin fortaleza, sin bravura y con exceso de sosa nobleza. Una burla, vamos..
Y por allí andaban tres figuras de hoy, de las que exigen estos animales con alma de borregos, haciendo de tripas corazón para salvar los muebles de un desastre anunciado para todos menos para ellos, por lo visto.
Talavante cortó una oreja al quinto de la tarde, un torete dulzón al que muleteó como si estuviera en el salón de su casa. Algunos compases por ambas manos fueron estéticamente vistosos, pero vacíos de emoción. Y la plaza aplaudía como si estuviera presenciando la faena del año.
Y se acabó. Otro toro tonto le tocó en segundo lugar, otro carretón, una perita en dulce, y lo muleteó sin gracia ni convencimiento en la búsqueda constante del pase bonito en vez de torear.
Perera no tuvo su tarde. Un muerto en vida, chiquitín, sin clase, amorfo y tullido, lidió en primer lugar, y otro novillete blandurrón en cuarto, y con ninguno dijo nada.
Roca Rey venía con ganas, pero ninguna tenía el rajado sobrero que hizo tercero, el mejor presentado de la tarde, pero el más cobarde. Y otro del mismo tenor el sexto.
En fin, que no se quejen ni Perera, ni Talavante ni Roca. Estos son los toros que eligen ellos, con los que se engañan a sí mismos y a los demás. Claro, que si el público aplaude los pases a un carretón…
Y cuatro notas finales:
1.- Si a Javier Ambel, Guillermo Barbero, Juan José Domínguez y Paco Algaba los hacen saludar tras correctos pares de banderillas, a Curro Javier habría que sacarlo por la Puerta del Príncipe.
2.- ¿Por qué el torilero espera la señal del jefe de los areneros y del matador de turno para abrir la puerta? ¿El que manda no es el presidente?
3.- Perera brindó al público el inválido primero. ¿Qué le vio?
4.- Tres figuras y no se colgó el ‘no hay billetes’. ¡Peligro!
Babelia
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