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crítica | Consentimiento
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

No todo van a ser comedias ligeras

El texto rotundo de la británica Nina Raine se hace aún más poderoso en boca de buenos intérpretes

Raquel Vidales
Una escena de 'Consentimiento'.
Una escena de 'Consentimiento'.marcos g. punto

El patio de butacas se estremece cuando la actriz Nieve de Medina entra en escena y vomita su verdad. “Estaba borracha. Sí, señor. ¡Joder, claro que estaba borracha! ¿Y qué? Ya se lo he dicho: ¡Me violó!”. Su personaje es el único que no miente en esta obra, pero de poco le sirve. Hay que tener un buen abogado para sortear con éxito los recovecos del sistema legal.

Esta es una de las tramas que recorren Consentimiento, la obra de la británica Nina Raine que se convirtió en un fenómeno tras su estreno en Londres el año pasado, poco antes de que estallara el movimiento Me Too. En la producción española del Centro Dramático Nacional, bajo la dirección de Magüi Mira, resuenan además ecos del juicio a La Manada. Pero hay más tramas: la mujer violada irrumpe en las confortables vidas de los abogados que se ocupan de su caso como un espejo deformante. Uno de ellos, incluso, acaba siendo acusado de violación por su mujer.

Consentimiento

Texto: Nina Raine. Traducción: Lucas Criado. Versión y dirección: Magüi Mira. Escenografía: Curt Allen Wilmer. Intérpretes: David Lorente, Nieve de Medina, María Morales, Jesús Noguero, Candela Peña, Pere Ponce y Clara Sanchis. Teatro Valle-Inclán. Madrid. Hasta el 29 de abril.

No hay respiro en Consentimiento. Empieza con una fiesta de abogados y poco a poco, con escritura maestra, va subiendo la tensión: primero un comentario malicioso, después una discusión, más adelante una bronca, engaños, infidelidades, frustraciones… Al final no se vislumbra un futuro feliz para ninguno de los personajes. Es desolador.

El texto de Raine es pulcro y rotundo, de esos que se disfrutan como obras literarias. Pero masticado en boca de buenos intérpretes, resulta aún más poderoso. Los parlamentos de Nieve de Medina acongojan, las broncas del matrimonio que interpretan Jesús Noguero y Candela Peña son titánicas y, en general, todos los actores cuadran sus papeles, muy bien conducidos por la directora. La escenografía, compuesta por cajas de mudanza, acrecienta la desolación.

Por poner alguna pega, se podría decir que la crucial escena de la violación marital queda desleída, se despacha demasiado rápido. Y que algunos momentos corales (las fiestas iniciales, sobre todo) resultan algo ruidosos. Los bailes de las transiciones no molestan, pero tampoco aportan nada. Detalles menores en un espectáculo de tres horas que cobra enjundia a medida que avanza. Por eso no es criticable su larga duración: hay cosas en la vida que no pueden endulzarse. No todo van a ser comedias ligeras.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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