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Lo máximo con lo mínimo

Diplomático y periodista, el brasileño Rubem Braga llevó a todas partes su visión poética y amante de las cosas sencillas

Thiago Ferrer Morini

Durante décadas, la falta de desarrollo de la industria editorial brasileña ha llevado a los mejores escritores del país hacia las columnas de periódico. Las crónicas, nombre que reciben estas piezas destinadas a un consumo efímero, son posiblemente la forma más popular de literatura en el gigante sudamericano. Y entre los que han contribuido más a labrar la reputación del género está Rubem Braga (1913-1990), quien siempre se consideró más periodista que literato. “No soy hombre de inventar cosas, sino de contarlas”. El estilo de Braga, sucinto pero cargado de lirismo, se adapta perfectamente al medio, y la delicada traducción de Ana María Carvajal Hoyos lo refleja de forma correcta. En tres magistrales párrafos, en la crónica ‘El pavo real’, Braga explica el objetivo y la clave de su literatura: “El lujo del gran artista es alcanzar el máximo de matices con el mínimo de elementos”.

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´Crónicas´de Rubem Braga

Es difícil seleccionar entre los más de 15.000 textos que Braga dejó en sus más de 50 años de carrera, desde que, aún adolescente, empezó a escribir artículos para el periódico de su familia en Cachoeiro do Itapemirim, en el Estado de Espírito Santo. Diplomático, corresponsal y comentarista de televisión, Braga llevó a todas partes su visión poética y amante de las cosas sencillas, como cuando, como corresponsal adjunto a la Fuerza Expedicionaria Brasileña durante la II Guerra Mundial, relató la esperanza presente en un arbusto reverdeciente entre la devastación de la Italia de 1944. La época dorada del Braga cronista coincidió con la época dorada de Río de Janeiro, cuando entre 1945 y 1960 fue capital de un país en acelerado desarrollo y se convirtió en un punto de encuentro de las artes, la moda y las costumbres internacionales. Desde su apartamento con terraza en Ipanema (entonces un barrio apartado, cerca y a la vez lejos de la cosmopolita Copacabana), Braga dormía en su hamaca, cultivaba su huerto (su amigo el cronista Paulo Mendes Campos lo llamaba “el único labrador de Ipanema”, título de una de sus recopilaciones) y prestaba atención a las bellezas de la ciudad y de la vida cotidiana.

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Autor: Rubem Braga.


Editorial: Grand Tour (2017).


Formato: tapa blanda.


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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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