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Extremidad fantasma

Alexandre Estrela abre un diálogo con lo intangible y lo elusivo en Madrid

Vista del vídeo 'Cuchillo en el agua' (2017), que da título a la exposición de Alexandre Estrela en Travesía Cuatro.
Vista del vídeo 'Cuchillo en el agua' (2017), que da título a la exposición de Alexandre Estrela en Travesía Cuatro.

Tal vez recuerden a Alexandre Estrela (Lisboa, 1971) de una pequeña exposición ubicada en varios de los espacios del Reina Sofía hace, más o menos, año y medio. Se enmarcaba dentro del programa Fisuras y fue discreta en formato aunque ruidosa en concepto. Y eso que giraba en torno a Cápsulas de silencio. Eso decía el título. Avisaba ya este artista, muy conocido en la escena portuguesa, de su apego por la paradoja, muchas veces contemplativa, si eso no es un callejón sin salida. En sus relatos, nada es literal y el espectador está llamado a adivinar, suponer y establecer relaciones entre historias mediante hipótesis. No vayan a ver sus obras sin esta carta bajo la manga.

Estrela pertenece a esa generación de artistas que, como Laure Prouvost, Florian Pumhösl, Rosa Barba o Francisco Tropa, exploran diversas cuestiones perceptivas, mentales y culturales del dispositivo fílmico en el espacio del museo. Es lo que se conoce como cine de exposición, un formato lleno de lenguaje desestructurado y una duración expandida sin fin, que indaga en dos de las nociones clave para entender el museo de arte contemporáneo hoy en día, el trabajo con el tiempo real y la posición del espectador como sujeto activo y, sobre todo, interpretativo. Alexandre Estrela se ubica justo ahí. Desde los noventa, trabaja el medio audiovisual extendiéndolo más allá de los límites de la pantalla y desde varios frentes. En la Facultad de Bellas Artes de Lisboa da clases sobre cine experimental, que lleva también a la programación regular en uno de los espacios independientes más activos de Lisboa, llamado Oporto.

En aquella muestra del Reina Sofía, Estrela estudió una táctica bélica usada en la guerra colonial de Portugal en Angola que consistía en emitir sonidos pregrabados que ocultaban el silencio ocasionado en la selva por la presencia humana. Tirando de ese hilo, el artista hablaba del silencio como elemento perturbador y de cómo la ausencia de ruido se convierte muchas veces en señal de alarma. La factura de esos trabajos era impecable. Todo el conjunto audiovisual, creado por las transparencias y los reflejos de vidrios donde se proyectaban sus vídeos, ofrecía un resultado casi pictórico donde el misterio y la sugestión eran protagonistas.

Alexandre Estrela se interesa por cuestiones que inciden no solo en la naturaleza de la imagen, sino también en la percepción del espectador

También la insinuación es la voz principal de la muestra que presenta ahora en la galería Travesía Cuatro. Llega de la mano de la comisaria portuguesa Luiza Teixeira de Freitas, que hace unos meses le llevó también a la Bienal de Arte Contemporânea de Coimbra. Los guiños referenciales son habituales en sus obras, y por aquí también aparece uno a la película de Polanski Knife in the Water, que adopta como título. En el espacio de la galería es una videoescultura en la que un cable metálico produce una sombra sobre la proyección. Esto genera una ilusión óptica en la que un panel invisible parece intersectar con el flujo visual de un objeto ambiguo. Tiene algo de incongruencia y de trampantojo. Como buen conocedor del soporte técnico e histórico que utiliza, Alexandre Estrela se interesa por cuestiones que inciden no sólo en la naturaleza de la imagen, sino también en la percepción del espectador. Por eso su idea de naturaleza es tan desnaturalizada. Justo ahí nos coloca, en las interferencias entre imagen física e imagen mental, entre lo que existe y ocurre antes y después de una proyección, en medio de un momento de sinestesia, o entre imágenes y sensaciones. ¿Qué es lo que estoy viendo?

Hay algo de sensación de pérdida en esta exposición, algo que tiene que ver con el desarraigo. Para ejemplo, la propia imagen de un cuchillo en el agua, que sobrevuela como un fantasma. Igual de fantasmal es la foto de una mano colgada en la pared, que funciona como un lugar lleno de espacios vacíos. Objeto imposible (2018) se llama. Y también está Doble vidrio (2018), una proyección con un pequeño altavoz de contacto donde de nuevo lo óptico y lo físico se pisan. La pieza puede funcionar como un aparato de vídeo que estudia las posibilidades sonoras del vidrio y deviene un paisaje convertido en pantalla fílmica. O en página en blanco, ese lugar que no es ninguno aunque todos, y que es cómodo e incómodo a la vez.

Knife in the Water. Alexandre Estrela. Galería Travesía Cuatro. Madrid. Hasta el 21 de marzo.

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