El ‘striptease’ sonoro de Fernando Alfaro
El músico estrena 'Sangre en los surcos', un disco con temas inéditos y revisiones de otros de Surfin' Bichos y Chucho
Suelta una carcajada cuando se le pregunta si, a su edad y a estas alturas de la vida, se ha puesto a hacer balance. "Llevo así desde finales de los noventa. Cada uno de mis discos es una mirada a lo que ya he hecho, y lo que me queda por hacer. Cada vez me queda menos porque el tiempo pasa, claro. Soy consciente de la edad que tengo", dice Fernando Alfaro (Albacete, 1964).
Ha publicado Sangre en los surcos, un disco con cuatro temas inéditos y una selección de toda su carrera que pica de sus bandas, Surfin' Bichos y Chucho, y de sus trabajos en solitario. En total 21 canciones que se quedan cortas ante los cientos de descartes que ha tenido que hacer para resumir casi tres décadas como músico. "Llegó un momento en que me bloqueé. Había demasiado ruido. Son muchas canciones de donde elegir, y tenía a mis amigos y familiares proponiéndome todo el rato sus preferencias", cuenta Alfaro en una cafetería de la Gran Vía madrileña, "así que me fui al pueblo de mi infancia, me encerré, y me tiré un mes solo".
El resultado final ha quedado muy equilibrado, y hay canciones de todas las épocas y formaciones. "No fue premeditado", explica el músico. "El único criterio era el mismo que para los cuatro temas nuevos: que el disco tuviera el halo de American Recordings, de Johnny Cash". Al igual que en aquella obra colosal del genio de Arkansas, el rock pausado de Sangre en los surcos debía sonar austero y elegante, apenas una guitarra, un micrófono y unos pocos arreglos. La primera escucha deja claro que iba muy en serio, y hasta qué punto ha desnudado las canciones, y a sí mismo. "Decidí que mi Rick Rubin [el productor de Cash] fuera Paco Loco. No por su fama ni su trayectoria, sino por empatía. Es un proyecto en el que destapo minas de mi propio pasado y necesitaba dejarlo en manos de alguien con quien pudiera funcionar a nivel emocional, y eso ya lo habíamos comprobado en un disco de Chucho".
Puede que el último disco de Alfaro sea otro balance de tantos, pero posiblemente es el más crudo. Por el sonido y por lo que cuentan las nuevas composiciones. La que da nombre al álbum se refiere a un amigo que murió hace tiempo, cuando las agujas les arañaban los brazos. "A mí me cayó de lleno aquella época, tenía 19 años y en España abrazábamos las drogas duras, que era lo que había, con especial euforia después del oscurantismo y la represión. Hoy lo tengo felizmente superado, aunque nunca se supera nada del todo", reconoce Alfaro.
Las nuevas canciones marcan el tono del resto del disco. Gente abollada, o Fuerte!, dos de los éxitos perdurables de Surfin' Bichos, se convierten en medios tiempos que abandonan el sonido frenético y rasposo de las originales y ponen a la melodía y los rasgueos de guitarra en primer plano, mucho más consecuentes con el sentido dramático de las letras. "El resto de instrumentos entran de forma fantasmal, su único cometido es subrayar emocionalmente las canciones", aclara Alfaro.
Solo el artífice de las canciones de un grupo referencial y reverenciado como Surfin' Bichos podía llevar a cabo semejantes deconstrucciones sin caer en la herejía. Alfaro es consciente de que ha inspirado a bandas más jóvenes. Muchas han alcanzado hoy el estrellato que a él se le resiste. "No tengo reparo con eso. He vivido siempre bien de la música, y eso es un lujo. Y sentirte reconocido por lo que haces, por la generación indie y la anterior, incluso por quienes eran aún más veteranos que nosotros... Eso sí es un buen balance vital".
COMPRA ONLINE 'SANGRE EN LOS SURCOS'
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.