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Tribuna
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Hasta nunca, Catalina Creel

La muerte de María Rubio lanza a la inmortalidad a la villana de ‘Cuna de lobos’

Gonzalo Vega, María Rubio y Alejandro Camacho en 'Cuna de lobos'.Vídeo: Televisa / VIDEO: EPV
Luis Pablo Beauregard

Ha muerto María Rubio. El fallecimiento de la actriz, de 83 años, ha sido comunicado por la Asociación Nacional de Intérpretes de México. Rubio falleció, pero será siempre recordada por haber encarnado a la villana más memorable de la historia de la televisión mexicana. Catalina Creel, protagonista de Cuna de Lobos, se ha consolidado a lo largo de las décadas como la reina indiscutible de la maldad en el país de las telenovelas.

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Muchos mexicanos –uno de ellos quien escribe este texto—tienen en la memoria al menos una escena del personaje de Rubio. Peinada con un crepé y luciendo un parche negro sobre el ojo derecho, la imagen de Creel se convirtió en sinónimo de vileza en la televisión mexicana de la década de los ochenta. Esto en una época en la que la televisión nacional estaba férreamente atenazada por Televisa y muchos años antes de la apertura a una programación diversa de series del extranjero. En aquellos años los estadounidenses sufrían a JR Ewing en Dallas. México tenía su propio patrimonio nacional de la inmoralidad con un personaje femenino: Catalina Creel.

Rubio tuvo una discreta carrera fuera de la pequeña pantalla. Nacida en Tijuana (Baja California) participó en las películas El hijo de Huracán Ramírez (1966) y Nadie te querrá como yo (1972), de Carlos Lozano, donde compartió créditos con la legendaria Sara García. Sin embargo, forjó su nombre de actriz en el boom de la telenovela mexicana. Desde 1963 comenzó a aparecer en los dramas de televisión. Participó en más de 20, entre ellas Rina, El derecho de nacer y Doña Macabra.

El papel de su vida, sin embargo, le llegaría en 1986 con el libreto de Cuna de lobos, una historia de intrigas dentro de una familia de clase acomodada. El personaje de Creel, creado por el dramaturgo Carlos Olmos, estaba inspirado en las antagonistas de Bette Davis. Era una madre dispuesta a todo, incluido el asesinato vía envenenamiento, en favor de su hijo menor, Alejandro Larios (Alejandro Camacho). ¿Su peor enemigo? Su hijo mayor, José Carlos, a quien nunca amó y quien fue memorablemente interpretado por el fallecido Gonzalo Vega

Cuna de lobos fue un acontecimiento en México y se convirtió en un producto de exportación para América Latina. La producción de la telenovela nunca logró un éxito igual a ese a pesar de haber facturado La sombra del otro, En carne propia, Sin pecado concebido. “Es una espina que tengo clavada porque me gustaría mucho escribir una telenovela, pero se ha cerrado mucho el medio de la televisión. Está lleno de mafias de gente mediocre y veo muy difícil tener una oportunidad así”, dijo en 2010 el escritor Enrique Serna, quien fue un argumentista de los libretos firmados por Olmos a los 27 años.

Serna, autor de El seductor de la patria, ha recordado recientemente que Gabriel García Márquez era admirador de las telenovelas y que Mario Vargas Llosa rindió tributo al género en La tía Julia y el escribidor. Hoy, la telenovela es percibida como el peor de los productos chatarra de la televisión. En la memoria de algunos espectadores, quizá manipulada por la nostalgia, persiste la mirada estirada y fría de Catalina Creel. Algo que María Rubio nunca pudo sacudirse del todo. Este jueves, algunas personas recordaron con anécdotas que la actriz sufrió en la calle el repudio de los mexicanos por los crímenes de su personaje. María Rubio murió, pero Catalina Creel es inmortal.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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